Berlusconi encarnó diferentes rasgos de la cultura italiana, tanto tradicionales como innovadores. Formado en las escuelas salesianas, siempre ha hablado de boquilla sobre su educación y fe católica.

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Su amor por el fútbol como presidente del AC Milan durante muchos años le hizo conectar con el italiano medio. Cuando el sistema político colapsó a principios de los 90, se presentó como un político centrista contra la amenaza de que el “comunismo” se apoderara de la política italiana. Este era su lado más tradicional que atraía a los “conservadores” culturales.

Pero Berlusconi también fue un innovador, en muchos sentidos un “revolucionario” cultural. Comprendió el poder de los medios y estableció su propio imperio televisivo usándolo como plataforma para su carrera política. A través de los medios moldeó la imaginación del público y alimentó la cultura consumista, individualista y sexualmente desorientada de nuestros días.

[destacate]A menudo culpaba a “los políticos” y “los jueces” por detener sus brillantes planes.[/destacate]Como hombre de negocios, magnate y político exitoso, se presentó a sí mismo como el héroe posmoderno y el hombre que se hizo a sí mismo, y muchas veces mostró frustraciones hacia el estado de derecho, el proceso democrático y los estándares de moralidad pública para un político.

En ese sentido también era un populista al que le gustaba tener un contacto “inmediato” (a través de su TV) con el público y culpaba a “los políticos”, “los burócratas” y “los jueces” de frenar sus brillantes planes. En cierto sentido, Berlusconi polarizó la opinión pública en dos categorías: fieles y enemigos.

Esta lucha en curso entre él y sus opositores ha provocado un punto muerto en la política italiana. Ciertamente tenía un ego superlativo y era la encarnación posmoderna de lo que Agustín quiso decir cuando habló sobre el peligro del ‘amor sui’ (amor a sí mismo) en oposición al ‘amor Dei’ (amor de Dios).

Cómo vieron los cristianos evangélicos a Berlusconi

Berlusconi tenía muchas caras y los evangélicos tendían a centrarse en una de ellas, encontrando difícil tener una imagen unificada. Algunos vieron su estilo de vida como el pináculo de la inmoralidad, si no del libertinaje. A otros no les gustaba su culto a la personalidad.

Otros apreciaron sus puntos de vista políticos “conservadores” que (al menos en el papel) favorecían el libre mercado y el espíritu empresarial. La realidad es que Berlusconi fue una figura compleja y multifacética.

[destacate]Sus canales de televisión nunca mostraron un atisbo de apertura hacia las minorías religiosas.[/destacate]En cuanto a su carrera como político, en sus años de gobierno no se atrevió a dar pasos significativos para implementar la diversidad religiosa. Si bien estaba muy lejos de la moralidad católica oficial en su vida personal, siempre estuvo subordinado a los intereses de la Iglesia Católica Romana y sus privilegios.

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Sus canales de televisión nunca mostraron una pizca de apertura hacia las minorías religiosas. Berlusconi reflejó la decadencia de la cultura italiana tratando de honrar el statu quo católico romano tradicional mientras impulsaba una agenda secular, sin abrir camino a una reforma espiritual.

Leonardo de Chirico es autor y pastor evangélico en Roma.