Los Derechos Humanos no son la reflexión de un día, sino que se han ido conformando a lo largo de todo un proceso histórico que culminarán en la Declaración Universal del año 1948, pero que se puede decir que ese proceso no ha terminado todavía, que los Derechos Humanos aún se pueden desarrollar y tienen un ámbito en el cual se le pueden añadir nuevos derechos.
Hoy se habla de cuatro fases, de cuatro generaciones de derechos que componen los requisitos básicos para que el hombre pueda vivir en dignidad. Así, los Derechos Humanos son el poso que van dejando muchos años de lucha.
Una de estas luchas ha sido la lucha por la defensa de la libertad religiosa a la que tanto nos hemos aferrado los evangélicos en épocas difíciles y con falta de libertades, pues los Derechos Humanos están inspirados y sustentados en un valor moral irrenunciable: la libertad.
Las personas a lo largo de la historia han tenido que luchar por conseguir libertades. Así, los Derechos Humanos se fundamentaban en la lucha por las libertades necesarias para vivir con dignidad: libertad religiosa, la lucha para liberarse de los abusos de los poderes absolutos, la lucha para hacer que la justicia brillara, dejara toda tiranía y se hiciera una justicia “humana”, humanizada, tanto la justicia procesal como la penal. Eran los Derechos de la primera generación.
Esta primera generación de derechos es la llamada la generación de los derechos civiles y políticos que se reivindicaron por la burguesía frente a las monarquías absolutas a partir del siglo XVI.
La verdad es que, para los cristianos, los derechos de esta primera generación no cuesta mucho trabajo defenderlos: defender el derecho a la vida, a la libertad religiosa, los derechos a expresar las ideas libremente, libertad de conciencia, pensar en libertad.
También el derecho a reunirse libremente para fines religiosos o políticos, libertad para desplazarse libremente, libertad de no ser detenido ni molestado por ideas religiosas, políticas o sociales, tener todas las garantías de que los juicios eran imparciales… Son las libertades fundamentales que sientan las bases de las modernas democracias.
Pero los Derechos Humanos no acaban ahí con estos derechos civiles y políticos.
También había otro tipo de requisitos o reivindicaciones básicas para poder llevar una vida digna. Son los Derechos Humanos de la segunda generación que también se recogen en la Declaración Universal del año 1948.
Es la generación de los Derechos Económicos, que englobarán también los derechos sociales y culturales.
Aquí las cosas se endurecen un poco más para los cristianos a pesar de que la Biblia es una garante perfecta de los derechos de esta segunda generación. La Biblia defiende los salarios justos de los trabajadores, el derecho al empleo y al salario justo, la no explotación ni la opresión de los trabajadores… es un reguero de pensamiento que se da a lo largo de toda la Biblia alcanzando sus iconos fundamentales en los profetas.
En esta segunda generación de los Derechos Humanos se van a defender no solamente el derecho al empleo y al salario justo, sino otros derechos económicos y sociales como el derecho a la vivienda, la salud, la educación, la cultura, la pensión de jubilación.
Muchos han considerado la primera generación de Derechos Humanos, una generación de derechos separados del ambiente social. Era necesario que, para tener sentido esa primera generación de derechos, se formularan con la misma fuerza e intensidad los derechos económicos y sociales.
Son derechos más delicados éstos al intentar la redistribución de los bienes del planeta tierra, la lucha contra el desigual reparto, pues el tener sólo unos derechos civiles y políticos reivindicados por la burguesía le dejaban en unos derechos formales para muchos privados de las condiciones económicas, sociales y culturales mínimas para vivir con dignidad.
Surgen así las reivindicaciones del movimiento obrero, la lucha por la justicia social, la justicia redistributiva, la lucha contra la injusta acumulación desmedida de bienes que ejercen algunos, que es una ejercicio de violencia contra los más débiles. Los privados de los derechos económicos y sociales, tampoco puede ejercer sus derechos civiles o políticos. Es necesario un nivel cultural, sanitario y de ingresos económicos para poder reivindicar de alguna manera también los derechos civiles y políticos.
¿Quién es más radical en la defensa de estos derechos económicos, la Biblia o las declaraciones humanas? La Biblia no sólo es más radical, sino determinante en la defensa de los derechos económicos y sociales. Están en la misma columna vertebral de la projimidad.
Los cristianos, si seguimos las recomendaciones bíblicas, los textos proféticos, no podemos quedarnos anclados en las reivindicaciones de los derechos civiles y políticos, sino que con el texto de los Derechos Humanos en una mano y con el texto bíblico en la otra, tenemos que defender y luchar tanto por los derechos civiles y políticos, como por los derechos económicos, sociales y culturales.
Hacer una lucha conjunta por la defensa de los derechos tanto de la primera generación como de la segunda. Ambos forman un todo indivisible y que se necesitan unos a otros para defender la dignidad del ser humano.
Os quiero dejar con uno de los derechos de la primera generación, perteneciente a los derechos civiles y políticos y con otro de la segunda generación, perteneciente a los derechos económicos y sociales. Haced un esfuerzo para valorarlos desde el punto de vista bíblico y ver si los dos se necesitan mutuamente, si son imprescindibles y complicados para la defensa de la dignidad humana.
Derecho civil de la primera generación:
“Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad para cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”.
Derecho económico de la segunda generación:
“Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros caos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad”.
¿Se complementan ambos derechos para la lucha por la dignidad de la persona?
¿Son imprescindibles ambos?
¿Debe el cristiano trabajar y luchar igualmente por los derechos civiles y políticos que por los derechos económicos y sociales?
¿Se decanta la Biblia más por la defensa de los derechos civiles o por los derechos económicos y sociales?
Quizás es que conforman todo un conjunto de ideas coimplicadas para la defensa de la dignidad de la persona humana. Los unos alcanzan su sentido con los otros y los otros con los unos. ¿Se decantan más hacia un lado o hacia el otro la defensa de los valores del reino que irrumpen en nuestra historia con la enseñanza de Jesús?
Al menos, hay que decir que Jesús mantiene el equilibrio de la balanza y se identifica con el sufrimiento de los empobrecidos del sistema de una manera radical.
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