¿Tenemos los cristianos elementos suficientes para trabajar sobre una pastoral del mercado?
Me refiero al mercado mundial que incluye tanto y tanto mercado injusto. Algunos en el mundo están clamando por un mercado justo, por un comercio igualmente justo, intentando mejores condiciones de mercado y de comercio que dé lugar a una seguridad en los derechos, tanto de los productores, como de los trabajadores empobrecidos e injustamente tratados y en desventaja en sus actividades comerciales. Estamos hablando de productores y trabajadores abusados hoy en el mundo por la necedad de la acumulación injusta de los más fuertes o, en su caso, de los más egoístas o avaros.
La pregunta sería lógica: ¿tiene que decir algo el cristianismo sobre esto? ¿Tenemos los cristianos elementos suficientes para trabajar sobre una pastoral del mercado? Quizás bastaría con pensar en el concepto de justicia social que usaron los profetas. Jesús entronca con ellos.
Posicionamiento primario: si la iglesia fuera un fermento de justicia para el mundo, no tendría que esforzarse mucho para configurar una pastoral del mercado, del comercio justo. Bíblicamente, le sobran argumentos para ello y, además, es obvio que el concepto de mercado que existe hoy, es totalmente injusto en términos de relaciones comerciales y de mercado en todo el mundo.
¿Estamos asumiendo en su amplitud bíblica el concepto de justicia social, el de necedad de la acumulación desmedida de bienes, el hecho tan esencial bíblico de creer lo que se nos dice que la vida no consiste en la abundancia de los bienes que se poseen? ¿Podríamos incidir los cristianos con nuestros valores en el hecho de que el comercio y el mercado se basaran en relaciones justas? ¿Consiste el pecado de omisión en callarse ante las relaciones injustas entre los hombres que dan lugar a un mundo desequilibrado y en sus dos terceras partes empobrecido?
¿Tiene que ver algo el compromiso de los cristianos en el mundo, el seguimiento de Jesús con los derechos laborales y sociales? ¿Acaso no recordáis ninguna parábola del Reino sobre los derechos laborales? ¿Acaso no habla la Biblia incluso del salario de los trabajadores y se condena toda explotación de las personas? ¿Acaso no hay base bíblica para una teología del mercado justo sin abusadores, sin ricos injustamente acumuladores de una forma desmedida e inhumana? ¿Es un pecado de omisión de la ayuda el callarse ante lo injusto?
Es tanto el contenido bíblico en torno a los principios éticos y morales que se han de aplicar para evitar que haya oprimidos en el mundo que, aunque los valoramos y apreciamos, los cristianos no necesitarían ni siquiera de la formulación de los Derechos Humanos en el mundo. Los principios bíblicos superan estos Derechos, aunque no se debe renunciar a que la iglesia los conozca y aplique en la lucha contra la injusticia del mercado y del comercio injusto.
El mundo necesita de prácticas justas en el mercado y en el comercio en donde hay personas abusadas en sus relaciones laborales, sociales y comerciales. Si contemplamos el mundo y callamos o contemporizamos con la conculcación de principios, valores y normas éticas y morales propias del cristianismo, estamos predicando un cristianismo mutilado. Estamos cayendo en el pecado de omisión. Todos estarían de acuerdo en el que callar es ser cómplice. Estaremos, así, ante un ritual vacío que no merece llamarse cristiano por no estar comprometido los contenidos bíblicos sobre estos temas.
Y la verdad es que no basta, aunque lo valoremos, con que alguna vez expongamos en nuestras iglesias pequeños mercadillos sobre el mercado justo y sus productos desde las penas de los productores y trabajadores abusados o desfavorecidos del mundo. La lucha por la justicia que debe ejercer la iglesia y los cristianos debe ser algo más profundo y aportar una fuerte voz y el practicar y mostrar unos valores que son contracultura ante las leyes del mercado injusto que reina hoy en el mundo. En el comercio injusto, a los pobres se les sigue comprando por un par de sencillos zapatos.
En el mercado y en el comercio hay una falta de solidaridad ante la que pueden caer también los cristianos. Si la solidaridad, la equidad, la justicia y el amor no salen de las filas de los seguidores de Jesús, es que algo está fallando en la iglesia, algo no ha cuajado del Evangelio y de los principios bíblicos en los seguidores del Maestro. Estamos en pecado.
Sin embargo, los cristianos deben brillar por la práctica de la misericordia, pero también por la búsqueda de la justicia y por la denuncia de toda estructura de maldad que humille o empobrezca a los hombres que, en tan gran número, apenas pueden participar de los bienes y servicios del planeta tierra.
El clamor por una redistribución justa de los bienes del planeta tierra, debería ser uno de los fundamentos de una pastoral del mercado y del comercio justo. Sería una de las formas de borrar ese pecado de omisión, porque si no se produce este clamor, algo está fallando en la misión de la iglesia, en el compromiso de los seguidores del Maestro al que dicen seguir.
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