Queremos seguir trabajando el artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que dice: “Toda persona tiene derecho a un nivel adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación…”. También queremos unir este artículo a la problemática ecológica, a los problemas socio-ambientales y a la visión utilitarista que nos da el dios Mamón.
Afirmamos, pues, que la causa del hombre, su alimentación y posibilidades de vida digna como defiende el artículo 25 de la Declaración Universal, está ligado a la causa de la tierra, al hecho de que se trabaje por un desarrollo sostenible y una justa redistribución de los bienes del planeta tierra. Trabajar en esta línea es ir en contra del dios de las riquezas, en contra de los poderes del mal.
Si nos fijamos en los indicadores clásicos de creación de riqueza, unido a una reflexión ética y de justicia social para el hombre, nos daremos cuenta que la economía, el crecimiento económico, el producto interior bruto y el uso de los recursos naturales y de las fuentes de energía están basados en un enfoque utilitarista en donde prima más el tener, el consumir, que el ser, tanto de los hombres, como de los animales, como del planeta tierra.
El dios Mamón está ganado la batalla. ¿Acabará ganándola definitivamente? ¿Seremos los cristianos incapaces de plantarnos ante la necedad de la riqueza y de la acumulación desmedida de bienes? ¿Intentaremos, acaso, tener a dos señores y convertirnos simultáneamente en adoradores del dios Mamón y del Dios verdadero? Hermanos, esto es imposible.
Desde este utilitarismo mamonista, el hombre, en relación con la creación de Dios, ha sido, como ya se ha dicho, el Satán de la tierra guiado por los valores mamonistas, los valores agrios del dios de las riquezas. Bajo el imperio de este falso dios, es el hombre el que hace sufrir a la tierra como con dolores de parto en espera de su liberación.
Además de este sufrimiento, al seguimiento del falso dios, al dios del egoísmo mamonista, se une el hecho de que el desigual e injusto reparto de los bienes saqueados a la tierra produce una desigualdad social sangrante que da lugar al escándalo de la pobreza en el mundo y a una injusticia social en donde unos hombres se convierten en despojadores de más de media humanidad. Es el trabajo de Mamón y de sus seguidores… No os inclinéis ante él, no os humilléis ante el oro como decían los versos de nuestro español Quevedo:
“Madre, yo al oro me humillo, él es mi amante y mi amado, pues de puro enamorado anda contino amarillo”. Esta humillación a Mamón es la tragedia de nuestra historia.
Bajo estas perspectivas es imposible el cumplimiento de los Derechos Humanos, afectando especialmente al derecho a la alimentación y a un nivel de vida adecuado para salvaguardar la dignidad del propio hombre. Hasta aquí nos han llevado los desequilibrios causados por la locura de seguir al dios Mamón, al dios de las riquezas acumuladas por sus adoradores. Desequilibrios que se agrandan en la actualidad: los ricos cada vez más ricos, se separan casi hasta el infinito de los pobres cada vez más pobres.
El enfoque utilitarista del crecimiento económico, siguiendo al dios Mamón, unido a una falta de ética social y humana en defensa del hombre, hace que los despojadores de la tierra y de los pobres no se preocupen ni de las tasas de erosión de los recursos naturales, ni de la acumulación de residuos… Sólo se preocupa de dar culto al brillo del oro, al dios de las riquezas que se acumulan en pocas manos, manos injustas y egoístas. Gentes deslumbradas por el poder y el brillo del oro que les incapacita para la solidaridad humana, para cumplir con la llamada de Jesús a la projimidad.
Los cristianos tenemos que trabajar en un nuevo marco ecológico en donde los valores éticos, la justicia social y los valores bíblicos que se reflejan especialmente en los valores del Reino, en las parábolas del Reino y en los ejemplos de vida y palabras de Jesús, integren todo el crecimiento económico en los límites razonables y justos del medio ambiente, del desarrollo sostenible. Esto se situaría dentro de los parámetros del culto al verdadero Dios.
Por eso, desde estas líneas queremos hacer una llamada a la vuelta a los valores del Reino, valores en contracultura con la cultura dominante del dios Mamón. Mamón no ha vencido totalmente. Todavía queda un remanente fiel que tiene otros valores, que piensa realmente que los últimos deben pasar a primer plano y ser liberados, que saben que los cristianos deben ser esos agentes de liberación que son capaces de rescatar vidas de las garras del dios Mamón, capaces de enseñar otros valores que evangelicen la cultura.
El utilitarismo del dios Mamón debe ser derrotado y debemos bañar la tierra con nuevos valores liberadores que no se fijen tanto en el tener como en el ser, sabiendo que la vida del hombre está por encima de las migajas humanas que podemos heredar de ese dios de las riquezas que nos entrena en el egoísmo y anula en nosotros la práctica de la compasión.
Nosotros los cristianos tenemos una llamada a derrotar a Mamón llamando a los mamonistas al arrepentimiento y al compartir como parte de nuestra labor evangelística, única forma en que los mamonistas pueden también heredar el Reino de Dios que también es para ellos si se convierten, comparten y se sienten movidos a misericordia.
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