La nota explicativa oficial afirma: “Llamado frecuentemente ‘el pintor de la reforma’, coincidía con Lutero en que las imágenes artísticas servían para fortalecer la piedad, educar al pueblo y aproximarlo a las Sagradas Escrituras”.
Inaugurada a fines de octubre pasado, la exposición de obras de Lucas Cranach, el Viejo (1472-1553), que lleva por título “Sagrada emoción”, permanecerá hasta fines de febrero de este 2017, año en que se conmemora el medio milenio de la Reforma Protestante, en el Museo Nacional de San Carlos del centro de la capital mexicana.
Se trata de la primera vez que se presentan trabajos de este gran exponente del Renacimiento europeo, mediante una muestra de 25 piezas, entre óleos en tabla y grabados, procedentes de museos de Arte de Filadelfia, Nacional de Bellas Artes de Cuba, Franz Mayer, Soumaya, y de las colecciones Pérez Simón e Hilario Galguera. La nota explicativa oficial agrega: “Llamado frecuentemente ‘el pintor de la reforma’, debido a la constancia con que sirvió a príncipes protestantes y a la profunda amistada que tuvo con Lutero, con quien coincidía en que las imágenes artísticas servían para fortalecer la piedad, educar al pueblo y aproximarlo a las Sagradas Escrituras”.[1]
La prensa dio puntual seguimiento al suceso mediante algunas notas que destacaron su importancia. En El Universal, la curadora Ana Carpizo señaló: “Cranach, además de ser artista, fue un intelectual del momento, polifacético y súper importante dentro de las reformas luteranas. Hay que englobarlo como un ser político, social y artístico. Por eso es tan importante su cisma; por eso tiene tantos seguidores. Él y Durero crearon una escuela, la escuela del Renacimiento del norte de Europa”.[2] Allí mismo, la directora del museo, Carmen Gaitán, comentó que la exposición tardó dos años en concretarse. La curadora agregó algunos aspectos técnicos relevantes en la obra del artista alemán: “Lucas Cranach rescata la perspectiva. Tiene elementos artísticos cercanos al alto medioevo pero con perspectiva. Es muy importante la fisonomía de cada personaje, no son iguales como pasó en anteriores periodos, sino que cada uno es reconocible. También Cranach retoma el paisaje de la densidad boscosa de Giorgione, otro renacentista italiano”.
Por su parte, en Milenio, Gaitán subrayó: “Muchos museos de Alemania, Inglaterra y Estados Unidos nos celebraban esta ambiciosa idea de montar una exposición de Cranach, pero se dolían de no poder prestar sus piezas porque son tablas muy delicadas que definitivamente no pueden viajar; sin embargo, logramos reunir 25 obras para esta muestra”,[3] la cual también incluye obras de contemporáneos de Cranach, como Alberto Durero, Mathias Grünewald y su propio hijo. Gaitán planteó, asimismo, “que con la mirada de Cranach se inauguró una manera de ver al mundo, ya que fue un pintor que rompió con la Iglesia católica y empezó a crear arquetipos sobre todo el fenotipo de la mujer, con el que creó una escuela y un gran estilo”.
El tríptico de la Crucifixión fue prestado por el Museo de Arte de La Habana, así como el retrato de Joaquín II, el gobernador de Brandenburgo, de 1529, procedente del Museo de Arte de Filadelfia. Tres son los temas que aparecen en la exposición: el retrato, la alegoría y los temas religiosos. Asimismo, se observa la firma del artista, el anagrama de la serpiente alada otorgada por Federico III de Sajonia. Dicho sello ostenta una serpiente alada con un anillo en la boca, por lo general inserto y camuflado en la composición, según explicó la curadora, quien indicó que a partir de 1531 las cambió por unas alas a pájaro.
Amigo de Lutero, Cranach fue reconocido por su labor creativa. “Su obra destacó por ejercer la crítica hacia la Iglesia católica, tras estallar la Reforma encabezada por Martín Lutero, tras la venta de indulgencias en Roma para la construcción de la Basílica de San Pedro, cuando el credo se dividió: por un lado estaban quienes seguían al Papa y por el otro la disidencia que pugnaba por la restauración del cristianismo primitivo”, afirmó Carpizo. La especialista dijo que Cranach, por su proximidad con el protestantismo y por su amistad con Lutero, fue elegido el pintor de cámara de Juan Federico I de Sajonia, El Magnánimo, uno de cuyos retratos aparece en esta muestra. Con anterioridad, La Jornada dio cuenta de la exposición de Cranach, el Joven, en Wittenberg, en 2015.[4]
En el catálogo digital, primero en su tipo divulgado por este museo, escribió el ahora extinto Rafael Tovar y de Teresa, primer secretario de Cultura:
Presentamos por primera vez en México a uno de los artistas más importantes de la historia del arte y del renacimiento del norte de Europa. Lucas Sünder, mejor conocido como Lucas Cranach, nace en el contexto del movimiento artístico del renacimiento germánico, que rescató las características plásticas del alto medievo. Cranach fue testigo y pieza clave de la intelectualidad del cisma reformista a manos de Martín Lutero, cuya franca polarización política y religiosa, advirtió la lógica que confrontaba el osado trazo italianista enarbolado por Miguel Ángel y las cumbres manieristas.[5]
El catálogo se divide en tres partes (Religión, Retratos, Alegoría y mitos) y comenta puntualmente algunas obras de la exposición, destacando sus características principales. Así, sobresalen Adán y Eva, óleo sobre tabla de 1530, inspirado en el célebre grabado de Durero de 1504: “Eva es portadora del canon estético instaurado por Cranach: figura esbelta de tez rosada, piernas alargadas, cabello rojizo ensortijado, ojos ligeramente rasgados y senos menudos”. El cuadro muestra “la lucha de Dios, representado por el ciervo —que de acuerdo con el bestiario medieval come serpientes y rejuvenece en este acto—, contra la víbora con oídos, que encarna al mal” (p. 16). San Jerónimo escribiendo en un paisaje rocoso, de 1515 aprox., aparece “como un barbado ermitaño semidesnudo. Sus atributos iconográficos son un león a los pies, el capelo cardenalicio, y el libro que hace referencia a su trabajo como traductor de la biblia” (p. 18).
El niño Dios con San Juan Bautista (1538-1540) “perteneció al Museo Wallraf-Richartz de Colonia, Alemania, pero a causa de la Segunda Guerra Mundial, el ejército nazi lo trasladó a la Embajada de Alemania en Londres. En 1996 fue adquirido por el Museo Soumaya en la ciudad de México”. De esta manera se explica la composición de la obra: “A su izquierda se encuentra san Juan Bautista hincado y cubierto con una piel de camello, quien señala a Jesús como el cordero de Dios, que carga sobre sí los pecados del mundo y es símbolo de pureza e inocencia. La imagen que apreciamos es el divino pastor que conduce los rebaños de su pueblo y al mismo tiempo el siervo de Dios que contrasta con el maligno en el lado inferior del cuadro” (p. 20).
El retrato de Federico III de Sajonia, el Sabio (1463-1525), mecenas de Durero y de Cranach mismo, tiene una inscripción en latín en la parte superior que dice: “La palabra del Señor permanece eternamente. Esa palabra de Dios quiere que la piedad permanezca perpetuamente y para la posteridad”. En el catálogo se afirma: “Federico III de Sajonia y Jorge Meissen, Duque de Sajonia, prohibieron la venta de indulgencias enemistándose con la curia romana, dando lugar a todo un movimiento político-religioso que desembocó en el protestantismo” (p. 37).
Entre los préstamos internacionales destaca el tríptico de la Crucifixión, propiedad del Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba. Fue la última que completó el montaje. Muestra a Jesús en el huerto, la crucifixión misma, además de la Resurrección. “Los fenotipos con rostros alterados, entre mongólicos y malvados, fueron resaltados por Gaitán. Son los representantes de la Iglesia, una especie de mofa al poner estas caras que recordamos en El Bosco y en Brueghel”. La curadora llamó la atención “a los detalles del martirio de Jesús, por ejemplo, aparecen la esponja, los clavos y la donante, contrario a la costumbre, con una emoción abrazando la cruz”. Otras obras incluidas son: de Cranach, el Joven, Jesús y la mujer adúltera, de Durero, El monstruo del mar, La adoración de la virgen, La flagelación de Cristo y Jesús despidiéndose de su madre, de Bärtholomäus Bruin, el viejo, La adoración del Niño, y de un autor desconocido del Norte de Europa, Cristo muerto.
Quizá el grabado más llamativo de Durero sea La Virgen sobre el creciente, donde aparece María “con el niño en brazos sentada en una luna creciente, a sus espaldas los rayos del sol y coronada por doce estrellas. La iconografía obedece a la virgen apocalíptica descrita por Juan, que en el ambiente flamenco en el que se desempeñó Durero, se le denominó mulier amicta sole (la mujer rodeada de sol)” (p. 23). Las tres series de grabados a las que pertenece se publicaron en 1511 con comentarios en verso del fraile Benedikt Chelidonius.
Bien pueden resumir estas palabras de Tovar y de Teresa la importancia de la exposición en este año tan significativo para la tradición protestante:
Admirar la obra de Cranach en nuestro país permite conocer lo mejor de la cultura universal y acercarse a un artista considerado como uno de los máximos autores representantes del movimiento luterano, postulador del particular fenotipo femenino que marca una pauta importante a fines del siglo XV y el resto del siglo XVI. Esta revisión es también un nuevo punto de partida para la reflexión y la interpretación crítica, que arroje nuevas luces sobre los grandes maestros del arte europeo.
[1] “Lucas Cranach. Sagrada emoción”, en el sitio oficial de la Secretaría de Cultura del gobierno mexicano, 11 de noviembre de 2016, www.gob.mx/mexicoescultura/articulos/lucas-cranach-sagrada-emocion.
[2] Sonia Sierra, “Lucas Cranach, ‘el Viejo’, llega al Museo de San Carlos”, en El Universal, 27 de octubre de 2016, www.eluniversal.com.mx/articulo/cultura/artes-visuales/2016/10/27/lucas-cranach-el-viejo-llega-al-museo-san-carlos.
[3] Leticia Sánchez Medel, “La ‘Sagrada emoción’ de Cranach, en San Carlos”, en Milenio, 27 de octubre de 2016,
[4] “Lejos de la sombra de su padre, exhiben el legado de Lucas Cranach el Joven”, en La Jornada, 3 de octubre de 2015, www.jornada.unam.mx/2015/10/03/cultura/a03n1cul.
[5] R. Tovar y de Teresa, en Carmen Gaitán Rojo, coord. gral., Lucas Cranach. Sagrada emoción. México, Museo Nacional de San Carlos, 2016, p. 5.
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