¿Vida en Venus?

Un grupo de astrónomos, liderado por la Dra. Jane Greaves de la Universidad de Cardiff en Gales, acaba de anunciar que han detectado la presencia de un compuesto químico, la fosfina, flotando en las nubes que rodean al planeta Venus.

Se trata de una curiosa molécula formada por un átomo de fósforo y tres de hidrógeno (PH₃) que constituye un gas incoloro, explosivo a la temperatura ambiente de la Tierra y que, además, se disuelve en agua, huele a ajo y es extremadamente venenosa. En nuestro planeta, la fosfina o fosfano se produce en pequeñas cantidades de manera natural por degradación de la materia orgánica. Se origina con la descomposición de ciertos microbios que viven sin oxígeno (anaerobios), aunque también se fabrica industrialmente para elaborar plásticos e insecticidas. El equipo de investigadores de Gales cree que esta fosfina de Venus la podrían haber generado supuestos microbios presentes en las nubes de dicho planeta.

La sorpresa creada por tal afirmación ha sido mayúscula en el estamento científico porque si hay un planeta del Sistema Solar con menos posibilidades para albergar vida es precisamente Venus. Su temperatura media ronda los 464 grados centígrados, mientras que la presión atmosférica es 90 veces superior a la terrestre. Es decir, como si se estuviera en cualquier mar de la Tierra pero a mil metros de profundidad. Allí el día dura 243 días de la Tierra y la rotación es también inversa a la terrestre. El sol sale por el oeste y se oculta por el este. La atmósfera venusiana es también muy densa y está formada sobre todo por dióxido de carbono y una pequeña cantidad de nitrógeno, lo que provoca un fuerte efecto invernadero que hace que Venus sea más caliente incluso que Mercurio, a pesar de estar más alejado que éste del Sol. 

Los vientos en la atmósfera de Venus pueden alcanzar los 350 km/h y, aunque en la superficie son más lentos, siguen teniendo fuerza para barrer y erosionar todos los obstáculos. Las nubes son espesas ya que están formadas principalmente por gotitas de dióxido de azufre y ácido sulfúrico. Esto impide observar los detalles de su superficie desde la Tierra. Sin embargo, las diversas sondas enviadas en los años 70 del pasado siglo revelaron un suelo estéril, abrasado y formado por rocas de aristas afiladas, parecidas al basalto terrestre. Por encima de las nubes de Venus, a unos 70 km del suelo, la temperatura desciende hasta unos 45 grados bajo cero. Ninguna forma de vida microscópica conocida en la Tierra podría prosperar en estas condiciones infernales. Sin embargo, la presencia de fosfina en cantidades considerables ha motivado la incertidumbre de los astrónomos. Se sabe que esta extraña molécula también puede ser generada por los volcanes, los relámpagos y la radiación solar, aunque no en las elevadas cantidades detectadas.

El hallazgo de tal fosfina genera más dudas que respuestas. Lo que revelan estos estudios espectroscópicos (que relacionan la radiación electromagnética con la materia), ¿es realmente fosfina o puede ser cualquier otra molécula similar? Si en verdad se trata de fosfina, ¿tiene ésta un origen biológico a partir de microbios desconocidos o es solamente el producto de reacciones físicas exóticas del planeta? De hecho, Saturno y Júpiter también tienen fosfina que se produce a elevada temperatura en sus núcleos y después asciende a la atmósfera gaseosa. ¿Qué clase de bacteria o de cualquier otro microbio podría vivir flotando en tan inhóspitas nubes? ¿Cómo y de qué se alimentarían? ¿Qué características tendrían su paredes celulares o membranas para no ser perforadas por el corrosivo ácido sulfúrico? ¿Se habrían formado tales microbios en Venus por evolución química o quizás provendrían de la propia Tierra? Se sabe que en las nubes terrestres, a unos 15 km de altura, existen abundantes bacterias y hongos que son dispersados por el planeta mediante los huracanes. ¿Podrían tales microbios haber arribado accidentalmente a Venus, que es el planeta más próximo al nuestro? Muchas de estas cuestiones sólo se podrán responder tomando muestras directas en las propias nubes que envuelven al planeta del amor. Pero esto, tal como están las cosas, probablemente vaya para largo. 

Hoy por hoy, la pequeña y rara molécula de fosfina no parece una evidencia suficientemente sólida como para sustentar algo tan importante como la existencia de vida en Venus.

Antonio Cruz es doctor en Biología. Escribe sobre ciencia cada semana en el blog 'ConCiencia' en Protestante Digital.