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La falsificación de la historia de Bonhoeffer

La obra de Todd Komarnicki que acaba de estrenarse en España traspasa todos los límites de falsificación de la historia. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

MARTES AUTOR 97/Jose_de_Segovia 20 DE MAYO DE 2025 12:40 h
Este fin de semana se ha estrenado en España una nueva película sobre Dietrich Bonhoeffer (1906-1945), el teólogo luterano ejecutado por los nazis.

Este fin de semana se ha estrenado en España una nueva película sobre Dietrich Bonhoeffer (1906-1945), el teólogo luterano ejecutado por los nazis. El título original de “Pastor, espía, asesino” se convierte en este país en sólo “Espía”. Si las producciones del estudio formado por los hermanos mormones Harmon, Angel, no se han caracterizado hasta ahora por su excesiva fidelidad al relato evangélico en series como “The Chosen” o la verdad del tráfico sexual en películas como “Sonido de la libertad” (Sound of Freedom), la obra de Todd Komarnicki traspasa ya todos los límites de falsificación de la historia. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.



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Hay pocas figuras en el protestantismo del siglo pasado sobre el que se hayan hecho tantas biografías como Bonhoeffer. Si la película atenta de tal forma contra la verdad de su vida no será por falta de fuentes históricas. Otra cosa es, por supuesto, su pensamiento, sobre el que hay muchas interpretaciones desde quien se empeña en relacionarlo con Trump –como Eric Metaxas–, a la lectura del cristianismo “secular” –por los teólogos de “la muerte de Dios” en los años 60–, pasando por la visión “liberacionalista” o el pacifismo anabautista, la perspectiva neo-ortodoxa –como el añadido ético a Barth– o la evangélica reformada de Huntemann –digna de estudiar para los que dudan de su ortodoxia–. Lo que pasa es que nada de esto habla la película.



Si bien algunos sucesos corresponden a la realidad –la muerte de su hermano Walter en la Primera Guerra Mundial, su experiencia de la segregación racial en Nueva York y la perversa teología de los “cristianos alemanes” que llevaron a la iglesia luterana al nazismo–, hay más errores que aciertos en su relato. La lista es interminable. Y algunos son de tal nivel que no se puede decir nada más que estamos ante una manipulación de la historia. No entro en las motivaciones. El director es al fin y al cabo un graduado de la universidad evangélica de Wheaton. Prefiero decir con generosidad, que ha sido por ignorancia. Lo que me parece grave es la distorsión que esto supone para el gran público en una época en que ya son pocos los que leemos libros y lo que se sabe es por vídeos o cualquier tontería que uno haya leído en internet…





[photo_footer]La película presenta al teólogo como un atrevido conspirador de café infiltrándose en la inteligencia nazi y llevando personalmente a fugitivos judíos, nada más lejos de la realidad.[/photo_footer]



 



¿Ficción o realidad?



La complejidad de la Historia plantea muchos problemas cuando se quiere hacer de un individuo o un acontecimiento real, una obra de ficción. Esto siempre ha sido así, pero ahora vivimos una época de moralina tal, que a todo se le añade el juicio de bueno o malo, calificando al personaje de héroe o villano con una simpleza tal que el Hollywood clásico parece ya el colmo de la ambigüedad. Es cierto que el horror del nazismo justifica la forma idealizada en que se presenta la valiente resistencia de individuos como Claus von Stauffenberg o Sophia Schell en el cine reciente, pero algunos apreciaríamos más su coraje e integridad, si viéramos también algo de sus fallos y debilidades. Los veríamos más humanos y menos santos de escayola.



La primera distorsión que hace la película de Bonhoeffer es presentarle como un atrevido conspirador de café, infiltrándose en la “inteligencia” nazi y llevando personalmente a fugitivos judíos por la frontera a Suiza. Nada de eso hizo este predicador y maestro, cuya oposición al nazismo fue fundamentalmente moral y espiritual. No era siquiera alguien como Schindler, rescatando judíos a escondidas, ni le impulsó a la acción, ninguna película clandestina que viera de los campos de exterminio. Su visión es anacrónica y caricaturesca en representar la ideología aria en la iglesia como esvásticas en las vidrieras y biblias sustituidas por el “Mein Kampf” de Hitler.



En segundo lugar, el cuadro que presenta de la sociedad alemana en el Tercer Reich es totalmente manipuladora. Aparte de unos cuantos nazis uniformados, no se ve más que un sólo ciudadano de la población civil que apoye el régimen. La masa aplaude con entusiasmo un supuesto sermón antinazi, mientras las SS abandona la escena en silencio. Hasta la ejecución de Bonhoeffer es edulcorada, no siendo ahorcado en el campo de concentración de Flossenbürg, sino fuera de una granja bávara, después de dar un sermón y celebrar la Santa Cena, ¡invitando a la Mesa del Señor hasta a un oficial de las SS! Nada más lejos de la realidad…           





[photo_footer]Si bien algunos sucesos que corresponden a la realidad, hay más errores que aciertos en la película.[/photo_footer]



 



¿Biografía o hagiografía?



Al amanecer del 8 de abril de 1945 Bonhoeffer fue llevado desnudo al campo de ejecución de Flossenbürg, mientras los guardias le abucheaban y ridiculizaban. Al pie del patíbulo se arrodilla para orar, mientras que con un gancho de carne de matadero es izado lentamente con una cuerda de piano como soga, asfixiándose durante media hora. Sólo once días después, los americanos liberaban el campo.



En la película Bonhoeffer comparte celda con el médico Sigmund Rascher, un oficial de la SS que hacía terribles experimentos con seres humanos hasta engañar a Himmler y acabar muerto en Dachau. Todo, pura imaginación. Lo curioso es la razón por la que Rascher acaba en desgracia, que es el ideal de familia del nazismo, por el que Goebbels no podía divorciarse, la prostitución era prohibida, la pornografía censurada y la homosexualidad condenada. Nada de eso se ve en la película, ¡claro!



Como evangélico, Komarnicki pretende que Bonhoeffer se hace realmente cristiano por el contacto con la iglesia negra de Harlem. Así el pastor de la Iglesia Bautista Abisinia, Adam Clayton Powell Sr. –interpretado por Clarke Peters– pregunta al pastor luterano cuando está en Nueva York –encarnado por Jonas Dassler– cuándo conoció a Jesús. La pregunta extraña a Bonhoeffer, ya que en su teología es Dios quien nos encuentra y acepta por su gracia. El año que pasó en el Seminario Teológico Union se presenta en el filme de forma tan fantasiosa que aparece tocando el piano en un escenario con Louis Armstrong, golpeado por el propietario de un hotel racista y luchando apasionadamente por los derechos de los afroamericanos. Todo muy bonito, pero lejos de la realidad...   





[photo_footer]El verdadero Bonhoeffer no era el espía, héroe de acción de una película de Hollywood, que abandonó la teología para hacer algo mal.[/photo_footer]



¿Puro de corazón?



Con el nudo al cuello, este Bonhoeffer de ficción recita la Bienaventuranza sobre “los puros de corazón” que “verán a Dios” (Mateo 5:8). Cualquiera que haya leído, sin embargo, sus escritos en la prisión, sabrá que él no se sentía “puro de corazón”. Se veía como culpable de un intento de asesinato, lleno de vergüenza y necesitado del perdón de Dios. Desde su óptica luterana de “los dos reinos”, Bonhoeffer no creía que fuera legítimo el derecho a “la resistencia calvinista” contra los nazis.



Cuando sus compañeros en la trama contra Hitler se ven como héroes, les dice: “Hemos sido testigos silenciosos de obras malas”. Escribe en un documento que circuló entre los conspiradores: “La experiencia nos ha hechos sospechar de seres humanos y a menudo hemos fallado en hablarles sincera y abiertamente. Conflictos inaguantables nos han agotado y hecho cínicos”. Se pregunta: “¿podemos ser todavía de utilidad?”.



A diferencia de la versión televisiva del año 2000, “Bonhoeffer, agente de gracia”, la nueva película silencia totalmente su relación con la adolescente Maria von Wedemeyer, que conoce desde niña y no se compromete con ella hasta que cumple los 18, cuando él tenía ya 36 –nunca llegaron a casarse–. No se menciona siquiera a su cuñado judío, Hans von Dohnanyi, que es quien informa a Bonhoeffer de los planes de la resistencia, le ayuda a escapar del reclutamiento y lleva a los judíos a Suiza, siendo arrestado y ejecutado por los nazis. No trata la época de profesor en Berlín, su cautividad en Tegel y la forma cómo escribe con el pastor Hermann Sasse, la Confesión de Bethel en 1933, pero discrepan sobre la Declaración de Barmen en 1934 –escrita por Barth y firmada por Bonhoffer, pero no por Sasse–.





[photo_footer]Para Bonhoeffer, cualquier intento de acabar con el mal con mal es negarse a creer que Dios es realmente Dios.[/photo_footer]



¿Pastor o espía?



El verdadero Bonhoeffer no era el espía, héroe de acción de una película de Hollywood, que abandonó la teología para “hacer algo” mal.  En la película, después de venir de América, anuncia a su familia que “ha acabado con la teología”. En realidad, es entonces cuando empieza a dar clases sobre el Génesis, que se convierten en uno de sus primeros libros, “Creación y Caída”. La idea de que dejó la teología para dedicarse a la política parece más del “trumpista” Metaxas, que de Bonhoeffer. Sus obras más importantes, clases y conferencias de teología, son después de ir a América, ¡no antes!



El retrato que aquí se hace de Bonhoeffer no encaja con la persona que en medio del colapso de la Iglesia Confesante –resistente al nazismo–, habla del bautismo como la manera de Dios de crear un nuevo reino. Desea que “la tarea de resistencia de la iglesia acabe en Palabra y discipulado”. Para Bonhoeffer, cualquier intento de acabar con el mal con mal es negarse a creer que Dios es realmente Dios. No hay mejor conclusión que sus propias palabras en su obra inacabada sobre “Ética”, que dejó truncada como todo su pensamiento, por una muerte temprana:



“El radicalismo siempre nace de un odio consciente o inconsciente, ante lo que está establecido.  El radicalismo cristiano, sea que consista en apartarse del mundo o intentar mejorarlo, es odio a la Creación. De cualquiera de las dos formas se niega creer en la Creación. Se intenta expulsar a los demonios por Beelzebú.”





[photo_footer]Bonhoeffer se ve en la prisión como culpable de un intento de asesinato, lleno de vergüenza y necesitado del perdón de Dios.[/photo_footer]



¿Teología de la cruz o de la gloria?



El contraste que hace Lutero desde las 95 Tesis entre “la teología de la cruz” y “la teología de la gloria” es lo que lleva a Bonhoeffer a advertir sus estudiantes en el seminario clandestino de Finkenwalde sobre “la gracia barata”. Es lo que no entiende Metaxas, más bien noticia por golpear a manifestantes en la calle, que por entender “el camino de la cruz”.



Bonhoeffer se considera un pastor. Era esa su vocación y máxima prioridad, que determina toda su vida y decisiones. Su ministerio es la predicación, que ve como profética, denunciando los males que asolan al rebaño. Si en algo cambió, es dejar la arrogancia y egocentrismo de la juventud, para vivir su fe en compasión y cuidado de otros. Una de mis frases preferidas de sus “Cartas y papeles de la prisión” es “la Iglesia es sólo Iglesia cuando existe para otros”.



“La gracia barata es la gracia sin seguimiento de Cristo, la gracia sin cruz, la gracia sin Jesucristo vivo y encarnado.  La gracia cara es el tesoro oculto en el campo por el que el hombre vende todo lo que tiene; es la perla preciosa por la que el mercader entrega todos sus bienes; es el reino de Cristo por el que el hombre se arranca el ojo que le escandaliza; es la llamada de Jesucristo que hace que el discípulo abandone sus redes y le siga.  La gracia cara es el Evangelio que siempre hemos de buscar, son los dones que hemos de pedir, es la puerta a la que se llama.  Es cara porque llama al seguimiento, es gracia porque llama al seguimiento de Jesucristo; es cara porque le cuesta al hombre la vida.”


 

 


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