La conexión del líder inca Pachacuti con su dios creador Viracocha, podría haber preparado el camino para el evangelio en los Andes.
En las cumbres de los Andes y los países que son los herederos de los incas se conserva la memoria de Pachacuti, un líder inca cuya visión transformó las creencias de su pueblo.
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En el siglo XV, este gobernante del Tawantinsuyo 1 no solo expandió un imperio, sino que también impulsó una reforma religiosa que acercó a los incas a un monoteísmo centrado en Viracocha, el dios creador.
Este séptimo y último artículo de nuestra serie sobre la adoración a Yahvé fuera de Israel examina las reformas de Pachacuti, su conexión con Viracocha y cómo esta búsqueda podría haber preparado el camino para el evangelio, invitándonos a reflexionar sobre la huella de Dios en los Andes.
Pachacuti Inca Yupanqui, el noveno gobernante inca (1438-1471), marcó un antes y un después en la historia andina.
Según relatos históricos, ascendió al poder tras liderar la defensa de Cuzco contra los chancas, un evento que, según la tradición oral, incluyó una visión divina que lo inspiró a resistir con un ejército milagrosamente fortalecido.
Este triunfo no solo consolidó su autoridad, sino que lo llevó a reestructurar el imperio, desde la arquitectura monumental hasta la religión. Reconstruyó el Coricancha, el templo principal en Cuzco, y reorganizó el culto, colocando al sol como deidad central, pero con Viracocha a su lado, una figura que algunos cronistas asociaron con un dios creador único.
La sociedad inca era originalmente politeísta, venerando múltiples huacas (espíritus de la naturaleza) y deidades como Inti (el sol) y Pachamama (la tierra).
Sin embargo, las reformas de Pachacuti sugieren un giro hacia una jerarquía divina más unificada.
Muchas culturas antiguas poseían elementos culturales que eran como una puerta para el evangelio, creencias monoteístas que anticipaban la creencia en un solo Dios.
En el caso de los incas, Viracocha, descrito como el creador del mundo y origen de la humanidad, podría haber sido un reflejo de esta preparación, un eco de Yahvé que Pachacuti buscó exaltar sobre las demás deidades.
Este contexto cultural, moldeado por migraciones y las tradiciones orales post-diluvianas, ofrecen un terreno fértil para explorar la influencia divina en los Andes.
Las reformas de Pachacuti, detalladas en crónicas como las de Sarmiento de Gamboa, incluyeron la elevación del sol como símbolo imperial, pero con un énfasis especial en Viracocha.
Según estas fuentes, Patchacuti ordenó que el Coricancha fuera adornado con oro y que Viracocha ocupara un lugar prominente junto al Sol, acompañado por Illapa (el trueno).
Este cambio no eliminó el politeísmo, pero estableció una jerarquía donde Viracocha emergía como la deidad suprema, un creador que ordenó el cosmos desde las aguas del lago Titicaca.
Esta idea resuena con la narrativa de Génesis, donde Yahvé crea el mundo desde el desorden, sugiriendo una posible conexión cultural.
Un evento clave que moldeó esta reforma, fue una experiencia personal de Pachacuti. Se cuenta que, contemplando el cielo desde las alturas de Cuzco, observó cómo una nube oscurecía el sol, su deidad más venerada.
Este fenómeno lo llevó a una reflexión profunda: si una simple nube podía tapar al sol, ¿cómo podía este ser el dios supremo? Esta conclusión marcó un punto de inflexión, impulsándolo a cuestionar la supremacía de Inti y a exaltar a Viracocha como el verdadero creador, un dios por encima de los elementos naturales.
Este momento, registrado en tradiciones orales y crónicas coloniales, sugiere que Pachacuti buscaba una deidad trascendente, un eco de Yahvé que no se doblegaba ante la creación. 2
Tales reformas podrían indicar un monoteísmo incipiente y reflejan un intento de unificar la fe andina, un proceso que Richardson vincula con la preparación de culturas para recibir la verdad divina.
La visión de Pachacuti refuerza esta idea, atribuyendo a Viracocha un poder milagroso que trasciende lo terrenal, similar a las intervenciones de Yahvé en la historia bíblica.
Viracocha, en la mitología inca, es descrito como un dios andrógino que emergió del lago Titicaca, creó al sol, la luna y los humanos, y luego se perdió en el mar occidental.
Esta narrativa, recogida por cronistas como Blas Valera, lo presenta como un ser omnipotente y omnisciente, cualidades que alinean con las de Yahvé.
Figuras como Viracocha a menudo representan recuerdos distorsionados de la revelación original dada a Noé, transmitida a través de migraciones post-diluvianas. En los Andes, esta memoria pudo haber evolucionado en Viracocha, un dios que, a diferencia de Inti, no dependía de la naturaleza, sino que la gobernaba.
Pachacuti parece haber elevado a Viracocha por encima de las deidades locales, un movimiento que algunos interpretan como un intento de monoteísmo. Juan de Santa Cruz, en su Relación de Antigüedades 3, sugiere que los incas anteriores, como Manco Cápac, adoraron a Viracocha como un dios único, un culto que Pachacuti revitalizó tras su reflexión sobre la nube y el sol.
Esta idea se refuerza con el título de Viracocha como “Pachayacháchic” (el que ordena el mundo), que evoca la soberanía de Yahvé.
Richardson también menciona que culturas con deidades creadoras, como los incas con Viracocha, a menudo esperaban una revelación mayor.
En el caso andino, la subordinación de otras deidades a Viracocha bajo Pachacuti, tras su cuestionamiento del sol, podría haber sido un preparativo cultural, similar a los karen de Birmania, quienes esperaban un libro perdido sobre su dios Y'wa.
Esta anticipación sugiere que los incas, a través de Viracocha, podrían haber estado sintonizados con la verdad de un solo Dios, aunque distorsionada por su contexto politeísta.
Las reformas de Pachacuti ofrecen una ventana fascinante a la adoración a Yahvé fuera del alcance de la revelación bíblica. Si Viracocha refleja un eco de la revelación divina, las acciones de Pachacuti sugieren que los incas recibieron un conocimiento parcial de un dios creador, alineado con Romanos 1:20, que afirma que la creación revela a Dios a todas las naciones.
Este evento de la nube oscureciendo el sol, que llevó a Pachacuti a priorizar a Viracocha, refuerza esta idea, mostrando un intento de trascender las deidades naturales hacia un ser supremo.
Esto conecta con Job, Melquisedec, Jetro, Balaam y los antiguos chinos, quienes también respondieron a revelaciones divinas en sus contextos.
Job y Melquisedec adoraron a Yahvé en el segundo milenio a. C., Jetro ofreció sacrificios en el siglo XV a. C. (Éxodo 18:12), y Balaam bendijo a Israel (Números 24:10-13), mientras los chinos grabaron ecos de Génesis en sus caracteres.
Pachacuti pudo haber buscado a Viracocha como un reflejo de Yahvé tras su experiencia con la nube. Sin embargo, al igual que Balaam, la fe de Pachacuti no fue completa.
Su monoteísmo inclusivo permitió la coexistencia de otras deidades, una desviación que Richardson atribuye a la corrupción cultural. La posterior idolatría bajo Huascar, quien elevó a Inti sobre Viracocha, ilustra cómo la verdad divina puede desvanecerse sin obediencia fiel.
Esto apunta al plan redentor culminado en Cristo (Juan 1:9), quien cumple las expectativas de culturas como la inca que buscaban un dios supremo.
Una fascinante tradición entre los incas sugiere que esperaban mensajeros de su dios creador, Viracocha, lo que influyó en su percepción inicial de los conquistadores españoles. Según cronistas como Juan de Santa Cruz (1613), los incas creían que Viracocha enviaría emisarios para guiar o juzgar a la humanidad.
Esta expectativa se basaba en tradiciones orales que describen la partida de Viracocha al mar occidental, con la promesa de regresar o enviar representantes.
Cuando los españoles llegaron en 1532 bajo Francisco Pizarro, su llegada por mar, piel pálida y tecnología avanzada llevaron a algunos incas, incluido a su líder Atahualpa, a considerarlos inicialmente como estos mensajeros profetizados.
Esto se documenta en relatos como los de Pedro Sarmiento de Gamboa (1572), quien destacó el asombro y la cautela de los incas, interpretando los caballos y armas como señales divinas.
Sin embargo, esta percepción pronto se transformó en conflicto debido a malentendidos culturales y codicia. Nos preguntamos: ¿qué habría podido pasar si en vez de conquistadores armados hubiesen llegado misioneros con el mensaje de evangelio?
Sin embargo, queda una tremenda alegría al ver que los descendientes de los incas —- quienes vieron nacer en su momento una de las civilizaciones más fascinantes de la historia -— y de los conquistadores españoles hoy llegan al conocimiento de Cristo por millones en las tierras de los Andes.
Concluimos aquí esta serie de siete artículos explorando cómo Yahvé se reveló antes o fuera de la formación de Israel, desde Job y Melquisedec hasta los incas con Pachacuti. Para quienes creen en la revelación divina, tres conclusiones emergen de estas historias.
Primero, hay testimonios del Dios verdadero en todas las culturas, como lo vemos en los caracteres chinos, las reformas de Pachacuti y la adoración de Viracocha, confirmando Romanos 1:20 y desafiándonos a buscar Su huella en cada rincón del mundo.
Segundo, el conocimiento de Dios requiere una respuesta fiel; la desviación de Balaam y la mezcla politeísta de Pachacuti nos recuerdan que, sin la revelación , la iluminación de Dios y la fe y obediencia, la verdad puede corromperse.
Tercero, estas revelaciones parciales apuntan a Cristo, el cumplimiento perfecto de la promesa divina, como lo anticiparon los karen y los incas, invitándonos a compartir el evangelio con esperanza, siempre buscando puntos de entrelazo con tradiciones antiguas ya presentes entre los pueblos. Que estas lecciones nos guíen a adorar al Dios cuya luz ilumina todas las naciones.
1. Tawantinsuyo fue el nombre del Imperio Inca, el mayor imperio precolombino de América del Sur, que existió entre los siglos XIII y XVI. Su nombre en quechua significa “las cuatro regiones” o “los cuatro cuartos”, refiriéndose a las cuatro divisiones territoriales que lo componían: Chinchaysuyo, Antisuyo, Contisuyo y Collasuyo, con Cuzco como su capital y centro político, cultural y religioso.
2. Joan de Santa Cruz, Pachacuti Yamqui, Relación de Antigüedades, 45-47; Don Richardson, Eternity in Their Hearts, 120-125."
3. Rosario Navarro Gala, La “Relación de antigüedades deste Reyno del Pirú”. Gramática y discurso ideológico indígena, Madrid/Frankfurt, Vervuert/Iberoamerica, 2007.
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