Queremos seguir hablando sobre el derecho humano a la vida, sobre el artículo 3 de la Declaración Universal sobre los Derechos Humanos, que es el tema de esta serie de la cual llevamos ya 25 artículos.
Estamos escribiendo desde Madrid, España. Veo en la prensa evangélica una noticia que dice:
“Según el Instituto de Política Familiar (IPF), en España se han realizado 118.359 abortos en 2012, convirtiéndose en el tercer país de la UE en su práctica —sólo detrás del Reino Unido y Francia—, y el primero en tendencia de crecimiento”. Por tanto no estamos hablando de un tema fantasma o irrelevante. Estamos hablando de algo sumamente importante para la vida humana.
Una de las incoherencias sociales o esquizofrenia social como afirmamos en los Principios Inspiradores de nuestro centro “Da Vida” de Misión Evangélica Urbana de Madrid, es el hecho de que se invierten una cantidad de recursos sanitarios para que la ciencia avance en temas de fertilización asistida y que los niños prematuros puedan tener viabilidad, mientras que, por otra parte, en muchos casos de nuestro momento histórico y dependiendo de los diferentes países, se flexibiliza el abortoo, como se dice eufemísticamente, la interrupción voluntaria del embarazo, en lugar de llamarle el exterminio de los no natos, su muerte violenta.
Por eso,
aunque en algunos ambientes no se nos entienda y se nos pueda tachar de retrógrados, nos unimos a muchos médicos y científicos que están por la defensa de la vida humana en su etapa prenatal y afirmamos con ellos que el principio de la vida humana se da en el mismo instante de la fecundación.
También en nuestro Servicio “Da Vida” de Misión Evangélica Urbana de Madrid, en sus principios inspiradores, afirmamos que, aunque en el proceso de crecimiento intrauterino el feto depende de la madre en cuanto a su alimentación y viabilidad desde las perspectivas físicas, no se puede afirmar que el feto constituya en ningún momento una parte del cuerpo de la madre. Este concepto es muy importante para la defensa de la vida en el tema del aborto. El feto es un ser humano totalmente distinto, un individuo distinto de la madre en cuyo seno habita, se nutre y crece.
Así,
no podemos afirmar, en ningún caso, que la madre sea dueña de ese ser humano y, por ende, creemos que no puede hacer con él lo que quiera, no puede exterminarlo, matarlo. Con el aborto, la madre destruye una vida humana distinta de su vida misma.
Aunque nosotros, como cristianos evangélicos tenemos como base de inspiración las Sagradas Escrituras, al igual que nuestro Programa Da Vida,
nos alineamos también con el artículo 3 de la Declaración de los Derechos Humanos que estamos citando en defensa de la vida, pero también este Programa evangélico también se adhiere a la Declaración de los Derechos del Niño de la ONU (1959), que demanda “especiales salvaguarda y cuidado del niño, incluida la legal, antes y después del nacimiento”.
Que estos textos no queden en declaraciones formales que no se tienen en cuenta a la hora de realizar un aborto.
También nos adherimos y recordamos lo dicho en la Carta de Derechos del Niño aprobada por el Consejo de Europa(Carta Europea de los Derechos de la Infancia, de octubre del año 1.979), en la que se dice:
“desde el momento de su concepción, el niño que va a nacer debe gozar de todos los derechos enunciados en la presente Declaración”.
Yo sé que no es fácil hablar en estos términos en algunos ambientes sociales en los que los cristianos nos movemos, pero yo creo que, a la luz del propio texto bíblico, los cristianos debemos estar a favor de la defensa de la vida, sea en el caso del aborto que ahora estamos tratando por tener la Entidad que presido un centro pro-vida, o en otros casos en los que la vida se siente amenazada.
Nosotros estamos muy contentos de tener nuestro Centro Da Vida aún con la característica de que la propia naturaleza asistencial y de integración social de la Misión Evangélica Urbana de Madrid, su propia característica de ser una Misión de ayuda a las personas en desventaja social, en riesgo de exclusión social o ya en exclusión social, haga que no sólo vengan como usuarios a este servicio sólo mujeres buscando alternativas al aborto, sino mujeres con sus hijos ya nacidos en sus brazos buscando recursos asistenciales, orientación y amor.
Creo que en estos aspectos de nuestro Programa Da Vida es un privilegio para los evangélicos que muchos niños en Madrid se puedan pasear en carritos o sillas que compraron familias evangélicas para sus propios hijos y que luego han donado, que se puedan alimentar con alimentos que provienen de los fondos de donantes de nuestras iglesias, que puedan ir vestidos también con ropas infantiles que han usado los niños de las familias evangélicas, o comprados con donativos de creyentes evangélicos —pues también se usa mucha ropa infantil nueva—, aunque tengamos otras ayudas que no provienen estrictamente de la generosidad de los miembros de nuestras iglesias o, mismamente, de nuestras iglesias mismas.
Consideramos evangelizador y altamente positivo para la sociedad civil la convicción cristiana que atribuye la propiedad exclusiva de la vida humana a Dios, convicción que no sólo nos lleva a hacer alguna que otra declaración, escrito o charla, sino que nos lleva a comprometernos con las mujeres embarazadas, un compromiso que surge de la vivencia de nuestra espiritualidad cristiana que nos lanza a la defensa de la vida. Es el ánimo de servicio que Jesús nos enseñó y del cual nos dio ejemplo.
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