Lutero, indulgencias, tesis y robos sacrílegos

La verdad es que la situación social y espiritual en la época de Lutero es, francamente, muy distinta a la de ahora. Las sensibilidades culturales eran distintas, la forma de hablar no se compadece con las formas orales que tienen los discursos de hoy. 

Por eso, incluso en los escritos de Lutero hay que tener cuidado para saber interpretar conceptualmente lo que se dice y que, en ocasiones, nos choca como si fueran alguna especie de barbaridad. La verdad es que el clima cultural era totalmente distinto y, en algunos casos, deberíamos reinterpretar algunas afirmaciones acudiendo a esos contextos sociales, culturales y de expresividad del momento. 

Si contemplamos las formas de expresión del dominico Juan Tetzel, fraile de la Orden de los Dominicos y hombre encargado de la venta de la indulgencias, nos podemos quedar totalmente sorprendidos de una forma de hablar que parece maldita, como si Tetzel fuera el fraile más corrupto del mundo.

No obstante, aunque las formas fueran diferentes, los discursos de este fraile dominico eran tan brutales que causaban impacto. No en vano Lutero tiene que dedicar seis de sus 95 tesis a rebatir el tema de las indulgencias y los excesos verbales de este fraile.

Por tanto, algunas de las 95 tesis de Lutero iban en torno al rechazo de las indulgencias. La motivación era clara: el Papa León X, en el año 1516, mandó predicar indulgencias plenarias para la terminación de la iglesia de San Pedro en Roma. Se eligió a este fraile Tetzel que, de hecho, tenía una mala reputación, acusado de adulterio y de otras conductas indignas de un hombre de iglesia. Hizo de la predicación de las indulgencias una especie de robo sacrílego y omitía que fuera necesario el arrepentimiento para la eficacia de tales indulgencias.

Hacía arengas como ésta: “No hay pecado por grande que sea, que la indulgencia no pueda perdonar; y aún si alguno (lo que es imposible sin duda) hubiese violado a la Santísima Virgen María, madre de Dios, que pague, que pague bien y nada más, y se le perdonará toda la violación. Ni aún el arrepentimiento es necesario. Pero aún hay más: las indulgencias no solo salvan a los vivos, sino también a los muertos. Sacerdote, noble, mercader, mujer, muchacha, mozo, escuchad a vuestros parientes y amigos difuntos, que os gritan desde el fondo del abismo: ¡Estamos sufriendo un horrible martirio! Una limosna nos librará de él; vosotros podéis y no queréis darla”.

Luego continuaba el fraile Tetzel con voz estentórea: “En el instante en el que la pieza de moneda resuena en el fondo de la caja, el alma sale del purgatorio”. Todo esto producía tales impresiones que, sin ni siquiera pensarlo y reflexionarlo, echaban sus monedas en la caja que ante ellos ponía dicho fraile para quien lo importante era la recaudación de fondos. Así, aunque las formas de expresarse en esa época eran diferentes, el fraile Tetzel hacía exageraciones y mentiras indignas de un servidor de la iglesia.

Por todas estas situaciones en torno a las indulgencias, Martín Lutero en sus 95 tesis, introduciría seis relacionadas con este tema tan escandaloso de las indulgencias,

La tesis 27 dice así: Predican vana tradición de los hombres, cuantos dicen que tan pronto como el dinero se echa en la caja, el alma sale del purgatorio.

La tesis 29 se formula así: Irán al infierno, junto con sus maestros, todos cuantos afirman que por las bulas de las indulgencias tienen asegurada la salvación.

  Y otra de sus tesis, la 36, hablaba de la necesidad del verdadero arrepentimiento. Dice así: “Cualquier cristiano que sienta verdadero arrepentimiento de sus pecados, tiene ya la absolución plenaria de culpas y penas, la cual le pertenece y se le aplica sin cartas de indulgencias”. 

Así, también, habla de las indulgencias en la tesis 37, 50 y 53 que no citamos por no pasar del espacio que damos a estos artículos. Fue mucho el impacto que sobre Lutero causaron las arengas de ventas de indulgencias por parte de Juan Tetzel en un contexto en el que la iglesia católica había caído en extremos radicales y no honestos, pues la predicación de Tetzel era propia de una venta mundana para conseguir recursos económicos. Por eso, no es una radicalidad acusar a estas ventas de robos sacrílegos.

Es de esperar que la iglesia católica hoy haga reflexiones en torno a todos estos temas para que los creyentes no se vean presionados ni engañados con afirmaciones que nada tienen que ver con el Evangelio de la gracia y de la misericordia de Dios. Por eso, terminamos este artículo citando la tesis 62 en la que dice: “El único tesoro verdadero de la iglesia es el Evangelio santísimo de la gloria y gracia de Dios”. FELIZ DÍA DE LA REFORMA.