Ciegos del mundo: se acerca la luz

Os hablo de un tema de Adviento, de tiempo prenavideño. Nadie duda que hoy estamos en un mundo ciego para muchas cosas, sobre todo en el terreno de la trascendencia, en el campo de la espiritualidad. Es verdad que en él, afortunadamente, hay personas que reflejan la lumbre de la vida, personas que pueden ver a la luz de las Escrituras, pero lo que sería necesario es que esas personas videntes fueran la guía y la mano de ayuda para tantos ciegos que caminan hoy en el mundo en medio de oscuridades.

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Supongo que el mundo ha sido siempre más o menos así, exceptuando aquellos tiempos de pasado en los que el hombre veía al mundo lleno de dioses y en ellos buscaban algo de luz, de visión, de visibilidad en cuanto al sentido de sus vidas.

Es curioso que la Biblia alude en multitud de ocasiones a la oscuridad. Así puede decir que “El hombre que andaba en tinieblas” hasta llegar a los pastores de Belén que estaban en medio de la oscuridad de su noche que, quizás, abarcaba a algo más que a la falta de luz del sol. La oscuridad siempre se ha cernido sobre los humanos que incluso se han acostumbrado a andar en las tinieblas.

Los textos de Adviento parecen que ven su función en llevar la luz a esos hombres que caminan como ciegos por los caminos de un mundo en oscuridad. Por eso, uno de los textos de Adviento grita esto a través del profeta Isaías: “El mundo que andaba en tinieblas vio gran luz, los que moraban en tierra de sombre de muerte luz resplandeció sobre ellos”. ¡Qué importante es el tema de la luz y de un nuevo resplandor en los temas de Adviento! Así, hasta llegar a los pastores de Belén: “La gloria del Señor los llenó de resplandor”. Luces, antorchas y resplandores de Adviento. No les deis la espalda.

¿Cuál es la causa de estos resplandores, de esta llegada de la luz? La causa no es otra que la que celebra el tiempo de Adviento, tiempo de advenimiento, el momento en el que alguien viene, alguien se acerca. “El mismo Dios vendrá y nos salvará”. Esta es la causa de que en el mundo que andaba en tinieblas llegara la luz y el resplandor de Dios, paz y buena voluntad para con los hombres,

Nos podríamos preguntar el porqué, la causa de que el hombre aún hoy en pleno siglo XXI continúe en la oscuridad como ciegos, guías de ciegos que pueden llevar al hoyo a aquellos que se dejan conducir o abducir por ellos. ¿Por qué están de espaldas al resplandor del mismo Dios? ¿Por qué el Adviento para ellos es algo apagado y al que no prestan atención?

Quizás es que en el mundo falta la línea evangelizadora fundamentada en los temas de Adviento, en ese resplandor que llega por el mismo hecho de que Dios se hace hombre y se acerca a nosotros.

El evangelizador hoy debe ser un guía de ciegos siguiendo los valores del Adviento que los encamine hacia el hecho de que alguien se acerca, se ha acercado, que su luz ha resplandecido en la tierra, que tantos y tantos hombres ciegos pueden llegar a contemplar la luz que irradia del rostro del Dios, de Jesús, que viene, que se acerca a nosotros, que deja su gloria y su esplendor para compartir con nosotros su luz y su vida.

Salgamos a las calles en este tiempo de Adviento. Indiquemos a los ciegos dónde está la luz, de dónde proviene, que miren. ¿Es que no ven? ¿No ven la luz al final de su negro túnel?

¡Indicadles, indicadles! ¡Mirad, mirad! Allí, allí está la luz. Abrid los ojos, ciegos de nuestro tiempo. El que está ciego a la luz del adviento está simplemente en su fase animal, no tiene sensibilidad para la trascendencia, no puede disfrutar de las bendiciones de tener despierta una espiritualidad que no siente ni entiende.

Tiempo de Adviento, tiempo de luz, tiempo de abrir los ojos de los ciegos, tiempo de transmitir luz en las tinieblas acudiendo al texto de Isaías hacia un mundo que estaba en tinieblas, pero anunciando que ha llegado la luz del Adviento, la luz de la esperanza, la luz de la posibilidad de salvación del hombre caído que puede recibir su vista, la luz espiritual.

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¡Quitemos los negros velos de los ojos de los hombres, echemos fuera todas sus penumbras! Es el Adviento, tiempo de esperanza, tiempo de alguien que viene lleno de luz y resplandor capaces de iluminar y destruir todas las tinieblas de un mundo por el que circulan millones y millones de ciegos.

Venid a ver, venid. Acercaos porque alguien llega. Consolaos, consolaos, pueblo mío, nos dice el Señor. La luz y el resplandor del Señor se acerca a los hombres atrapados, tapados, arropados por negros mantos de oscuridad.

Arrojad esos mantos y corramos hacia la luz. ES EL TIEMPO DE ADVIENTO. “Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles. Decid a los de corazón apocado: esforzaos, no temáis; he aquí que Dios viene con retribución y pago; el mismo Dios vendrá y os salvará”.