Debemos ser honestos con lo que creemos cuando se nos pregunte o cuando haya una oportunidad apropiada para compartir. Un artículo de Michael Hart.
El evangelio de Jesucristo es claramente ofensivo. La Biblia es clara cuando afirma que todos están privados de la gloria de Dios (Ro 3:23). Somos culpables de infringir las leyes de Dios y merecemos un castigo (Ro 6:23). El evangelio afirma que ninguna cantidad de confianza en uno mismo, buenas obras o tradición reparará nuestra relación rota con Dios ni nos llevará a la presencia de Dios (Ro 3:20-22). El evangelio es ofensivo porque afirma que vamos por el camino equivocado y necesitamos dar la vuelta, lo cual no es la conversación de mesa más placentera.
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El mensaje descrito anteriormente es ofensivo para quienes no conocen a Jesucristo y su amor por ellos: un mensaje con afirmaciones que cuestionan o corrigen los diversos valores o la cosmovisión de una cultura o de una persona, lo que hace que se sientan molestos o desinteresados. Podemos causar ofensa tanto por el modo de presentación como por el contenido de nuestro mensaje.
Esto no significa, sin embargo, que intentemos hacer el evangelio más apetecible diluyendo el corazón del mensaje. Evan Burns escribe sobre la contextualización del evangelio,
La gente necesita saber que no está viviendo correctamente y que necesita un Salvador. Si esto no se comunica, no han oído el evangelio completo (1Co 15:3-5). La pregunta entonces es: ¿cómo proclamamos un evangelio ofensivo en culturas que valoran la paz y la tolerancia?
En primer lugar, definamos una cultura amante de la paz. Las culturas amantes de la paz son comunidades que valoran mantener la armonía entre los individuos mediante el respeto, la tolerancia y la afirmación en base a un conjunto de creencias establecidas por la comunidad.
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Las personas de esta clase de culturas suelen evitar cuestionar a los demás o decirles que están equivocados, ya que esto podría romper la armonía y ofender. Obsérvese que no se trata de pequeñas cuestiones cotidianas, sino de un cuestionamiento de creencias e ideas más profundas que definen una cosmovisión y que pueden establecer la identidad de una persona. Sin embargo, las personas de estas culturas cuestionarán a quienes no respeten las expectativas de mantenimiento de la paz o las creencias comunitarias.
Las conversaciones sobre evangelización suelen ser polarizadoras. Por un lado, están quienes promueven la proclamación en cualquier oportunidad disponible con su herramienta de evangelización de confianza, que anima a contar la historia de Cristo y llama a una decisión inmediata. Por otro lado, están quienes abogan por métodos relacionales que priorizan las amistades profundas antes de que ocurra cualquier tipo de proclamación. Esta última opción suele ser la elegida en las culturas amantes de la paz.
No obstante, me gustaría argumentar que tanto la proclamación proactiva como las relaciones profundas son esenciales para compartir efectivamente la buena noticia. Ambas deben verse como elementos simultáneos y no consecutivos. No se trata de construir relaciones con la esperanza de llegar al evangelio algún día, sino de construir relaciones genuinas a través de la proclamación del evangelio, mediante palabra y acción.
Esto puede parecer contrario a la intuición en las culturas amantes de la paz, pero esta proclamación puede no significar siempre una presentación completa. Puede que no se comunique toda la historia en una sola sesión, y eso está bien, pero debemos ser honestos con lo que creemos cuando se nos pregunte o cuando haya una oportunidad apropiada para compartir, especialmente en culturas que valoran la autenticidad en las relaciones. Este compartir es fundamental para encontrar personas receptivas.
Compartir con sensibilidad desde el inicio de la relación e invertir en amistades más profundas es fundamental para construir “estructuras creíbles” que nos ayuden a salvar la distancia con personas de culturas amantes de la paz. Estas estructuras son contextos, sistemas o marcos en los que las creencias de una persona son creíbles. Estas estructuras creíbles son una combinación de un nuevo conjunto de creencias y una nueva comunidad, ambos esenciales para ver una transformación.[2] Nuestro objetivo debe ser proporcionar los materiales y planos adecuados para construir una nueva estructura. Los materiales podrían definirse como diversas creencias, y el plano podrían incluir el marco comunal y el modo de vida para utilizar los materiales.
En mi zona de África Occidental, muchos musulmanes nunca han conocido a una persona que se haya convertido del islam al cristianismo. Incluso si lo ha hecho, la persona suele abandonar su fe cristiana con el tiempo debido a la presión de la comunidad.
David Maranz, en su estudio antropológico sobre la región amante de la paz de Senegambia, escribe que “la paz en el espíritu humano es la consecuencia de una condición de armonía entre seres humanos y fuerzas que van más allá del conocimiento empírico”.[3] Esta comunidad específica carecerá de armonía dentro de sí misma, con los demás o con fuerzas superiores si hay una ofensa. Alguien puede ser excluido del grupo por completo si niega las creencias que sostiene la comunidad; por lo tanto, pierde toda su estructura de apoyo. Ese entendimiento da poca confianza para la conversión cuando la verdad del evangelio y la comunidad están en desacuerdo. Es casi imposible para ellos ver cómo podrían aceptar esta creencia, aunque tenga una lógica clara. Cuando nos relacionamos con estas personas, debemos preguntarnos: “¿Es esta información creíble en su mente independientemente de su verdad?”.
La experiencia anterior también puede ser válida para personas de Occidente. Por ejemplo, las personas del oeste de Estados Unidos serán más propensas a rodearse de aquellos que afirman su identidad personal, creando así su estructura creíble para la vida que promete comodidad, relaciones y un propósito general para la vida. No cambiarán inmediatamente a un nuevo conjunto de creencias sin los materiales y el marco adecuados. El evangelio es a menudo ofensivo en estas culturas porque cuestiona el viaje de la persona hacia la autorrealización, que la comunidad en su conjunto valora. La gente quiere tener el espacio y la libertad para llegar a ser lo que escoge ser.
Entonces, ¿cómo proporcionamos los materiales y el plano para construir esta nueva estructura? Compartir partes de la historia del evangelio con sensibilidad al inicio de la relación es un paso fundamental para esta tarea. No necesitamos descargar los materiales o imponerlos a nuestros amigos de una vez. Solo estamos sentando las bases, construyendo los cimientos. Sin embargo, yo diría que una proclamación clara al principio de una relación nos permite establecer una base, medir dónde se encuentra la persona en su búsqueda de la verdad y determinar a quiénes podemos priorizar con nuestro tiempo y energía limitados. Esto no significa que ignoremos a los que no son receptivos. Nos desafía a pensar en otro marco que debemos añadir para una persona específica.
Junto con la proclamación del evangelio, podemos tener oportunidades comunales preestablecidas para las personas. Este es el plano. Podemos hacerlo a través de nuestros grupos personales de amistad, invitando a personas a nuestras casas para comer. Las culturas amantes de la paz valoran la hospitalidad, y entornos como éste nos permiten derribar diferentes muros de percepción. Los centros comunitarios, por ejemplo, ofrecen un lugar neutral para mantener conversaciones saludables sobre diversos temas. En nuestras clases de inglés en África Occidental, utilizamos historias bíblicas para la discusión, aunque esto no sea posible en países más restrictivos o fundamentalistas desde el punto de vista religioso. Los medios de comunicación, por ejemplo, serán muy beneficiosos en lugares más seguros, ya que la gente suele relacionarse con el evangelio a través de Internet porque proporciona un espacio seguro para explorar cosas de forma anónima hasta que estén preparados. Sin embargo, la forma en que una cultura construye la comunidad será diferente en cada contexto.[4]
Esta estrategia conlleva muchos desafíos. Puede ser difícil determinar qué partes del evangelio podemos compartir temprano sin abrumar a nuestros oyentes. El proceso de encontrar oportunidades comunales cómodas puede ser arduo. Además, algunos pueden preguntarse: “¿Qué es lo primero, compartir o las relaciones?”. La respuesta es que ambas cosas deben ocurrir temprano y con frecuencia. Por último, esta estrategia no ignora el hecho de que una persona tendrá que dar un paso de fe para creer. Podemos ayudar a alguien a darse cuenta de que algo es creíble, pero eso no significa que vaya a comprometer su vida en ello.
La construcción de estructuras creíbles no es un mecanismo infalible para la proclamación y la conversión. El trabajo con culturas amantes de la paz es lento, y no debemos esperar resultados instantáneos. Es importante que reconozcamos los componentes básicos de la tolerancia, el respeto y la afirmación en las culturas amantes de la paz, porque seguirán siendo un reto para la forma en que proclamamos eficazmente un evangelio ofensivo.
En última instancia, una persona debe ver por qué es beneficioso abrazar un conjunto diferente de creencias a un costo personal e interactuar con una nueva comunidad. Cuando puedan comprometerse con nuestra comunidad de amigos y sus historias, y se sientan felices de hacerlo, entonces tendrán un nuevo plano o comprensión para sus materiales del evangelio.[5]
La evangelización es un proceso de construcción de estructuras creíbles para ayudar a las personas a dar pasos de fe hacia Jesús. Estas estructuras serán de gran utilidad para centrarnos en personas ya receptivas e invitarlas a las oportunidades comunales disponibles. Una relación profunda con ellas, acompañada de una proclamación temprana, nos dará la oportunidad de presentar una historia mejor cuando vivamos efectivamente lo que creemos y lo proclamemos fielmente.
Micahel Hart (pseudónimo) sirve en un centro comunitario en África Occidental que busca equipar y movilizar a la iglesia. Tiene un máster en Liderazgo Mundial por el Western Seminary de Portland.
Este artículo se publicó por primera vez en la web del Movimiento Lausana y se ha reproducido con permiso.
Notas
[1] E.D. Burns, The Transcultural Gospel, (Kindle) (Cape Coral: Founders Press, 2021), 23. ↑
[2] Sam Chan, Evangelism in a Skeptical World (Grand Rapids: Zondervan, 2018), 41. ↑
[3] David Maranz, Peace is Everything: The World View of Muslim and Traditionalists in the Senegambia (Dallas: Summer Institute of Linguistics, 2006), 96. ↑
[4] Nota del editor: Ver el artículo “La buena noticia para las culturas de honor-vergüenza” por Jayson Georges en el número de marzo 2017 del Análisis Mundial de Lausana. ↑
[5] Nota del editor: Ver el artículo “El dilema de la salvación personal en culturas colectivas” por I’Ching Thomas en el número de marzo 2022 del Análisis Mundial de Lausana. ↑
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