Si separamos los Derechos Humanos, la Carta de la Tierra y la preocupación ecológica, es solamente a efectos didácticos, para entendernos, para que nuestra mente pueda analizar mejor la realidad. No obstante, hay que tener un pensamiento integral de todos estos temas, holístico, interrelacionado, interdependiente y coimplicado, para no ser objetos de acusaciones fundadas desde los posicionamientos ecológicos. Desde la ecología se nos acusa.
Todo, valores bíblicos, Derechos Humanos, la defensa de la justicia redistributiva de los bienes del planeta tierra y la ecología, debe conformar un todo integral que no se debería separar y que debería caminar junto en las reivindicaciones de los cristianos o del género humano en general. Es la única forma de rechazar las acusaciones que se nos hacen desde la ecología y que vamos a ver muy sucintamente. ¿Hay razones para que a los cristianos se nos acuse desde la ecología?
Sí. Se nos acusa. Se nos está acusando. Para evitar estas acusaciones, los Derechos Humanos deberían tener algunos tintes ecológicos entendiendo que la defensa de la dignidad del hombre pasa, necesariamente, por la defensa de los temas ecológicos, la defensa de la casa del hombre, del equilibrio de los ecosistemas. Es verdad que la causa del hombre está unida a la causa de la tierra. Igualmente el cristianismo se debería vivir con sensibilidad y concienciación ecológica. Que nadie nos pueda acusar justamente.
Si, realmente, queremos que se cumpla el Derecho Humano que dice: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación…”, no nos queda más remedio que entrar en temas ecológicos, más aún, en temas de cómo se reparten y se redistribuyen los bienes del planeta tierra. Así, la Biblia, los Derechos Humanos, la ecología y el tema de la justa redistribución de los bienes, se unen, se dan la mano para, juntas, evitar o rechazar esas acusaciones.
El error que se ha cometido es que se da un excesivo antropomorfismo en la Defensa de los Derechos Humanos y un aislamiento en la defensa del cosmos en el caso de la ecología. Deberían estar más entrelazados ambos temas.
La Biblia también defiende la ecología. Sin embargo, ha ocurrido algo similar a lo que estamos comentando: El cristianismo se ha vivido de una forma excesivamente antropológica y han sido bastante pasivos en la defensa de los temas ecológicos. ¿Nos puede acusar el dedo ecológico? Tampoco los cristianos han sabido conjugar con equidad y equilibrio el tema del amor al hombre, al prójimo, con el tema de amor a la tierra. ¿Se nos puede acusar desde la ecología? No se han dado cuenta de la fuerte interdependencia que hay entre estas dos demandas bíblicas.
No es de extrañar, por tanto, que hayan surgido las críticas y acusaciones contra la forma de vivir el cristianismo. Así, nos podemos encontrar por parte de sectores ecologistas con acusaciones a la propia Biblia que devienen más de la forma en que los cristianos viven el cristianismo y el ecologismo que a la forma en que lo trata la Biblia.
Por tanto, es la pasividad de los cristianos, el vivir el cristianismo de una forma preocupada por el hombre y despreocupada por la tierra, es lo que ha dado lugar a esta crítica o acusación que tiene dos dimensiones: a) la que acusa a la Biblia y al cristianismo de ser vivido de una forma excesivamente antropocéntrica. b) la que acusa a los textos del Génesis de potenciar la posición dominadora y explotadora sin medida de los recursos de la tierra.
Algunos, por tanto, acusan a la Biblia de un exceso de antropocentrismo que ha hecho que la naturaleza, incluyendo también los animales, se perciba como distanciada y subordinada al hombre. Por tanto nosotros, desde estas líneas, mantenemos que tanto la defensa de los Derechos Humanos como la defensa del cristianismo y de los valores bíblicos, deben ser vividos desde la responsabilidad en la defensa de la tierra, de sus ecosistemas, del desastre del injusto reparto de los bienes de nuestro planeta que deben pertenecer a todos por igual. Que nadie nos pueda acusar con razón.
La Naturaleza no debe convertirse en el objeto de dominación con la única finalidad de satisfacer las necesidades de los hombres que, además, se hace de manera injusta. Por tanto, tanto los Derechos Humanos, como la Ecología, como la vivencia de la espiritualidad cristiana deben denunciar el despojo de la tierra a favor de algunas clases privilegiadas, sin que se respete la dignidad de más de media humanidad, ni sus derechos… La tierra no es para ser dominada, saqueada… ni para que algunos humanos se enseñoreen no solamente de la tierra, sino de sus productos. Por tanto, desde nuestra responsabilidad cristiana acusamos: Unos pocos se enseñorean de la tierra, de sus productos y, más cruel aún, de sus congéneres, de los habitantes de esta casa común que deberían ser tratados con igualdad y equidad.
Algunos piensan que el hombre, incluidos también los cristianos, interpretan mal el texto bíblico del Génesis que dice: “Llenad la tierra y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra”. Muchos, en vez de ser cuidadores de la tierra, la han depredado y no se han enseñoreado sólo de las bestias, sino del propio hombre, de sus congéneres, reduciéndoles a la pobreza y la exclusión de los bienes de la tierra. ¡Está bien que se nos acuse hasta producir un cambio de valores! ¡Acusad! ¡Denunciad! ¡Volved a los valores bíblicos!
¡Cuánto debemos reflexionar los cristianos para vivir con autenticidad la espiritualidad cristiana! Debemos vivirla contextualizada en la defensa del hombre, de los valores bíblicos que dignifican al hombre, de los Derechos Humanos, desde la justicia social redistributiva de los bienes del planeta tierra y, sin lugar a duda, desde la sensibilidad ecológica que dice la Biblia que la tierra también gime como con dolores de parto esperando la liberación.
Por tanto una llamada al pensamiento y al compromiso integral, a una preocupación holística de los temas bíblicos que afectan al hombre y a la creación, desde los valores bíblicos que nos llaman a la defensa de los derechos de los hombres y a su dignificación usando el concepto de projimidad, de amor al prójimo. Una llamada a la vivencia holística e integral de los Derechos Humanos, la justicia social redistributiva y la defensa de la ecología… Se nos acusa.
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