Salvori: mi hermano, el profeta

Todas las historias que merecen la pena comienzan de una manera personal. Conocí a Salvori cuando yo era un adolescente de dieciséis años y él formaba parte de la primera promoción que se formó en el IBSTE. Hablamos mucho (como siempre, desde entonces), como hacen los amigos, pero lo que más recuerdo fue su ánimo y su derroche de gracia conmigo en algo que puede parecer una tontería: todos los que me conocen saben que juego muy mal al fútbol, pero como me encantan los deportes, no pierdo una oportunidad de meterme donde sea; Salvori, un gran jugador, me escogía siempre en su equipo. Con el paso de los años, cuando le preguntaba la razón por la que lo hacía, siempre respondía lo mismo “tú no juegas tan mal como crees” y después se echaba a reír. Eso es gracia.

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Derrochando esa gracia vivió todo el tiempo que el Señor lo tuvo aquí. Gracia en todas las circunstancias y con todas las personas.

Siempre me impresionó que, si le buscas por su nombre en Google (Salvori Villar Guerrero), las más extensas y entrañables reseñas de su vida aparecen en medios de comunicación seculares, lo que dice mucho de su pasión evangelizadora y su saber compartir el brillo de Jesús en todos los lugares a donde iba: todos los que le conocemos lo sabemos.

Lo que una persona hace permanece en el tiempo, pero mucho más duradero es el impacto de su vida. Un detalle: como es normal con el paso del tiempo, la barba de Salvori fue haciéndose más larga y canosa, con lo que, en los últimos años, bromeaba con él diciéndole que parecía un profeta. Ahora que el Señor se lo ha llevado con él, creo que sí era un profeta, al menos en tres de las cualidades de su temperamento, que le hacían único; cualidades, además, imprescindibles en la iglesia de hoy.

• Un profeta de la gracia, de la comprensión, del ánimo y el perdón. Salvori es ese tipo de personas que Dios va llevando por muchos lugares diferentes (ayudó en muchas ciudades e iglesias diferentes) para que jamás olvidemos que el amor se vive, la gracia se regala a todos, comprender a los demás es imprescindible en la obra de Dios, animar a otros nos ayuda a disfrutar del carácter de Dios, y sin perdonar y ser perdonados no se puede vivir. Si comprendiéramos algo tan “sencillo” como eso, el mundo sería diferente.


• Un profeta de la alegría; siempre que nos veíamos pasábamos tiempo contando todo lo divertido que había ocurrido en los últimos tiempos. Pido perdón por si a alguien le molesta, pero estamos viviendo tiempos en los que gran parte de la iglesia ha perdido la belleza del carácter de Dios bañándose en la religiosidad de la solemnidad, la melancolía y el pesimismo ¡Son centenares los versículos de la Biblia que nos hablan de disfrutar con el Señor, de seguirle con alegría (a pesar de todas las circunstancias) y de vivir una vida diferente sirviendo a quién nos regala una vida abundante! Una vez más, pocas personas son tan imprescindibles en la iglesia como los profetas del gozo.


• Y, por último, un profeta de la ayuda a los necesitados. Salvori vivió promoviendo y trabajando en todo lo que fuera ayudar a los pobres, a los que no tienen nada, a los señalados por todos, a todos aquellos que se sentían una carga. Abrió su casa para ayudar a quién fuera y proclamó, trabajando, la necesidad de ponerse al lado de los que no tienen nada. Jamás olvidaré que siempre me escribía o llamaba cada vez que hablaba públicamente sobre ese tema; me repetía una y otra vez que no podíamos dejar de proclamar la ayuda social, porque esa ayuda es parte también del evangelio. De hecho, en la Biblia tenemos casi mil versículos que mencionan ese tema… aunque aparentemente, a muy pocos le preocupe.

Todos los que conocéis a Salvori sabéis de lo que estoy hablando. Tanto Dolors como sus hijos Gerard, Laura y Jeremies, forman parte de nuestra familia y de la de muchas otras personas que les amamos. Siempre seguiremos viviendo con ellos esa deliciosa aventura que es eterna, a pesar de los malos momentos.

Lo que es curioso es que, cuando escribes sobre un amigo, realmente no se te encoge el corazón, sino que se extiende de tal manera, que hasta las lágrimas parecen unirse a una fiesta que parece no tener ningún sentido. Salvo que te des cuenta de que, en los tiempos de Dios, lo que viene por delante siempre es lo mejor. Incomprensible, pero cierto.

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Nuestro Creador, el Dios de la restauración, ha diseñado un plan magistral (que escapa a nuestros sentidos) para disfrutar, aún mucho más de lo que pensamos, en lugares y dimensiones que ni imaginamos; con Salvori y con otros millones de personas únicas.

Porque Dios es así.

Por eso no puedo dejar de pedirle que siga enviando más profetas como él, que Dios imponga el doble del espíritu de Salvori (gracia, alegría y servicio), en la mayor cantidad posible de personas, para que la iglesia sea lo que tiene que ser.

Lo necesitamos.