El tweet de Dios sobre la amabilidad de la maldad

La correlación existente entre lo interno y lo externo se aprecia en el dicho ‘la cara es el espejo del alma’, el cual se aplica con rigor en los cuentos infantiles que se han llevado a la pantalla, donde normalmente la maldad se dibuja en términos de fealdad y la bondad en términos de belleza. Y así la madrastra y hermanastras de Cenicienta se retratan con caras horripilantes, mientras que el rostro de la protagonista es la belleza y dulzura personificada, según el carácter que tienen cada una. Normalmente, las brujas suelen ser horrendas, pero las princesas hermosas. Se trata de una manera fácil y rápida de identificar el bien y el mal. 

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Aunque no siempre es así, como muestra el cuento de La bella y la bestia, donde la regla se rompe en el caso de los dos pretendientes a la mano de la bella, pues el extremadamente guapo externamente es repugnantemente malo internamente, mientras que el externamente feo es sobremanera bueno internamente, porque como dice la canción ‘la belleza está en el interior’, si bien en el caso de la protagonista del cuento sí coincide lo interior y lo exterior.

Una de las maneras en las que la maldad necesita disfrazarse es mediante la apariencia de bondad y amabilidad, porque ¿quién va a querer cuentas con lo que es abominable a ojos vista? Y así es como la simpatía y el encanto pueden acompañar a la maldad, a fin de ganar la aceptación de la mayoría. Los guionistas de las series de televisión saben muy bien que para introducir en la población nociones e ideas que son perversas, hace falta presentar a los portadores de las mismas en términos de cordialidad irresistible, lo cual posibilita que con el envoltorio entre también el contenido en las mentes de quienes están viendo esas series. ¿Cómo va a haber algo maligno en alguien tan encantador? La misma asociación entre maligno y amable ocurre en numerosos programas de entretenimiento, que suelen emitirse en las horas de mayor audiencia.

De igual modo a los discursos de engaño se les da la vuelta, para que suenen como verídicos y, cuando se repiten una y otra vez, resultan hasta creíbles, si bien comenzaron siendo increíbles. Pero todo es cuestión de tiempo, pues de la misma manera que el agua es capaz de taladrar la piedra, así también lo que es falso acaba por abrirse paso, hasta ser considerado como verdadero.

Para conquistar a la mayoría hace falta que el discurso de engaño venga acompañado de ventajosas promesas, que suelen ser inmediatas y beneficiosas a más no poder, ofreciendo soluciones fáciles que eliminan grandes dificultades. Y es que no hay nada más atractivo que lo halagüeño, así como no hay nada más desagradable que lo complicado y molesto.

Hay un tweet de Dios que dice lo siguiente: ‘Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, y su paladar es más blando que el aceite; mas su fin es amargo como el ajenjo, agudo como espada de dos filos.’ (Proverbios 5:3-4). Aquí estamos ante alguien de quien hay que sospechar de entrada, porque su mismo origen ya delata que se trata de algo bastardo, espurio. Es evidente que de acuerdo a su naturaleza, así va a ser el resultado, porque según el árbol es su fruto. Por lo tanto, no debiera caber duda en cuanto a las precauciones a tomar sobre alguien así.

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Sin embargo, lo que a todos luces es letal, se presenta de manera muy agradable, hasta el punto de que las ilustraciones de la miel y del aceite se emplean para describir, por un lado, la dulzura y, por otro, la suavidad irresistibles de quien porta la destrucción. Del mismo modo que la miel va cayendo gota a gota en pequeñas dosis placenteras, así sucede con el encanto externo de la extraña, habiendo una doble alusión en los labios, al ser órgano tanto del discurso como también del beso. Ambos aspectos se unen para formar una pinza que envuelve y aprisiona al que se pone a tiro. La agradable textura del aceite al gusto, lo convierten en idóneo para expresar la delicada ingesta de las palabras que entran suavemente.

Pero, a pesar de su amabilidad exterior, la naturaleza perversa permanece, la cual va a manifestarse de forma mortal irremediablemente, describiendo las palabras ajenjo y espada perfectamente ese efecto a la larga. Llama la atención el contraste que hay entre la miel y el ajenjo, entre lo dulce y lo amargo. Lo que comenzó siendo todo dulzura, ahora se ha vuelto todo amargura, puro veneno. Y lo que comenzó siendo placenteramente digerible, ahora es terriblemente indigerible. El aceite y la espada de dos filos también tienen su contrapunto, porque si el primero entra bien para convite, la segunda penetra todavía mejor para envite final.

Sí, hay mucha amabilidad en la maldad. Demasiada. Tanta, que su misma abundancia la delata. Una señal inequívoca que debe hacernos ser cautos, no sea que su veneno y corte nos destruyan.

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