Jesús habla continuamente de principios y ejemplos de su mundo laboral y del ámbito económico y financiero.
Es bastante común la idea de imaginarse a Jesucristo con apariencia de hippie, despreocupándose de los problemas que achacan a los mortales comunes y viviendo de milagros y monedas de bocas de peces del Mar de Galilea. Cierto, Jesucristo es Dios, ha sido siempre Dios y siempre lo será. Pero en determinado momento de la historia asumió una plena naturaleza humana y la unió a la divina convirtiéndose en Dios-hombre. Y en esta función vivía una vida antes de que empezara su ministerio público que a primera vista no se diferenciaba mucho de la que cualquier israelita, exceptuando los acontecimientos inusuales de su nacimiento y la historia de su debate con los religiosos a los 12 años. Y precisamente en estos acontecimientos se centran los evangelios, aparte de los tres años y medio de su ministerio. Sobre el resto de su vida no sabemos nada y solamente podemos sacar conclusiones en base a algunos detalles que nos facilitan los cuatro evangelios.
Sin embargo, de esos “años de silencio” tenemos algunos detalles que nos ayudan particularmente a entender su situación laboral. Pero antes de entrar más en este tema quiero constatar una simple observación:
Si leemos los discursos de Jesucristo en los cuatro evangelios, a cualquiera con una formación mínima en economía y finanzas, le llaman la atención dos hechos curiosos:
1. Jesucristo conoció el mundo laboral y las operaciones económicas y financieras que lo rodeaban con detalle.
2. La mayoría de sus parábolas giran alrededor de estas dos áreas.
Pero vamos a adentrarnos un poco en el contexto:
TRASFONDO LABORAL
Prevalece la imagen de que Jesús proviene de una familia pobre y humilde y por esta razón él supuestamente se relacionaba con más facilidad con la gente pobre que con los ricos. Son ideas muy populares hoy en día que poco o nada tienen que ver con la realidad de los textos de los evangelios. El pasaje que sirve supuestamente como apoyo para esta idea es el de Lucas 2:22-24 que menciona la ofrenda que María presentó para cumplir con el rito de purificación obligatoria según la Ley de Moisés (Levítico 12:6-8 ). El argumento dice: el sacrificio que presentaron era el de una persona pobre ya que obviamente no podían pagar el precio de un cordero. Es posible que fuesen pobres en aquel momento. Estamos hablando de pocas semanas después del nacimiento de Jesucristo. Pero unos meses más tarde, iban a recibir la visita de los magos de oriente1. Estos, como sabemos, les proporcionaron un regalo de oro, incienso y mirra. El donativo ayudó a cubrir los gastos de la estancia en Egipto que con toda probabilidad no duró más que unos pocos meses. De todos modos, la generosidad de la comitiva de oriente significaba un un buen pellizco para la familia.
Después de su estancia en Egipto volvieron a Galilea. Es improbable que hayan gastado todo el oro en Egipto así que lo más probable es que con lo que quedaba, José pudo invertir en herramientas y una expansión del negocio familiar. De todos modos, el trabajo de José daba a la familia unos ingresos estables. Y como era costumbre en aquel entonces, el oficio pasaba de padre a hijo. Tanto el padre como el hijo eran conocidos como el “tékton”, el constructor (Marcos 6:3).
La imagen rural de Nazareth invita a olvidar que la villa donde se crió Jesus estaba a sólo seis kilómetros - hora y media de camino - de Sepphoris, una ciudad que se levantaba como capital de Galilea precisamente en los años de Jesucristo. Según el arqueólogo y experto en documentos bíblicos Carsten Peter Thiede “algunos autores mantienen que Jesús y su padre José, participaron activamente en la construcción de Sepphoris”. El término griego “tékton” no significa específicamente “carpintero” como traducen muchas Biblias, sino “constructor”. La palabra se reconoce hoy en “arquitecto”, es decir: jefe de los constructores.
Por la cercanía de Sepphoris con Nazaret es posible que José y Jesús encontraran allí trabajo porque los romanos requerirían la ayuda de todos los constructores de la zona para terminar el anfiteatro que se construyó allí.2La posibilidad de que Jesús y su padre participaran en la construcción de un anfiteatro cuyos restos arqueológicos han sobrevivido hasta nuestros días, es sencillamente fascinante.
En algún momento durante esos años José murió. Y como primogénito de la familia, Jesús estaba a cargo de cuidar de sus familiares. El detalle se nota en el hecho que en sus últimas horas en la cruz encarga al discípulo Juan de cuidar de su madre (Juan 19:27). Los demás hermanos/as o bien no estaban en condiciones de asumir esta tarea o ya no vivían.
LA PROFESIÓN DE JESUCRISTO Y SU LENGUAJE
Es uno de los detalles curiosos de la historia de la salvación - poco comentado, por cierto- que el Diseñador y Constructor del universo escogiera precisamente el oficio de constructor aquí en la tierra. Y esto nos lleva a otro hecho que encaja muy bien con lo que acabo de mencionar.
Es muy interesante que los discursos de Jesucristo están llenos de referencias a su oficio: el de constructor. Jesús habla continuamente de principios y ejemplos de su mundo laboral y del ámbito económico y financiero. Aquí vemos algunos ejemplos:
La parábola de los talentos nos explica el tema de la productividad (tanto en lo espiritual como en lo económico). Es curioso que en Mateo 26:27 el prestamista habla de los intereses que podía haber cobrado en los bancos. Veinte siglos después, los bancos centrales finalmente han conseguido que ni este principio financiero siga en pie, por primera vez en la historia de la humanidad. La historia de la perla de gran precio nos enseña lo que es una inversión sabia: invertir en lo que a largo plazo te dará mucho más de lo que has invertido. Por otro lado, vemos la tragedia del campesino rico que invierte mal, porque no entiende que su vida tiene fecha de caducidad.
Jesús nos habla de libre contratación de obreros (Mateo 20:15), de constructores inteligentes y tontos, de prestamistas, siervos responsables e irresponsables, dueños de casas, evaluación de costes, gestores inteligentes, presupuestos, etc. Y llama también la atención que muchos de estos ejemplos vienen directamente de la construcción: Jesús habla de diferentes tipos de piedras, fundamentos, torres que caen, etc. Y con un toque de humor (y ¿por qué no?) llama a su discípulo en jefe “Pedro” (La piedra) e independientemente decómo interpretamos Mateo 16:18 le relaciona con la edificación de su Iglesia.
Y como broche de oro queda la última palabra de Jesucristo, pronunciada momentos antes de su muerte en la cruz: tetelesthai. Es una expresión griega muy reveladora. En contra de lo que sugieren muchas traducciones no habla del cumplimiento de un cometido. La frase escueta mejor se traduce de otra manera. En los tiempos de Jesucristo sirvió como frase acuñada y habitual para indicar que se había pagado el precio de un producto o un servicio. De hecho, algunas veces se escribía en las mismas facturas.3Por lo tanto, sus últimas palabras se refieren a una transacción monumental: el Hijo de Dios paga la deuda de su gente. Ninguna expresión mejor. La deuda está saldada. El Hijo de Dios pagó. Y a partir de ahí, todas las demás pérdidas y ganancias son sumamente relativas. Y por lo tanto podemos permitirnos el lujo de compartir el evangelio precioso y carísimo de forma gratuita. El que inició la obra también sufragará los gastos relacionados. Y para eso no necesita nuestras manipulaciones, presiones y las técnicas de venta.
11Ahora no es el momento de elaborar los detalles de los acontecimientos de forma cronológica. Pienso entrar en este tema en diciembre, a tiempo para la época navideña.
22http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1996/10/13/070.html
33 P. Grenfell, A. Bunt: New Classical fragments and other greek and latin papyri, p. 78.79, Oxford (1897)
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