Cuatro semanas de Adviento que impregnan el calendario de esa fuerte expectación mesiánica que marca como todo un reguero bíblico.
El pasado domingo, día 27 de noviembre, fue el primer domingo de Adviento. En este tiempo tan especial de expectación mesiánica voy a intentar dejar los artículos de temáticas sociales y voy a escribir sobre temas prenavideños y navideños. Hoy vamos a hablar brevemente de los Calendarios de Adviento tan especiales para esta época. En ellos hay ventanitas por doquier, una por cada día del mes hasta llegar al día 25. Expectación mesiánica. Hay que irlas abriendo en la medida que pasan los días hasta acercarnos al clímax: El Nacimiento, la Navidad, la irrupción de Jesús en el mundo. Tiempo de espera día a día, semana a semana. Cuatro semanas de Adviento que impregnan el calendario de esa fuerte expectación mesiánica que marca como todo un reguero bíblico y que se sigue mejor con la acogida en nuestras casas de este tipo de calendario.
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Este Calendario de Adviento nos dice momento a momento: se acerca, viene, alguien llega. No pierdas el día a día. Algo se aproxima, alguien va a irrumpir en nuestra historia. Merece la pena contar los días, las horas, los minutos a la espera del cumplimiento de la promesa. El calendario de Adviento puede estar puesto en la pared, quizás agigantado por el deseo de una mayor expectación, iluminado para no olvidar que alguien viene, enmarcado en ansias de presencia mesiánica, adornado con hojas de olivo o de palmera recordando los tiempos del Mesías que se acerca.
Que se vea ese Calendario de Adviento, que nos llame la atención hasta el punto de que arraigue en nuestras mentes para que nuestros corazones puedan disfrutar de esa espera mesiánica que hemos de vivir como lo vivieron a lo largo de los tiempos bíblicos. ¡Mirad ese calendario cada día, ved como avanza el tiempo de la llegada del que viene, preparad vuestras mentes y vuestras vidas! ¡Es el gran acontecimiento mesiánico! ¡Él viene, Él viene! ¡Se acerca! ¡Contad los días, contad las semanas! “El mismo Dios vendrá y nos salvará”.
Confeccionad el Calendario de Adviento, mirad sus días, contad los que faltan, los que han pasado: 1, 2, 3… Así hasta 25. Mostradlo a los amigos para que participen de la espera mesiánica para que ellos también estén expectantes ante el gran evento, la importancia de la persona/Dios que se acerca. Se aproxima el cumplimiento de la promesa. Pasa un día, otro día. Son como escalones que nos acercan al nacimiento, a la Navidad, al que podamos gritar con las profecías: “un Niño nos es nacido, Hijo nos es dado”. No dejéis de mirar este Calendario de Adviento, expandidlo en vuestras paredes, agrandadlo en vuestras mentes, que ocupe la prioridad total. ¡Cómo nos vamos a quedar sin disfrutar de la expectación o espera mesiánica! Sería perderse uno de los momentos más emocionantes de la vida.
Así, un día y otro día hasta completar la semana, la primera semana de Adviento, luego la segunda, después la tercera y así hasta llegar a la cuarta semana. Muchos ponen también junto al calendario la también llamada Corona de Adviento con sus cuatro velas, cuatro estaciones, cuatro semanas. Id encendiendo las velas una a una, que den su luz de Adviento, que nos iluminen según esas semanas vayan quedando atrás. Las ventanitas del calendario hay que irlas abriendo de forma imparable. Forzad vuestra vista, expandid la esperanza, agrandad el alma. Se aproxima, se acerca, llega. El tiempo se va cumpliendo, las profecías florecerán como una rosa que indica el mayor evento espiritual del mundo.
Por tanto, mirad, ciegos de la tierra, es tiempo de adviento, tiempo de esperanza. Alumbrad los caminos hasta que llegue la luz, luz que necesita un mundo en donde reina la injusticia, la pobreza, el sufrimiento, la opresión y el desigual reparto de los bienes del planeta tierra. “Así hasta que se cumpla la promesa: “El mundo que andaba en tinieblas, vio gran luz. Los que moraban en tierra de sombras de muerte, luz resplandeció sobre ellos”.
El Calendario de Adviento debe ser como un grito de esperanza: “Fortaleced las rodillas cansadas, decid a los de corazón apocado: ¡No temáis!”. La promesa se va a cumplir. Alguien viene a rescatarnos, a darnos la Buena Noticia, la Buena Nueva. ¡Hay esperanza para el mundo! Esperanza para los humillados y ofendidos, para los excluidos de los bienes de la tierra, esperanza para los pecadores.
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Cada día que pasa y cada ventana que abrimos debe sonar como un grito de esperanza. Dios se acerca al mundo. “¡Regocíjate y canta!”. Según van pasando los días es como si el tiempo fuera madurando hasta que la fruta sea dulce, hasta que el capullo del rosal se convierta en una flor con todo su color y su aroma. El mismo Dios irrumpe en nuestra historia. ¡Demos gritos de júbilo!
Así, hasta que lleguemos al día 25 que lo hemos de mirar como si allí hubiera una gran lumbrera, una hoguera roja y resplandeciente como si el Calendario de Adviento comenzara a arder con llamas consumidoras de la maldad, resplandor preñado de los valores del Reino que irrumpirán en nuestra historia con la llegada del Mesías. El tiempo de Adviento es imparable y hay que vivirlo con gran intensidad porque, entre otras razones, el Dios que se acerca, que llega, quiere también llegar a tu corazón. El gran milagro del nacimiento, la culminación de toda la expectación y espera del tiempo de Adviento.
¡Gozaos! El Calendario de Adviento está diciendo que se cumplen las profecías que se han ido dando en el Antiguo Testamento. Así lo decían los profetas: “Regocíjate y canta, oh moradora de Sion, porque grande es en medio de ti el Santo de Israel”.
Que la luz del Adviento nos ilumine a todos, que podamos abrir la última ventanita del Calendario de Adviento, y que un gran chorro de luz cegadora ilumine nuestras mentes y nuestros corazones. Y si quieres, alza tu voz como un grito que pueda llegar a todos los pueblos del mundo, diciendo: “Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sion; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro!”. Entonces será cuando la luz, la belleza y la esperanza de la Navidad habrá inundado tu vida. Espera de forma expectante, porque Dios llega, no falla, nunca falta a su promesa. Disfrútalo en el Señor. FELIZ TIEMPO DE ADVIENTO.
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