El camino va a ser largo, no exento de dificultades, de desacuerdos. Algunos desconfían, hablan de trampas...
¡Señor, que mantenga la esperanza!
Se habla de alto el fuego permanente, se cambian las palabras. Ya no es un aviso de bomba, no es el tiro en la nuca. Alguien habla de diálogo, de negociación y de acuerdo.
¡Señor, que mantenga la esperanza!
El camino es difícil, la hoja de ruta para construir el proceso de paz, es larga y ardua, pero tenemos entre todos que construir la paz. Todos juntos.
¡Señor, que mantenga la esperanza!
Cuando en mis pasados artículos yo hablaba de paz, de amor y de perdón, algunos me felicitaron. Gracias a todos ellos. ¡De corazón!
¡Señor, que mantenga la esperanza!
Cuando pensando en la paz, buscaba el corazón de la projimidad en su más profunda radicalidad, allí donde tú hablaste del amor a los enemigos, alguien amigo, desde la radicalidad y la prepotencia, me insultaba inmisericordemente en una tertulia pública. Otros me dijeron que era mi hermano en la fe. Que así sea, Señor. Lo acepto como tal.
¡Señor, que mantenga la esperanza!
En esta difícil hoja de ruta en búsqueda de la paz, que tu pueblo no vuelva la espalda. Que tu Iglesia sea activa y comprometida en la construcción de la paz. Que se vean signos claros de compromiso por una paz justa.
¡Señor, que mantenga la esperanza!
Que el proceso de paz pueda ser dedicado a la memoria de las víctimas, muchas de ellas pacificadoras y que se gozarían con los atisbos de una paz duradera. Que las campanas de paz se puedan oír en las alturas donde ellos estén.
¡Señor, que mantenga la esperanza!
Cuando pienso en la posibilidad de perdón para aquellos que ni siquiera la piden, veo la gran dificultad. Pero
tú perdonaste a tus verdugos sin que ellos lo pidieran... y nosotros te pedimos perdón como nosotros perdonamos. Todos necesitamos perdón.
¡Señor, que mantenga la esperanza!
Que no nos detengamos por insultos, críticas, ni por ninguna otra vileza humana. A Pablo le llamaron loco, a Jesús lo crucificaron... pero el Evangelio triunfó.
¡Señor, que mantenga la esperanza!
¿Quién va a tener rasgos de generosidad, de perdón, de olvido y reconciliación si no la tienen los cristianos?
¡Señor, que mantenga la esperanza!
Todos los creyentes tenemos el deber inexcusable e ineludible de impulsar la paz. Confiamos en tus fuerzas, pues las nuestras son debilidad.
¡Señor, que mantenga la esperanza!
El Presidente del Gobierno de España necesita mucha sabiduría. También las fuerzas políticas de nuestro país y, específicamente, de Euskadi. Se necesita reflexión, orientación y buena voluntad.
¡Señor, que mantenga la esperanza!
No importa que el colectivo que pertenece a ETA lance ideas sobre la autodeterminación o la independencia del País Vasco. No importa, no, si lo hace de forma democrática y con el uso de la palabra... sin violencias. ¿No es así como se deben defender las ideas dentro de una normalidad pacífica y justa?
¡Señor, que mantenga la esperanza!
Los deseos de venganza deben ser eliminados. Por tanto, no tiene sentido el que se hable de vencedores y vencidos. La fuerza del amor y del perdón, deben priorizar.
¡Señor, que mantenga la esperanza!
Algo puede fallar, porque somos humanos. Algo puede irse al traste. Pero aún así, habría que seguir trabajando por reorientar esa hoja de ruta que nos lleve a la paz.
¡Señor, que mantenga la esperanza!
Todos tenemos que agarrarnos a ese hilo de esperanza en la paz definitiva. Que no tengamos que volver a hablar nunca más de ETA.
¡Señor, que mantenga la esperanza!
Hay otros horrores y actos de terror en el mundo que hemos de eliminar. Hay otro holocausto que impide la auténtica paz en la tierra: el de los más pobres, los excluidos, los marginados, los hambrientos... los crucificados de la historia. El mundo también necesita trazar esta hoja de ruta que nos lleve a la solidaridad entre los hombres... a una justicia impregnada de misericordia. Tenemos que construir estas líneas de paz solidarias fundamentadas en la justicia.
¡Señor, que mantenga la esperanza! Una esperanza activa por la consecución de estos objetivos que no es otra cosa que acercar tu reino a los hombres. Es la misión de los que creen en ti y te sirven. ¡Señor, que mantengamos todos la esperanza!... Y si es tu voluntad, concédenos la paz.
Artículos anteriores de Juan Simarro sobre este mismo tema:
El plan para el fin de ETA
ETA y el amor al enemigo
Especiales de Protestante Digital sobre este mismo tema:
X. Manuel Suárez:
Euskadi: la senda de la paz
Jaume Llenas:
ETA y la paz: justicia, perdón y memoria AUDIO 3MB
Comunicado:
de la Alianza Evangélica sobre el `alto el fuego de ETA´
ETA:
Comunicado del `alto el fuego permanente´ VIDEO (1MB)
Noticia:
Alto al fuego de ETA VIDEO (2MB)
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