Dios proveerá

Y dijo Dios a Antoine en sueños “¿Qué tienes tú que ver con la muerte de tu amigo Charles?”

Tan intensa fue la persuasión de considerarse responsable de aquella muerte, que no pudo defenderse ni siquiera pensando que su amigo murió de cáncer, y no por ninguna acción homicida.

¿Quién puede cuestionar lo que Dios dice?

Estuvo pensando de qué modo él pudo ser autor homicida y solo se le ocurrió mediante alguna forma de maleficio o hechizo. Fuese o no fuese así, no se podía despojar de aquella sugestión delictiva tan dolorosa.

Sintió lo que siente un delincuente, o peor aún, lo que siente alguien que ha puesto fin a la vida de un inmejorable amigo. Perdió el apetito y adelgazó varios kilos. Su conciencia le arrinconó en el lugar de los apestados.

Se dio cuenta de que solo podía ir en una dirección, y lo que procedió a continuación fue dar razón de aquel sueño a sus familiares. A los suyos y a los de Charles. Pero todavía más, también al mejor amigo de Charles.

Estaba dispuesto a entregarse a las autoridades si hiciera falta. No fue fácil. Le llamaron valiente.

Cuando cuenta esta experiencia le dicen que Dios no tiene nada que ver en este asunto. Que se trata tan solo de sueños o fantasías. Y que Dios no iba a decirle una mentira.

Pero él les contesta: ¿También el patriarca Abraham sufrió una fantasía cuando Dios le pidió algo tan descabellado como el sacrifico de su hijo Isaac? Y además, ¿realmente Dios quería un sacrifico humano cuando en realidad abominaba esa acción? ¿Estaba engañando o estaba probando a Abraham?