El tweet de Dios sobre la remuneración de la diligencia

Aquel joven poco podía esperar en la vida, ya que había quedado huérfano de padre a temprana edad y su madre no era más que una simple viuda, en un tiempo en el que la viudez de la mujer era una de las causas que la convertían en un ser muy vulnerable social y económicamente. Por tanto, el futuro que le esperaba al muchacho no era muy halagüeño, habida cuenta de que sostener a su madre y a sí mismo ya era tarea suficiente que le ocupara sus mejores años. Cualquier otro se hubiera quedado atascado en medio de esta gravosa situación, lamentándose de la mala suerte que se había cebado con él, siendo muy fácil hacerse la víctima y auto-compadecerse como medio de inspirar lástima a otros, si bien este recurso no sirve para nada, sino sólo para hacer que la persona se quede ensimismada contemplándose a sí misma.

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Mas aquel mozo era de otro temple y no se dejó atrapar por tales pensamientos, sino que resolvió hacer frente a la vida y emplear las facultades que tenía con tesón y esfuerzo. Aunque su padre no les había dejado nada material a él y a su madre, había otra herencia a la que podía echar mano, la que consiste de las capacidades naturales que se tienen por nacimiento y las que se adquieren mediante el ejercicio de la voluntad y la disciplina. En su caso, la necesidad se convirtió en fuente de oportunidad y la carencia en motivo de excelencia. Sus comienzos no pudieron ser más humildes, porque la primera tarea de la que ha quedado constancia consistió en trabajar para cerrar una brecha en un muro. No era un gran cometido, más bien lo contrario, un simple trabajo de albañilería que otros hubieran desdeñado.

Pero mientras efectuaba con empeño y esmero esa labor, aconteció que quien la ordenara, el rey, pasó por allí y se percató de la aptitud y la actitud que el joven tenía. Había algo que no le pasó desapercibido, por lo cual se fijó en él y lo promovió a una tarea muy superior. Y es que poseía valor, esfuerzo y dinamismo, que podían ser muy provechosos en quehaceres de mayor responsabilidad. Si alguien demuestra su valía en cuestiones menores, es el candidato idóneo para que se le confíen cuestiones mayores, porque ¿cómo entregar lo grande a quien desestima lo pequeño?

Y así fue como este mancebo alcanzó un puesto de importancia, al encomendarle el rey la dirección de una de las divisiones de su reino, nada menos que la supervisión de uno de los mayores territorios de su dominio. De esta manera el hijo de aquella pobre viuda había llegado a ser lo que nadie, ni siquiera él mismo, hubiera imaginado que podría ser. Y es que el trabajo concienzudo y bien hecho, recibe reconocimiento. No sabemos si su madre todavía vivía cuando alcanzó esta consideración, pero en caso de ser así, qué satisfacción y orgullo debió producirle ver a su hijo en tal distinción.

Pero aunque pareciera que su carrera había tocado techo con aquel ascenso, lo más grande todavía estaba por llegar, porque, contra todo pronóstico, recibió un llamamiento muy superior al que había recibido del rey terrenal, al ser hecho depositario de otro llamamiento, pero éste procedente del Rey celestial, nada menos que para ser rey de la mayor parte del territorio perteneciente al rey que se fijó en él y lo promocionó. Era alcanzar la cima para alguien que había partido de cero, de la nada. Aquel superior llamamiento no quedó en palabras solamente, sino que, a su debido momento, se materializó, llegando Jeroboam a la cumbre de su trayectoria. Lástima que, como otros, al llegar a lo más alto, el vértigo de la elevación le produjera mal de altura y cayera en la sabiduría propia y en la confianza en sí mismo, en lugar de depender de Aquel que le había dado el trono, quedando su nombre asociado para siempre a lo malo y pecaminoso. Pero ésa es otra lección.

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Hay un tweet de Dios que dice lo siguiente: ‘¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará; no estará delante de los de baja condición.’ (Proverbios 22:29). La verdad que expone este texto no es sólo válida para el personaje contemplado, sino que es universal en todo tiempo y lugar. La solicitud, es decir, la diligencia, que es lo contrario de la pereza y holgazanería, siempre da su fruto, siendo la distinción su corona. La expresión que se ha traducido ‘los de baja condición’ es literalmente ‘los oscuros’, esto es, los mediocres. Los mediocres son los que se conforman con la vulgaridad, los que ante las circunstancias adversas se rinden y dejan que éstas los condicionen y limiten.

La verdad de este tweet de Dios también es aplicable a la esfera espiritual, porque la laboriosidad y el esfuerzo son características de los que ejercen una mayordomía responsable, la cual es imprescindible, cuando llega el momento supremo, para obtener no una remuneración humana, sino la más valiosa de todas, que es la que procede del que está por encima de todos. Por eso, no desmayes en el constante ejercicio de la solicitud y diligencia en la buena dirección, porque a su tiempo obtendrás el galardón máximo.