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José Hutter
 

La esperanza de dos mil años (3)

Al terminar el mandato inglés, David Ben Gurión declaró la independencia  de los territorios judíos bajo el nombre de “Israel”.

TEOLOGíA AUTOR José Hutter 17 DE OCTUBRE DE 2019 08:56 h
David Ben Gurion proclama la creación del Estado de Israel, en 1948. / Dominio público, Wikipedia

Llegamos a la tercera y última parte de este breve repaso de la historia de Israel hasta su independencia en el año 1948. Cada cristiano debería conocer estos hechos para poder evaluar mejor los capítulos 9 al 11 de Romanos. O para simplemente estar mejor informado. 



Al final de la primera guerra mundial una buena parte de Medio Oriente estaba ya bajo dominio inglés. El Reino Unido administraba en nombre de la Liga de Naciones (el precursor de la ONU) lo que hoy corresponde a Israel, Jordania, Irak y los estados del golfo. El Imperio Otomano ya no existía. ¿Se resolvería ahora la cuestión de un estado judío?



Al inicio del mandato británico había un deseo de fortalecer las aspiraciones nacionales tanto de judíos como de árabes. A primera vista parecía que había buenas posibilidades para la creación de un estado judío y varios estados árabes. En este sentido, el gabinete británico aceptó favorablemente la declaración por carta de Arthur Balfour, ministro de asuntos exteriores del Reino Unido, al conde de Rothschild - representante de la comunidad judía británica - del noviembre de 1917. Balfour era el primer político de su país que habló explícitamente de la creación de un estado para los judíos. Y los ingleses mandaron en la zona.



Esta declaración fue el resultado de contactos anteriores entre el sionista y científico británico Chaim Weizmann y Arthur J. Balfour.  Pero la declaración de Balfour no solamente recibió el visto bueno del gobierno británico, sino también de EE.UU. y de otros países occidentales. Hubo incluso un encuentro entre Weizmann y Emir Faisal, el líder de los árabes de la zona. En este histórico encuentro – bastante ignorado hoy en día  - llegaron a firmar un acuerdo, donde los árabes reconocieron explícitamente la necesidad de crear un estado árabe y otro judío. Un dato curioso era que los árabes querían que el estado judío se llamase  “Palestina”.



Pero esto no era todo. Ambos estaban de acuerdo en fomentar la emigración judía a “Palestina”. Literalmente dice Faisal: “Daremos a los judíos una cordial bienvenida.” Acto seguido habla de su simpatía por el sionismo. Y sigue: “Hay lugar en Siria (los árabes en Palestina simplemente eran considerados según su propia definición como “árabes sirios”, J.H.) para los dos”. Es curioso que estos hechos son prácticamente desconocidos hoy.



Pero las aspiraciones árabes por tener un estado independiente se vieron defraudadas cuando los franceses expulsaron a Faisal de Damasco, donde poco antes había sido proclamado rey de Siria. Para aplacarle, los británicos le nombraron rey de “Irak”. Este estado, creado en 1921 por Londres de la nada, era simplemente una entidad artificial donde suníes, chiíes y kurdos tenían que convivir forzadamente. 



Para calmar los ánimos árabes aún más, Winston Churchill, en aquel entonces ministro para asuntos coloniales, decidió separar el 80% del territorio de “Palestina” – previsto en su momento para un estado judío - (unos 90.000 kilómetros cuadrados), para crear otro estado nuevo, llamado Transjordania. Este país – que de hecho siempre ha sido un estado palestino – luego adoptó el nombre de “Reino Hachemita de Jordania”. Nunca antes en la historia había existido una entidad o un pueblo llamado “jordanos”. Eran simplemente árabes sirios.



Churchill instaló en el trono de Ammán, su capital, a un tal Abdullah, el hermano de Faisal como emir. El actual rey de Jordania, Abdullah II, por cierto, es el bisnieto de ese Abdullah. Así se puede ver con facilidad que aquello era simplemente un “negocio de familia” que vino bien para los intereses tanto de ingleses como del clan de Faisal.



En el año 1946, Transjordania ganó la independencia y se convirtió más tarde en Jordania (por cierto sin el famoso West Bank, que Jordania anexionó de forma ilegal durante la guerra de independencia de Israel en el año 1948).



Esta primera partición de Palestina significaba un serio revés para los judíos en su aspiración para alcanzar un estado propio.



Simplemente queda por mencionar que los planes de los árabes de la creación de estados propios quedaron ampliamente satisfechas. La Liga Árabe hoy tiene 21 miembros y se extiende por un territorio de 13 millones de kilómetros cuadrados, 25 veces el tamaño de España. El estado de Israel tiene una superficie de 21.000 kilómetros cuadrados que corresponde aproximadamente a la provincia de Badajoz. Esta comparación puede ayudar a poner las cosas en una perspectiva manejable.



Mientras tanto, ya había empezado la tercera ola de inmigración de judíos a Israel, motivada precisamente por la declaración de Balfour. Pero en los años 20 del siglo pasado, la actitud de los árabes empezó a cambiar de repente.



El Reino Unido temía por sus intereses en la zona, sobre todo con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. A partir de la mitad de los años 30, Gran Bretaña puso impedimentos cada vez más grandes a la entrada de judíos a Palestina. De 1936 a 1939 hubo un levantamiento árabe que costó la vida a 10.000 personas, la gran mayoría eran árabes aparte de unos 1000 ingleses y 500 judíos. La mayor parte de las víctimas árabes fueron causadas por sus propios hermanos en la lucha por el control y poder de ciertas zonas.



Pero había otra tragedia aún más grande: mientras los nazis se dedicaron a exterminar 6 millones de judíos, los británicos limitaron la llegada de nuevos inmigrantes judíos a tan solo 75.000. Al parecer, de nuevo no había lugar para el pueblo judío sobre la faz de la tierra.



Durante la Segunda Guerra Mundial, el líder de los musulmanes de Jerusalén, Amin al-Husseini, se encontró con Hitler para organizar la exterminación de los judíos en Medio Oriente. Yasser Arafat, por cierto, tenía lazos familiares con al-Husseini de parte de su madre.



Cuando la Segunda Guerra Mundial terminó finalmente, la opinión general en el mundo era en favor de conceder a los judíos su propio estado. Al mismo tiempo, El Reino Unido estaba cansado de verse envuelto en una situación que se le iba cada día más de las manos y buscó una salida que contentara tanto a judíos como a árabes. No satisfechos con lo que ya habían conseguido, los árabes reclamaron ahora par sí todo el territorio que quedaba después de la independencia de Transjordania. Según ellos, no debería quedar ya ni un centímetro para los judíos.



Sin embargo, una comisión de Naciones Unidas propuso en el año 1947 una división del territorio del mandato británico de Palestina –ahora sin Jordania- en un estado árabe y un estado judío, con Jerusalén como zona bajo control internacional.



Los judíos estaban incluso dispuestos a aceptar esta solución muy dolorosa para ellos. Pero los árabes la rechazaron totalmente. En la sesión de Naciones Unidas del 29 de noviembre de 1947, 33 naciones votaron en favor de la división del territorio en un estado judío independiente y un estado árabe, entre ellos la Unión Soviética. 13 países votaron en contra y 10 se abstuvieron. A continuación, los árabes hicieron todo lo posible para boicotear la resolución de Naciones Unidas, por lo menos a nivel institucional.



Llegó finalmente el 14 de mayo de 1948.  Al terminar el mandato inglés, David Ben Gurión declaró la independencia  de los territorios judíos bajo el nombre de “Israel”. Por primera vez después de más de dos mil años, los judíos habían recuperado su independencia. Por primera vez se izó la bandera con el escudo de David y se cantaba el himno nacional –conocido como  HaTiqvá (la esperanza).  Es el único en el mundo que solamente consiste de una frase:




Mientras en lo profundo del corazón



palpite un alma judía,



y dirigiéndose hacia el Oriente



un ojo aviste a Sion, no se habrá perdido nuestra esperanza;



la esperanza de dos mil años,



de ser un pueblo libre en nuestra tierra:



la tierra de Sion y Jerusalén.




En este mismo día, cinco países árabes - Egipto, Transjordania, Siria, Irak y el Líbano declararon la guerra al país que acababa de renacer después de 2000 años.



 Y las posibilidades de supervivencia para la jóven nación sin tanques, aviones y apenas munición eran nulas. 



Humanamente hablando ...


 

 


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