Lo que está ocurriendo en Egipto no es un suceso remoto en la historia de la iglesia, sino un testimonio vivo del poder de la fe cristiana.
El 9 de abril 2017, mientras los cristianos egipcios estaban celebrando el Domingo de Ramos, llevando ramas de palmera y cantando “Hosanna en las alturas”, ataques coordinados con bombas en iglesias principales de Alejandría y Tanta, en el norte de Egipto, dejaron decenas de muertos y cientos de heridos de gravedad. La celebración gozosa se convirtió en duelo en todo el país. El ataque fue uno de una serie contra iglesias y cristianos que ha dejado miles de muertos y heridos. Solo durante agosto de 2013, más de 70 iglesias e instituciones cristianas, junto con cientos de hogares y negocios cristianos, fueron atacados o incendiados.
A lo largo de la historia, los coptos -los cristianos autóctonos de Egipto- han sufrido períodos de persecución esporádicos y a veces intensos[1]:
- En los siglos II y III, el 16% de la población de Egipto era cristiana (el porcentaje más alto en el imperio romano, en ese momento). Como resultado, los cristianos egipcios soportaron lo peor de la persecución romana, con el resultado de miles de muertos en manos de las autoridades.
- Los coptos también sufrieron persecuciones espantosas en los siglos VII, XII y XIV. Miles de iglesias y monasterios fueron destruidos, mientras que incontables cristianos fueron masacrados o forzados a cambiar de religión.
- Para el siglo XII, los cristianos habían dejado de ser la mayoría, y desde entonces han sido una minoría en su tierra nativa.
¿A QUÉ SE DEBEN LOS ATAQUES?
Una de las preguntas apremiantes que generalmente surgen en un contexto de este tipo es: “¿Por qué los ataques a los cristianos?”. Después de todo, los coptos nunca iniciaron ataques contra otros; por el contrario, viven en armonía con la comunidad en general, contribuyendo al bienestar general de su sociedad. La mayoría de las personas que asisten a escuelas cristianas en Egipto, que son tratadas en hospitales cristianos o que se benefician de los servicios sociales ofrecidos por organizaciones cristianas no son cristianas. Entonces, ¿por qué causar tales atrocidades a los pacíficos cristianos egipcios?
Las comunidades cristiana y musulmana han coexistido en Egipto por trece siglos, uno de los ejemplos más prolongados de coexistencia. La historia de su interacción es larga y rica, con varios estratos de recuerdos y eventos. Algunos de estos son dolorosos y pesimistas; otros, optimistas y alentadores.
Las relaciones cristiano-musulmanas se ven a menudo a través de los lentes de la percepción del otro; la forma en que cada comunidad percibe al otro por lo general produce ciertas actitudes y acciones:
- Muchos musulmanes moderados disfrutan de una relación amistosa con sus vecinos cristianos, afirmando una cultura de coexistencia pacífica y respeto mutuo.
- Sin embargo, hay crecientes actitudes tradicionalistas que crean una tensión cada vez mayor entre cristianos y musulmanes.
Esta tensión debe ser vista en el contexto mayor de la estructura sociocultural actual del país.
EL AVIVAMIENTO ISLÁMICO
Durante el siglo XX, Egipto intentó adoptar programas modernizantes en la educación, la vida social y los sistemas políticos. Los principios de coexistencia y respeto mutuo entre ambas comunidades religiosas eran elementos clave. Lamentablemente, estos programas no lograron proveer una reforma social o política viable de largo plazo gracias a la corrupción, modelos de liderazgo dictatoriales y diversas fuerzas externas que intentaban conducir al país en una dirección o en otra.
Cuando estos programas no lograron crear sistemas sociopolíticos estables, surgió una nueva ola de avivamiento islámico, durante la segunda mitad del siglo XX, que intentó llenar el vacío sociopolítico. Asumió la forma de observancias personales y públicas cada vez mayores, como, por ejemplo, un compromiso renovado de asistencia a la mezquita o el uso de la vestimenta islámica tradicional como una forma de afirmar la identidad islámica, en contraposición con la secularización y la modernización al estilo occidental. A menudo, esta modernización es percibida como “cristiana”.
Entretanto, Egipto asistió a una proliferación de programas religiosos en la educación, publicaciones islámicas y programas en los medios, a la vez que se alentaba a las masas a respetar observancias religiosas islámicas a través de la influencia de predicadores carismáticos. Esta intensificación del fervor religioso creó un nuevo compromiso entre las masas de seguir el “camino recto del islam” contra una incredulidad e infidelidad que consideraban inherentes al cristianismo y adoptadas por los cristianos. Creó una mayor conciencia de las diferencias religiosas entre cristianos y musulmanes.
TENSIONES MUNDIALES
Las tensiones religiosas en el nivel mundial también están afectando las relaciones cristiano-musulmanes en países como Egipto.[2] Muchos musulmanes no pueden distinguir entre la estructura secularizada de las sociedades occidentales y el cristianismo. Las decisiones políticas y la interacción con Occidente son percibidas frecuentemente como una lucha entre el islam y el cristianismo por el control de los recursos y los territorios del mundo. Algunos islamistas tradicionales incluso consideran que el programa occidental es una ofensa deliberada contra los musulmanes y el islam. En consecuencia, las comunidades cristianas, como en Egipto, se convierten en un blanco fácil para ataques contra el programa occidental, que es percibido como “cristiano”.
En un mundo rápidamente cambiante de conflictos sociales, inestabilidad política y económica, los sentimientos de angustia a veces producen reacciones irracionales, una realidad que colorea con frecuencia los encuentros diarios entre cristianos y musulmanes en Egipto. En la afirmación de una identidad islámica contra esta clase de agitaciones socioeconómicas y políticas, las relaciones cristiano-musulmanas por lo general son las que más sufren. Si bien los cristianos y musulmanes en Egipto enfrentan los mismos problemas sociopolíticos y tensiones económicas, los cristianos a veces se vuelven blancos para ataques como una forma de dar rienda suelta a la frustración musulmana.
MENTALIDAD DE SUMA CERO
La presencia misma de cristianos en una sociedad predominantemente musulmana como Egipto irrita a los musulmanes, en especial los islamistas tradicionales, que buscan crear una comunidad islámica basada en principios islámicos. Desde el punto de vista de ellos, el islam es la fe última, única y verdadera. Por lo tanto, las demás comunidades deberían someterse a Dios y a la ley de Dios, según lo describe el islam. La expectativa es que todas las demás comunidades, incluyendo los cristianos, lleguen a aceptar la fe última y verdadera. Por lo tanto, la existencia de otras comunidades religiosas (aun como minoría) es considerada como un reto o una amenaza para el islam mismo.
En términos generales, la presencia de cristianos en sociedades predominantemente musulmanas ha atraído recelos y reproches teñidos de envidia. Se los acusa de poseer recursos ocultos o de ejercer un poder por encima de su número, una influencia basada en teorías conspirativas que ofende el orgullo de quienes sienten que deben ejercer adecuadamente sus funciones. Debido a la prosperidad de algunos cristianos, junto con su destacado papel en la administración y las finanzas, se convierten en blancos para una ira que carece de toda causa legítima.
Estas emociones a menudo no están definidas, y los intentos de los cristianos de ser solidarios, de asimilarse o aún de tener una actitud comprensiva, puede servir solo para alimentar la animosidad. En un contexto así, la autodefinición y autorrealización cristianas solo pueden ser logradas dentro de la limitación del marco sociopolítico trazado por el dominio islámico. Modelado por este racimo de circunstancias religiosas, culturales y políticas, un tema constante para los coptos ha sido su destino y aún su supervivencia en coexistencia con el islam.
COMUNIDADES AISLADAS
Esto, a su vez, ha creado un sentido de aislamiento y hostilidad mutuas entre las dos comunidades que no existía previamente. A pesar de la influencia de un sistema estatal semisecularizado que afirma una ciudadanía bajo una ley civil común, la mentalidad comunal y el aislamiento cultural persisten, y ambas comunidades son incapaces de valorar la tradición religiosa de la otra. El aislamiento a menudo crea malentendidos a ambos lados.
Desde un punto de vista islámico, lo que es verdadero y aceptable es lo que la sociedad en general sostiene como verdadero. Dado que los cristianos sostienen creencias religiosas y valores que difieren de esta norma, y aun la contradicen, a menudo son vistos con recelo. Desde el punto de vista tradicionalista, los no musulmanes son “incrédulos” o “infieles” cuyas creencias religiosas y estilo de vida no pueden ser tolerados. A los musulmanes, en general, les preocupa que los cristianos exhiban un estilo de vida incompatible con lo que el islam percibe como el verdadero culto a Dios y un estilo de vida piadoso.
Como resultado, los cristianos se han propuesto crear sus propias comunidades (a menudo dentro de la iglesia) dentro de la sociedad más amplia, como su forma de mantener sus creencias religiosas y valores contra la crítica islámica y, a veces, la conversión forzada. Esta reclusión cultural se convirtió en un medio de supervivencia y de mantener una identidad histórica y cultural que de otra forma sería fagocitada por la sociedad mayor. La escapatoria última de este tenso contexto cultural es dejar el país por completo. Más de medio millón de coptos han emigrado de Egipto solo en los últimos siete años, que se suman a los tres millones que ya viven fuera de Egipto.
EL PODER DEL PERDÓN
En tanto que muchos cristianos luchan entre dejar el país o soportar más sufrimiento, la extraordinaria respuesta cristiana a los ataques violentos que han tenido lugar desde 2013 ha provisto abundantes oportunidades para dar testimonio del evangelio y un renovado sentido de la misión a la comunidad en general. Los cristianos no buscaron venganza; en cambio, extendieron el perdón a quienes asesinaron a sus seres queridos. Muchas familias cristianas abrazan el martirio como un don de Dios y a Dios, mientras mantienen un equilibrio entre su amor por la vida y su disposición a morir por Cristo. En palabras de uno de los obispos en un funeral colectivo de los mártires:
"Es cierto que amamos el martirio. Pero también amamos la vida. No odiamos la vida en la tierra. Dios nos creó en la tierra para vivir, no para morir. El hecho de que aceptemos la muerte no significa que nuestra sangre sea barata, y no significa que no nos importe. No nos suicidamos. Pero testificamos para Cristo, ya sea mediante nuestras vidas o nuestra transición al cielo. Si vivimos, vivimos para el Señor; y, si morimos, morimos para el Señor.[3]"
Las redes sociales y otros medios informaron sobre estas actitudes extraordinarias de perdón cristiano, entrevistando a miembros de las familias que habían perdido a sus seres queridos. Hablaron abiertamente acerca de su fe cristiana, y lo que significa extender el perdón de Dios. Estos poderosos testimonios cristianos han tenido un impacto duradero en la comunidad musulmana en general, que quedó estupefacta ante la respuesta cristiana. En muchos casos, los musulmanes se sintieron indignados por el odio ciego y perverso detrás de estas atrocidades, expresando su asombro ante el énfasis de los cristianos en el amor y el perdón.
IMPLICACIONES
Este poderoso testimonio cristiano del evangelio del amor y perdón en medio del odio tendrá un impacto positivo en las actitudes de muchos musulmanes hacia el cristianismo y los cristianos. Despierta curiosidad acerca de la fe cristiana y el evangelio del perdón, llevando a muchos a preguntarse: “¿Qué clase de fe es ésta?”. Entretanto, muchos cristianos se han visto empoderados por los testimonios de quienes han extendido osadamente el amor y el perdón, dándoles un renovado sentido de misión en medio del sufrimiento.
Lo que está ocurriendo en Egipto no es un suceso remoto en la historia de la iglesia, sino un testimonio vivo del poder de la fe cristiana. La iglesia mundial se ve enriquecida por el testimonio fiel de muchos cristianos egipcios cuya fe ejemplifica el verdadero significado de la esperanza. A la iglesia mundial se le recuerda nuevamente que, en el corazón del testimonio cristiano, está la capacidad de sufrir por Cristo. “Porque a ustedes se les ha concedido no solo creer en Cristo, sino también sufrir por él” (Fil 1:29). La vida en Cristo es, también, un llamado a la fidelidad hasta la muerte.
Como testigos fieles, los cristianos no solo sufren por Cristo sino también esperan un futuro glorificado con Dios. Los mártires egipcios del Domingo de Ramos intercambiaron, en un instante, sus mantos terrenales ensangrentados por mantos de mártires emblanquecidos por la sangre del Cordero, y sus ramas de palmera terrenales fueron intercambiados por otras celestiales, mientras adoraban, en pie, al Cordero sentado en el trono (Ap 7).
La iglesia mundial es llamada a orar fielmente por la iglesia de los mártires, mientras los cristianos de Egipto buscan vivir fielmente el evangelio de amor y perdón durante tiempos de sufrimiento y persecución.
Notas
1. Nota del editor: Ver el artículo de Thomas Harvey, “El estado y la persecución religiosa: el aumento global de las restricciones seculares y religiosas y su impacto en las misiones”, en el número de marzo de 2016 del Análisis Mundial de Lausana https://www.lausanne.org/es/contenido/aml/2016-03-es/el-estado-y-la-persecucion-religiosa.
2. Nota del editor: Ver el artículo de John Azumah, “El desafío del islam radical: una respuesta evangélica”, en el número de marzo de 2015 del Análisis Mundial de Lausana https://www.lausanne.org/es/contenido/aml/2015-03-es-2/el-desafio-del-islam-radical.
3. Nota del editor: Cita del obispo Paula, el obispo ortodoxo copto de la ciudad de Tanta, donde ocurrió uno de los ataques el Domingo de Ramos de 2017. Para la cita exacta, ver una carta de Ramez Atallah, Director General de la Sociedad Bíblica de Egipto, según aparece citado aquí en el blog de Jason McKnight: http://www.jasonmcknight.org/?m=201704; y ver este artículo de la Sociedad Bíblica Escocesa: https://scottishbiblesociety.org/2017/04/not-just-a-legend/.
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