Quiero resumir en 10 puntos algunas cosas que cualquier creyente debería saber sobre este tema.
Ya lo constatamos: hay un acontecimiento que se puede producir en cualquier momento: nuestra propia muerte. El mundo que nos rodea intenta evitar este tema simplemente no dándose por aludido. Es la peor estrategia posible. Es muy difícil manejar este tema desde una perspectiva que no toma en cuenta la existencia eterna del alma humana. Pero también para muchos cristianos es un tema que en muchos casos sencillamente se pospone o se ignora. Dicho de otra manera: nos desagrada.
Pero como creyentes debemos de ser realistas. Y queramos o no, la Biblia nos habla mucho del tema. Y él que particularmente habló extensivamente del asunto –como ya vimos- era el Señor Jesucristo mismo.
Pero hay un asunto aún menos considerado. Raras veces es tema de alguna conferencia o predicación: el juicio de los creyentes. Algunos dirán: pero ¿existe tal cosa? Por lo tanto quiero resumir en pocos puntos -y no pretendo ser exhaustivo- lo que un creyente debería saber de una tema especialmente importante, porque es algo que nos concierne a los que somos creyentes.
El hecho de que un creyente se goza de su salvación y de la gloria eterna que le espera no nos debe ofuscar la vista para un hecho crucial: también los creyentes seremos juzgados. Sí, es verdad: no será cuestión de gloria eterna versus condenación eterna. Este tema se resolvió en la cruz del calvario hace 2000 años. Allí Cristo llevó el pecado de los que en él creen definitivamente y para siempre. Queda la frase del apóstol Pablo: No hay condenación para aquellos que están en Cristo Jesús (Romanos 8:1). Lo cual implica que hay condenación para aquellos que no están En Cristo Jesús. Pero este tipo de juicio -lo que llamamos comúnmente el juicio final- no es el tema de lo que voy tratar aquí.
Esto no significa, sin embargo, que no haya juicio para el cristiano. Quiero resumir, por lo tanto, en 10 puntos algunas cosas que cualquier creyente debería saber sobre este tema. El texto más explícito que lo trata es el que tenemos en 2 Corintios 5:10. Pablo escribe allí:
“Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.”
1. ¿Quién será juzgado?
El contexto del capítulo 4 y de los primeros versículos del capítulo 5 deja poca duda de que el apóstol se refiere aquí a los creyentes y no a todo el mundo, creyente o no. En otras palabras: el texto habla de nosotros, los que hemos puesto nuestra fe en Jesucristo.
2. ¿De qué tipo de juicio estamos hablando?
No se trata de un juicio que decide sobre nuestra salvación. Allí está Romanos 8:1: ninguna condenación hay para los redimidos. Se trata más bien de un juicio que corresponde a una evaluación de las obras del creyente. Es algo como la tasación de un objeto de valor. El ejemplo sería el de un anillo que llevamos a un experto para tasarlo. La cuestión no es si al anillo se le tira a la basura o no, sino más bien determinar lo que vale. No se trata de decidir el lugar donde vamos a pasar la eternidad sino más bien la recompensa que recibimos (Juan 3:18; 5:24; Romanos 5:8.9 y 1 Tesalonicenses 1:10). No está en juego la entrada al cielo, sino el estatus que un cristiano tendrá allí. ¿Seremos todos iguales en el cielo? Según la Biblia la respuesta es doble: Sí en cuanto a nuestra salvación pero no en cuanto a la recompensa que recibiremos. Habrá diferencias. No hay ministerio de igualdad en el cielo.
3. ¿Cuándo se llevará a cabo este juicio?
Parece que Pablo no tiene la intención de aclarar esto. Lo único que es evidente es que tendrá lugar después de nuestra muerte (Hebreos 9:27). Posiblemente inmediatamente después. De todos modos, el momento exacto tampoco tiene importancia.
4. ¿Se aplica a todos los creyentes?
De esto no cabe duda. Pablo dice que “todos” tenemos que aparecer para esta cita. Nadie podrá evitarlo. Y es evidente que estamos hablando de una realidad que no admite otras lecturas exegéticas. Pablo mismo se incluye en el número y esta verdad le sirvió de ánimo para agradar al Señor con su vida y ministerio. Además Pablo enfatiza la individualidad (“para que cada uno reciba…”). Pablo se expresaba en términos similares en Romanos 14:12 donde menciona que cada uno de nosotros rendirá cuentas a Dios.
5. ¿De qué manera se lleva esto a cabo?
La escritura no deja duda de que será exhaustivo. 1 Corintios 4:5 indica que Dios “manifestará los intentos de los corazones”. Esto sirve también de cierto consuelo porque en el contexto nos exhorta que no juzguemos nada antes de tiempo. No solamente en un argumento en nuestra contra. También hay razones que influyen en nuestras vidas que ahora ni se pueden explicar ni se deben. Y como resultado “cada uno tendrá de Dios la alabanza”.
Para no poner un ejemplo que nos asuste, voy a poner un ejemplo que nos anime: el ministerio fiel y el servicio para en Señor se verá recompensado en el momento que Dios ha destinado para ello. Hay mucho sufrimiento y sacrifico oculto a los ojos de los demás. Sin embargo, a Dios no se le escapa. Cada oración silenciosa, cada acto escondido cada lágrima vertida, cada acto noble -olvidado desde hace tiempo por los hombres- no se le ha escapado a nuestro Señor.
Y en los casos contrarios nunca hay que olvidar que no hay condenación para aquellos que están en Cristo Jesús.
6. ¿Cuáles son las características de este juicio?
Su nombre es el “tribunal de Cristo”. Es conocido que el término que Pablo usa es bema en griego. Para los corintios esta palabra tenía una connotación especial porque cuatro años antes de escribir estas palabras (52 dC), Pablo se encontraba ante el bema de Galio en la misma ciudad. El procónsul romano rechazó en aquel momento las acusaciones levantadas en contra del apóstol (Hechos 18:12-17). Arqueólogos han identificado esta “silla de juicio” que se encontraba en el lado sur de la ágora de Corinto.
7. ¿Quién será el juez?
El texto nos indica claramente que será Cristo mismo. El que está en al silla del juez es el mismo que dio su vida por nosotros. Eso está en consonancia con lo que leemos en Juan 5:22: el Padre a nadie juzga, sino ha dado todo juicio al Hijo.
8. ¿Cuáles son las normas del juicio?
La respuesta es según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo. Es una referencia a lo que hemos hecho durante nuestra vida aquí en la tierra. La palabra griega nos indica que lo que recibiremos, está en proporción con lo que hemos hecho. Y solo hay dos categorías: cosas buenas y cosas malas.
9. ¿Cuál será el resultado del juicio?
El texto no lo dice explícitamente, sino por implicación. Se trata de una recompensa. Algo más específico es lo que Pablo escribe en 1 Corintios 3:14-15: “Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.” Se trata de recibir una recompensa correspondiente o no recibir nada. Simplemente cabe destacar dos cosas:
10. ¿En qué consiste la recompensa?
Me niego a especular sobre esto porque la Escritura tampoco entra en muchos detalles. Pero quiero dejar constancia de que el concepto de la recompensa está tan extendida en el Nuevo Testamento que no es una buena idea negarlo.
Para terminar cabe destacar lo siguiente:
La doctrina del juicio de Cristo sobre los creyentes debería animarnos, en vez de deprimirnos. Porque entre otras cosas significa: me puedo permitir el lujo de no tener que justificarme. Puedo ser fiel en lo pequeño aunque nadie lo vea. Porque a Dios no se le escapará nada. Tampoco lo bueno.
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