Lea aquí la primera parte de este artículo de Hwa Lee basado en su presentación en la Conferencia Europea de Líderes 2023.

4. La misión y el complejo de culpabilidad occidental

Desde finales de los años 40 hasta los 60 el movimiento anticolonial estuvo en su apogeo. A partir de finales de los 60, el ala liberal de la Iglesia empezó a pedir una moratoria o la retirada de los misioneros. Las misiones occidentales se percibían como una nueva forma de imperialismo y, por tanto, se dijo a los misioneros que "¡se fueran a casa!" para que las iglesias del Mundo Mayoritario (MW) pudieran encontrar su propia identidad.

La idea de predicar el Evangelio y convertir a otras personas al cristianismo fue atacada y tachada de imperialismo religioso. Además, los antropólogos laicos a menudo acusaban a los misioneros de destruir las culturas de los pueblos indígenas porque el proceso de conversión también sacaba a los conversos de sus antiguas culturas.ⁱ Todo esto dio lugar a un omnipresente "complejo de culpa occidental"ⁱⁱ sobre todo en el movimiento misionero, así como sobre otros asuntos.

[destacate]Lamin Sanneh demostró contundentemente que la acusación de que los misioneros son destructores de la cultura no encuentra apoyo sobre el terreno.[/destacate]Lamin Sanneh, académico africano ya fallecido y profesor de Yale, demostró de forma contundente que la acusación de que los misioneros son destructores de la cultura no se sostiene sobre el terreno. De hecho, al traducir la Biblia a las lenguas indígenas, los misioneros contribuyeron a preservar muchas lenguas y culturas de la extinción. En otras palabras, sin negar que se hayan cometido errores, en muchas partes del MW fueron efectivamente los preservadores de las culturas, no los destructores.ⁱⁱⁱ Estudios más recientes han ido aún más lejos al reivindicar toda la empresa misionera moderna como un factor importante para llevar el progreso social y material a muchas partes del MW. Así lo ha demostrado el científico social Robert Woodberry en un trabajo de investigación pionero y premiado, publicado en la prestigiosa revista American Political Science Review.^iv Demuestra que los misioneros protestantes de los últimos cien años y más han hecho importantes contribuciones a los avances sociopolíticos y económicos allí donde han trabajado. "Las zonas en las que los misioneros protestantes tuvieron una presencia significativa en el pasado están hoy, por término medio, más desarrolladas económicamente, con una sanidad comparativamente mejor, menor mortalidad infantil, menor corrupción, mayor alfabetización, mayores logros educativos (especialmente para las mujeres) y una afiliación más sólida a asociaciones no gubernamentales".^v

En realidad, los misioneros contribuyeron en gran medida a la difusión de la democracia estable en todo el mundo. Sostiene que "fueron un catalizador crucial que inició el desarrollo y la difusión de la libertad religiosa, la educación de masas, la imprenta de masas, los periódicos, las organizaciones voluntarias y las reformas coloniales, creando así las condiciones que hicieron más probable una democracia estable".^vi Como dijo uno de los supervisores de la investigación de Woodberry, "no se podría pensar en una historia más increíble y ofensiva para contar a muchos académicos laicos".^vii

Así pues, contrariamente a los secularistas y a los cristianos liberales, los hechos reales sobre el terreno en el MW demuestran que, en conjunto, a pesar de los auténticos errores cometidos, las misiones y el evangelio contribuyeron en gran medida a la preservación de las culturas indígenas y al avance de las libertades humanas, la democracia, los niveles educativos y otros medios de elevación social. ¿Qué pensar entonces del complejo de culpabilidad occidental?

No podemos entrar aquí en un debate pormenorizado, pero es preciso señalar un punto vital. Hemos sido testigos de numerosas conquistas y expansiones imperiales a lo largo de la historia del mundo. Muchas de ellas se hicieron en nombre de la religión. Pero no conozco ninguna sociedad que haya desarrollado de forma autocrítica un complejo de culpa tan profundo y extenso por los errores del pasado como el Occidente actual.

Se pueden nombrar fácilmente varias sociedades y naciones no occidentales que han practicado expansiones territoriales y oprimido a otras en nombre de la religión o de intereses nacionales. ¿En cuáles de ellas encontramos una lucha seria con la culpa? No digo que las personas de otras tradiciones culturales y religiosas no puedan desarrollar complejos de culpabilidad. Lo que digo es que, fuera de la cultura occidental moldeada por la historia cristiana, no vemos pruebas de tal complejo a una escala similar en ningún otro lugar.

[destacate]Fuera de la cultura occidental moldeada por la historia cristiana, no vemos evidencia de tal complejo en una escala similar en ninguna parte.[/destacate]La cuestión es la siguiente: el hecho mismo de la culpabilidad occidental puede ser una de las pruebas más importantes de la validez duradera del Evangelio en el Occidente postcristiano. Porque demuestra que el Evangelio tiene el poder de moldear la conciencia de una cultura, incluso cuando sus afirmaciones proposicionales han sido olvidadas o rechazadas en gran medida por esa cultura. Aparentemente, a pesar de haber sido abandonado por muchos occidentales, el Evangelio sigue cociéndose a fuego lento de manera inextinguible en una sociedad que una vez reconoció a Cristo.

¿Qué concluimos de esto? Que sí, la culpa occidental debería llevar al arrepentimiento por unas misiones presuntuosas, insensibles, etnocéntricas y triunfalistas. Sin embargo, la conclusión equivocada es sugerir que debemos renunciar a las misiones occidentales porque tales misiones han perdido integridad.

La culpa que atormenta la conciencia occidental por los fracasos del pasado señala el poder moral y la validez duradera del Evangelio. Sin esta carga de culpa, que el Espíritu imparte, este mundo sería mucho más cruel, despiadado, injusto y opresivo de lo que es. Sólo cuando nuestros corazones y nuestras culturas han respondido a la llamada de Cristo y han experimentado la obra del Espíritu puede desarrollarse una conciencia del tipo que encontramos en Occidente.

Así, el complejo de culpa occidental bien entendido es también una profunda llamada a la confianza humilde y a la audacia en la misión.^viii

5. Educación teológica y formación ministerial

Cuando se trata de la educación teológica y la formación de hombres y mujeres para el ministerio, casi todas las iglesias del MW han copiado el modelo académico utilizado en Occidente. Pero, cada vez más, se ha constatado que es deficiente.^ix Entre las principales cuestiones planteadas figuran las siguientes:

a.) El contenido de gran parte de la educación teológica es occidental porque los libros de texto utilizados están escritos en gran parte en contextos de Occidente, abordando cuestiones occidentales. Es evidente que se necesitan libros de texto escritos para los MW y que aborden sus preguntas y realidades. Pero las discrepancias de contenido no pueden citarse como ejemplo de las insuficiencias del modelo occidental simplemente por las diferencias de contexto. Más importantes son los tres puntos siguientes.

b.) Varios aspectos de la metodología siguen un modelo académico occidental. Por ejemplo, para ayudar al alumno a desarrollar sus facultades críticas, se introduce al estudiante medio en el estudio histórico crítico de la Biblia. Pero el problema con esto es que muchos estudiantes acaban sabiendo más de las teorías críticas sobre la Biblia que de la Biblia misma.

c.) Se da demasiado por sentado el aspecto práctico del ministerio pastoral. El resultado es que a menudo, después de tres o cuatro años de estudios en el seminario, los alumnos se ven abocados a la tarea de predicar, evangelizar, plantar iglesias, hacer discípulos y cosas por el estilo. Utilizando la formación de los médicos en sus años clínicos como modelo en el que la teoría y la práctica van de la mano, lo que falta en el actual modelo occidental de educación teológica es una integración mucho mayor entre el aprendizaje en el aula y la educación sobre el terreno.

d.) Quizás, la cuestión realmente crucial es si el modelo occidental se centra tanto en la formación de la mente que, como resultado, se descuidan la formación del carácter y la vida de oración. Es interesante lo que se dice de Francisco de Asís (1181/2-1226), aunque no estaba en contra del aprendizaje, que dio permiso a sus monjes para que se les enseñara teología siempre que no "se extinguiera el hábito de la oración".^x ¿Cómo podemos poner en marcha un proceso de formación integral e intencional que ayude a transformar a los aprendices en la imagen de Cristo?

[destacate]El modelo occidental se centra tanto en la formación de la mente que descuida la formación del carácter y la vida de oración.[/destacate]Las anteriores son sólo algunas de las cuestiones más pertinentes. En los círculos de educación teológica asiáticos y de otros países del MW se han planteado repetidamente éstas y otras cuestiones similares.

Un intento de alejarse del modelo académico occidental es el creciente uso de la Educación Teológica por Extensión (ETE), que acerca mucho más el estudio académico al ámbito del ministerio práctico y de la misión. Gran parte de lo que se hace según este modelo es a tiempo parcial, con participantes que o bien ejercen algún tipo de ministerio pastoral o están recibiendo formación, o bien son líderes laicos que tienen una profesión a tiempo completo o parcial, pero que al mismo tiempo sirven activamente en la iglesia.^xi La ETE adopta muchas formas. En comparación con el modelo occidental residencial tradicional, las ventajas son: menor coste, formación más cercana a la iglesia y al lugar del ministerio y la misión, lo que permite una mejor integración entre el estudio y la práctica y formación para los múltiples niveles de ministerio y liderazgo necesarios.

Pero la ETE, en cualquiera de sus formas, es sólo una parte de la respuesta. El reto de formar ministros del evangelio a semejanza de Cristo y dedicados a una vida de oración necesita mucha más atención de la que proporciona el modelo tradicional. Las iglesias del MW siguen luchando con esta cuestión. Pero no es posible discutirlo más aquí.

6. ¿Cómo concebimos la persecución?

Desde la perspectiva de la Iglesia occidental, hay dos cuestiones relacionadas con la persecución religiosa. En primer lugar, al proceder de sociedades relativamente libres, tendemos a mirar a los cristianos en contextos de persecución con una mezcla de preocupación y condescendencia.

En segundo lugar, debemos preguntarnos si la libertad religiosa tal y como se vive actualmente en Occidente puede darse por sentada. Las experiencias de la Iglesia Confesante en la Alemania de Hitler y de las iglesias de Europa del Este y la Unión Soviética antes de 1990 son relevantes en este sentido. 

[destacate]Una mirada a los Hechos de los Apóstoles muestra que la persecución nunca detuvo la proclamación y el avance del Evangelio.[/destacate]John White, que escribió a finales del siglo XX, señala que la libertad experimentada entonces en Occidente no tiene parangón en la historia del mundo. Continúa sugiriendo que Occidente ha superado ya el periodo de mayor libertad. La libertad que tenemos proviene de la visión bíblica de la humanidad de la Reforma. "A medida que la influencia bíblica disminuye, es probable que la libertad no continúe. Hay indicios de que las condiciones necesarias para la tolerancia y la libertad ya se están erosionando. La democracia es una flor frágil de floración tardía... susceptible de ser marchitada por los vientos abrasadores del odio impaciente".^xii Creo que hay pruebas suficientes sólo en los medios de comunicación para demostrar que las palabras de White deben tomarse como una advertencia profética a los cristianos bíblicos de Occidente.

¿Cómo debemos responder? En primer lugar, la persecución por nuestra fe no debería cogernos por sorpresa, porque está escrita por todas partes en el Nuevo Testamento y en la historia de la Iglesia. Sólo porque la mayoría de nosotros nos hemos acostumbrado a un cristianismo sin cruz, nos resulta problemático hablar de la llamada de Jesús a un discipulado costoso. En segundo lugar, un simple vistazo a los Hechos de los Apóstoles muestra que la persecución nunca detuvo la proclamación y el avance del Evangelio (4:13-31; 5:17-42).

De hecho, el martirio de Esteban y las persecuciones subsiguientes condujeron a una difusión más amplia a través de la dispersión de la iglesia primitiva y a una mayor audacia en el testimonio (7:1- 8:40; 9:1 30; 11:19-26; 12:1-18; etc.). ¿No será que tendemos a mirar a los cristianos perseguidos con una mezcla de preocupación y lástima porque la misión de la Iglesia moderna suele partir de los centros de poder? Por lo tanto, pensamos que los asociados con el centro no deberían ser perseguidos y sufrir. Pero como la misión en el Nuevo Testamento iba de los márgenes al centro, la persecución y el sufrimiento eran simplemente aceptados como un aspecto integral del seguimiento a Jesús. De ahí que la persecución se abordara con un espíritu muy diferente al que se suele encontrar en la Iglesia actual.

Lo anterior plantea cuestiones cruciales para nosotros actualmente. En primer lugar, ¿deben los cristianos considerar la persecución un revés para la misión o una oportunidad para el avance del Reino? Recordemos que el renacimiento de la iglesia china en las últimas décadas surgió de la persecución patrocinada por el Estado, que las iglesias de base están creciendo en lugares como la India y Nepal a pesar de la oposición militante hindú y que muchas iglesias en Oriente Medio y el Norte de África, como las de Irán, están creciendo frente a la persecución abierta y el martirio.

[destacate]¿Existe un peligro real de que se debiliten las disciplinas espirituales, se evite la persecución y muera la misión?[/destacate]En segundo lugar, ¿cómo oramos por quienes sufren persecución? Un líder chino, cuando le preguntaron sobre la persecución hace algunos años, respondió: "No pidas que Dios elimine la persecución, que en realidad refina a la Iglesia. Pero oremos para que Dios nos dé espaldas más fuertes para soportarla".

En tercer lugar, en muchas sociedades occidentales en las que la libertad religiosa se da por sentada o en las que prevalece el paradigma de la cristiandad, ¿existe el peligro real de que la iglesia se adormezca fácilmente en una existencia fácil a través de la cual se debiliten las disciplinas espirituales, se evite la persecución y muera la misión? ¿Y tu iglesia?

En conclusión, permitidme decir que nosotros, en el MW, hemos sido bendecidos ricamente por el evangelio que muchos ciudadanos de Occidente nos trajeron, a menudo a un gran costo personal y sacrificio. Mis comentarios anteriores se ofrecen como indicadores de lo que la iglesia occidental puede aprender de las iglesias del MW y ser bendecida a cambio en una pequeña medida. Confío en que, a través de estos intercambios, las iglesias de Occidente y las del MW puedan construir asociaciones genuinas, fuertes y equitativas para el avance continuo del Evangelio.

Hwa Yung, obispo emérito de la Iglesia Metodista de Malasia.

Este artículo se basa en una presentación realizada en el Foro Europeo de Liderazgo 2023 en Wisla, Polonia. Re-publicado con permiso del Foro de Líderes Cristianos (FOCL).

Notas

i Para una buena introducción y respuesta a la acusación de que los misioneros destruyen culturas, véase Don Richardson, "Do Missionaries Destroy Cultures?", en Perspectives on the World Christian Movements: [Perspectivas de los movimientos cristianos mundiales] A Reader, 4ª ed., eds. Ralph Winter & Steve Hawthorne (Pasadena, CA: Biblioteca William Carey, 2009), 486-492.

ii Para una introducción al fenómeno del "complejo de culpa occidental", véase Douglas Murray, The Strange Death of Europe: Immigration, Identity and Islam [La extraña muerte de Europa: inmigración, identidad e Islam] (Londres: Bloomsbury Continuum, 2018), 157-177.

iii Lamin Sanneh, "Christian Missions and the Western Guilt Complex", The Christian Century ["Las misiones cristianas y el complejo de culpa occidental", El siglo cristiano] (8 de abril de 1987), 331-334, también accesible aquí. https://www.religion-online.org/article/christian-missions-and-the-Western-guilt-complex/. Para un tratamiento más detallado, véase su Translating the Message-The Missionary Impact on Culture [Traducir el mensaje: el impacto misionero en la cultura] (Maryknoll, NY: Orbis, 1989).

iv Robert D. Woodberry, "The Missionary Roots of Liberal Democracy" [Las raíces misioneras de la democracia liberal] American Political Science Review [Revista americana de Ciencias Políticas], Vol. 106 (2), (mayo de 2012), 244-274.

v Andrea Palpant Dilley, "El sorprendente descubrimiento sobre esos misioneros colonialistas y proselitistas", Christianity Today (enero/febrero, 2014), 34-41.

vi Woodberry, "Las raíces misioneras de la democracia liberal", 244.

vii Christian Smith, citado en Dilley, "The Surprising Discovery" [El descubrimiento sorprendente] 37.

viii He tratado más a fondo este punto y otros relacionados en "A Fresh Call for U.S. Missionaries", Christianity Today (nov 2011), 42-46.

ix Como ejemplos, véase Manfred W. Kohl & A. N. Lal Senanayake, eds. Educating for Tomorrow: Theological Leadership for the Asian Context[Educar para el mañana: Liderazgo teológico para el contexto asiático (Bangalore: SAIACS, 2002), y Allan Harkness, ed., Tending the Seedbeds: Educational Perspective on Theological Education in Asia [Tending the Seedbeds: Perspectiva educativa sobre la educación teológica en Asia] (Ciudad Quezón: ATA, 2010).

x Citado en Dennis Stock y Lawrence Cunningham, Saint Francis of Assisi (Nueva York, Harper & Row, 1981), 33.

xi Véase David Burke, Richard Brown y Qaiser Julius, eds., TEE for the 21st Century: Tools to Equip and Empower God's People for His Mission[TEE para el siglo XXI: Herramientas para equipar y capacitar al pueblo de Dios para su misión] (Carlyle, Langham: 2021); y Hanna-Ruth van Wingerden, Tim Green & Graham Aylett, eds., TEE in Asia: Empowering Churches, Equipping Disciples [TEE en Asia: Capacitar a las iglesias, equipar a los discípulos] (Carlyle, Langham: 2021).

xii John White, Magnificent Obsession: The Joy of Christian Commitment [Magnífica obsesión: La alegría del compromiso cristiano] (Downers Grove, IL: InterVarsity, 1990), 97.