Cambiar de nombre

Se ha llevado a cabo en diferentes estadios y en muchas ciudades de todo el mundo. El cambio de nombre de un recinto deportivo es algo habitual porque en algunos países marcas comerciales pagan una gran cantidad de dinero para que el estadio lleve su nombre, como sucede en la NBA. También es normal que un presidente ponga su nombre a un estadio (por ejemplo el Ruiz de Lopera de Sevilla) para que más tarde se vuelva a cambiar el nombre del recinto cuando ese presidente ya no está en el club (el estadio del Betis vuelve a llamarse ahora Benito Villamarín).

Estaba leyendo un versículo del Salmo 49 cuando recordé todos esos cambios debidos al poder del dinero. «Podrán haber tenido tierras, y haberlas puesto a su nombre, pero su hogar permanente será tan sólo la tumba; ¡de allí no saldrán jamás!» (Salmo 49:11 TLA). La verdad es que la Biblia siempre es clara y rotunda en sus afirmaciones. Y mucho más cuando se trata del dinero.

No sé si recuerdas a Rockefeller, el hombre más rico del mundo a finales de los años ochenta. Cuando falleció, su albacea personal fue entrevistado en un informativo y ante la obligada pregunta: «¿Cuánto ha dejado Rockefeller?», la respuesta del encargado de sus finanzas fue genial: «Todo».

Si te digo la verdad, estaba tentado a dejar la historia aquí. Creo que ya hemos comprendido de qué se trata. Seamos quienes seamos, un día lo dejaremos todo... pero como esa es una de las lecciones más duras de aprender (¡nadie quiere renunciar a nada!) necesitamos recordar los primeros versículos del capítulo cinco de la carta de Santiago, el hermano del Señor:

«¡Oíd ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que vienen sobre vosotros. Vuestras riquezas se han podrido y vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y vuestra plata se han enmohecido, su moho será un testigo contra vosotros y consumirá vuestra carne como fuego. Es en los últimos días que habéis acumulado tesoros. Mirad, el jornal de los obreros que han segado vuestros campos y que ha sido retenido por vosotros, clama contra vosotros; y el clamor de los segadores ha llegado a los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido lujosamente sobre la tierra, y habéis llevado una vida de placer desenfrenado; habéis engordado vuestros corazones en el día de la matanza» (Santiago 5:1-5).

¡La imagen es impresionante y dura! Si solo confiamos en las riquezas, somos los más dignos de lástima de todos los seres humanos. ¡Somos como cerdos engordados para el día de la matanza! ¡Madre mía!

Si lo pensamos bien, hasta parece normal: muchas riquezas han sido conseguidas en base a la injusticia. Algunos sí han llegado donde están como fruto de su trabajo, pero también, a veces, con una insensibilidad casi absoluta ante las desgracias de los que tienen al lado.

No lo olvides nunca, el dinero puede ser el mejor esclavo que tengamos si lo usamos para bendecir y ayudar... pero siempre será el peor amo. Si lo único que buscas en la vida es dinero, ya sabes lo que te espera.