¿Por qué, a pesar de alimentarse de cadáveres en descomposición, los buitres no se enferman?
Estas son las aves que son detestables para ti y no deberás comerlas: (…) la lechuza común, la lechuza del desierto, el buitre egipcio, (Lv. 11:13, 18).
La palabra “alimoche” no aparece en ninguna versión de la Biblia. No obstante, el término hebreo rãhãm (Lev. 11:18) o rãhãmah (Deut. 14:17) fue traducido al inglés como “buitre egipcio” (o alimoche, Neophron percnopterus), por la comisión de biblistas que nombró el rey de Inglaterra Jaime I en 1604 (King James Bible). De ahí que algunas versiones de la Escritura en castellano sigan también esa misma traducción.
De hecho, los alimoches o buitres egipcios son relativamente abundantes tanto en la fauna ornitológica de Israel como de Egipto. País, este último, donde también se les conocía vulgarmente como “gallinas del faraón” y se consideraban como aves protectoras de los faraones. Las reinas egipcias llevaban a menudo sobre la cabeza un tocado en forma de buitre. Además, el nombre arábigo del buitre egipcio es muy semejante al hebreo rãhãm, lo que contribuye a respaldar tal identificación. Probablemente se le llamaba así porque los alimoches se muestran tiernos y pacientes con sus polluelos.
El alimoche común es uno de los buitres más pequeños del mundo ya que tiene una envergadura alar de un metro y medio y pesa sólo unos dos kilos. Los adultos poseen las plumas de los mismos colores que las cigüeñas blancas, es decir, blancas y negras. Cuando vuelan y su silueta se recorta contra el cielo azul, el plumaje blanco se ve espléndido (fot. 33). Sus garras, como las de todos los buitres, son relativamente débiles y están adaptadas para la carrera, más que para sujetar presas. El área de distribución comprende África, el sur de Europa, desde España a Oriente Medio y ciertas regiones de la India.
Un comportamiento curioso de los alimoches es su habilidad para romper huevos de otras especies con la intención de consumirlos. Son capaces incluso de partir huevos de avestruz arrojándoles piedras con el pico o arrastrándolos hacia los acantilados y despeñándolos.[1] Frecuentan muladares y basureros en busca de carroña, excrementos y cadáveres de animales. No es de extrañar, por tanto, que figuraran en las listas de animales impuros de los hebreos, organismos que no podían ser consumidos.
Aparte de su beneficioso papel en los ecosistemas como eliminadores de cadáveres y de posibles infecciones, así como desde el punto de vista de la conservación de especies amenazadas o en peligro de extinción, como es el caso de estas aves, los alimoches pueden recordar también aquellas palabras de Jesús referidas a los sepulcros blanqueados, en relación con la hipocresía de los escribas y fariseos: !Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia (Mt. 23:27).
A pesar de todo, el ser humano debería estar muy agradecido a estas aves necrófagas ya que limpian constantemente el medio ambiente de bacterias y parásitos que podrían ser perjudiciales para la humanidad y el resto de los seres vivos. ¿Por qué, a pesar de alimentarse de cadáveres en descomposición, los buitres no se enferman?
El secreto está en la repartición de su flora bacteriana así como en la notable acidez de su estómago. Los alimoches, como el resto de sus congéneres, fueron dotados con un mecanismo capaz de matar a los microbios peligrosos que viven en el cuerpo de otros animales en descomposición, como las Clostridia y Fusobacterias. Al revés que los humanos, los buitres tienen la mayor parte de su microbioma (o flora bacteriana) en la piel de la cara y el pico, mientras que el intestino posee menor diversidad. Por el contrario, las personas tenemos más diversidad de microbios dentro de la boca, el estómago y el intestino, que en la piel o la cara. Se han hallado más de 520 tipos de bacterias sobre el rostro de estas aves y tan sólo 76 en sus intestinos. Lo que significa que durante la digestión, los buitres fríen y destruyen todo lo que pasa por sus estómagos. Incluso deshacen por completo el ADN de sus presas. En cambio, las bacterias que causan más problemas a los humanos son aquellas que sobreviven en nuestros intestinos.
De manera que, a pesar de las apariencias, los alimoches y demás buitres no son aves despreciables, ni hipócritas, sino animales que prestan un enorme servicio al ecosistema y a los seres humanos, ya que constituyen una especie de factoría sanitaria móvil y gratuita, capaz de eliminar miles de toneladas de carne en putrefacción que podrían ser una amenaza para la salud pública. Por tanto, debemos respetarlos y protegerlos porque como el resto de los seres creados reflejan el diseño y la sabiduría de Dios.
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