No sé hasta qué punto habrá sido útil y efectivo este cuerpo sistemático de doctrina en la Iglesia Católica, pero yo, a veces, añoro algo similar en la Iglesia Evangélica.
Sé que en el campo evangélico no faltan estudios sobre la responsabilidad cristiana ante las problemáticas sociales, pero se echan de menos estudios sistemáticos y doctrinales sobre lo que podría ser la Doctrina Social de la Iglesia Evangélica. Es verdad que nuestro mundo cristiano evangélico es más libre, menos piramidal, no tenemos algo equivalente a las Encíclicas, y muchos me dirán que ni falta que nos hace. Pero también puede haber una ventaja para los cristianos en tener algunos puntos de referencia para orientar nuestra opinión o inspiración en estos temas, así como para mostrar a los creyentes que las problemáticas sociales del hombre son también objeto del cristianismo. Pues aunque haya libertad en todas las opciones y pluralidad en las ideas, no está demás que los cristianos puedan tener referentes para así poder elaborar sus decisiones prácticas en el terreno de lo social. Así, pues,
echo de menos en el campo evangélico, estudios más o menos consensuados que nos orienten ante la responsabilidad cristiana en la práctica de la projimidad.
Podríamos tener estudios desde el punto de vista de la ciencia. Yo he visto creyentes evangélicos preocupados por los temas de ciencia y cristianismo. Ver cómo la ciencia, liberada de la ética, puede caer en el simplismo técnico que pueden estar al servicio de intereses contrarios al servicio que los cristianos deben dar a la persona. Una doctrina social cristiana tendente a humanizar la ciencia y la técnica y ponerla al servicio del hombre, sería una tarea adecuadísima a la Iglesia.
Por otra parte, no cabe duda de la valía de un cuerpo sistemático de doctrina que analizara y enjuiciara las estructuras sociales, los mecanismos económicos que se van creando ajenos a una ética solidaria y social, los mecanismos socio-políticos que podrían ser analizados desde el prisma del Evangelio, análisis tendente a la búsqueda del respeto de la dignidad de la persona y de la humanización de estos mecanismos socio-políticos. Porque una economía, o una ciencia o una técnica alejada de los valores éticos pueden llevarnos a la destrucción del hombre mismo que es el ser más amenazado del planeta, con el ochenta por ciento de la humanidad viviendo en precariedad, mientras sólo un veinte por ciento disfruta casi sin límites de todo tipo de bienes y servicios.
Lógicamente este cuerpo sistemático de doctrina no debería darse nunca como algo definitivo e impuesto, como algo inerrable, sino como unos principios que sirvieran de cierta inspiración a los creyentes y que nunca estuvieran como un cuerpo de doctrina ya cerrado. No dar este cuerpo de doctrina como una especie de doctrina ideológica social que determinara totalmente la praxis cristiana, pero sí que orientaran al creyente fundamentalmente en una mayor valoración de la persona humana y de su dignidad. Muchas veces no se nos enseña a valorar al hombre desde la perspectiva que lo valoró Jesús, quien consideró el amor a Dios semejante al amor al hombre... y caemos en mutilaciones del cristianismo que consiste en vivirlo de forma vertical orientados solamente hacia Dios, pero cortando la dirección horizontal que la espiritualidad cristiana debe tener en relación con el hombre.
Así, cuando se corta en la vivencia del cristianismo esa dimensión horizontal, parece que hablar de mecanismos económicos o socio-políticos no corresponde al cristianismo, nos puede parecer que hablar de vertientes socio-económicas de la globalización es cosa de economistas laicos, que hablar del neoliberalismo y de los poderes económicos que marginan a las personas creando una forma radical de pensamiento único que pasa de largo de los países empobrecidos o de los individuos marginados, es algo que no compete al cristianismo. Como si el Reino de Dios que irrumpe en nuestra historia con la figura de Jesús, fuera algo metahistórico y su concepto de justicia fuera exclusivamente un concepto de justificación espiritual.
Por tanto, hagamos un cuerpo sistemático de doctrina social o no, lo que no debemos hacer es vivir un cristianismo de espaldas al hombre y a los problemas que le empobrecen, le deshumanizan o le roban su dignidad. Porque si fuera así, estaríamos muy lejos de la espiritualidad encarnada en la historia y en la sociedad que nos ha enseñado el Maestro que anduvo por la vida haciendo bienes y dignificando a los proscritos y marginados.
Si quieres comentar o