Georges Doumat B. es comunicador, pastor, escritor y licenciado en Teología (mención pastoral). Fundó la organización Verdad y Vida Comunicaciones, dirige desde su fundación hace 22 años el quincenario venezolano Verdad y Vida (también
www.verdadyvida.org), la emisora Celestial FM; y es pastor junto a su esposa Verónica Montaner en el Centro Cristiano El Elyon –El Dios Altísimo- en la Isla de Margarita, Venezuela. Tiene dos hijos, Pedro y Georges Jr.
Pregunta.- ¿Qué número de evangélicos existen actualmente en Venezuela?
Georges Doumat.-Según cifras dadas por el pastor Samuel Olson, presidente del Consejo Evangélico de Venezuela (CEV), el pasado mes de enero, la Iglesia del Señor ronda el 17%. Los últimos 14 años ha crecido más de un 7%; esto durante el gobierno socialista que encabezó el fallecido Hugo Chávez.
P.- ¿Cuáles serían las denominaciones o grupos más numerosos?
GD.- Obviamente que en Venezuela se mantiene la tendencia latinoamericana; es decir, la iglesia pentecostal es la de más crecimiento, ante un casi estancamiento de la denominaciones tradicionales. Sin embargo, las iglesias independientes y las apostólicas son las que más están creciendo en número en las principales ciudades del país.
P.- ¿Qué entidades se consideran más representativas por el Gobierno y por los propios evangélicos?
GD.- Existen varias federaciones de iglesias y organizaciones cristianas, pero a nivel del gobierno esto no tiene ningún peso; de hecho, al CEV no se le toma en cuenta en importantes reuniones, como acaba de suceder en la Conferencia de Paz celebrada en el Palacio de Miraflores donde al representante de este Consejo se le impidió la entrada a la misma.
En realidad la parcialización política hace rato que se sentó en las bancas de nuestras congregaciones, por lo que se nos hace muy difícil ejercer el ministerio pastoral sin que algunos se sientan aludidos. A veces no hallamos cómo orar, pues al señalar el motivo de oración algunos se sienten aludidos, cuando eso es un error, puesto que la Iglesia está llamada a ser y comportarse de manera imparcial, no así dejar de denunciar la injusticia, el pecado y la mala gestión pública de funcionarios, parlamentarios, jueces, etc., puesto que el hecho de ser “sal” y “luz” ya dice mucho de nuestro papel en la sociedad de todos los tiempos desde Cristo hasta la fecha.
P.- ¿Cómo fue acogido el mandato de Chávez?
GD.- Como acabo de señalar ha traído crecimiento, pero no por lo que implica su ideologización, sino porque la misma crisis y las adversidades siempre generan avivamiento y crecimiento; y Venezuela, específicamente el mandato de Chávez y ahora Nicolás Maduro tiene adeptos como opositores entre el pueblo evangélico. La tendencia nacional también se ve reflejada puertas adentro de cada iglesia. Existen cosas que apoyamos y otras que señalamos –a la luz de la Biblia- como incorrectas y generadoras de conflictos; pero todavía es inconveniente ofrecer un balance del mandato de estos últimos 14 años.
P.- Nuestra impresión, desde fuera, es que se atendió mejor a las clases más necesitadas, pero no se acabaron con problemas de fondo como la corrupción y la violencia, ¿es así en tu opinión?
GD.- En mayor grado. La mayoría de las congregaciones cristianas están en barriadas y zonas de bajos recursos, y allí hay mucho más apoyo a la gestión gubernamental; pero como Iglesia hemos sufrido los mismos problemas; por ejemplo los que señalas: corrupción y violencia (que ha sido generada por la inseguridad e impunidad o “justicia selectiva”).
Los problemas de la Iglesia del Señor se mantiene igual desde las barriadas hasta en las más importantes ciudades; la falta de apoyo para con el pueblo cristiano en general es uniforme a nivel nacional, se nos llama cuando ya no hay más remedio y de eso hemos publicado mucho en el periódico Verdad y Vida, denuncia tras denuncia del liderazgo cristiano hacia la desatención del gobierno a las exigencias y necesidades del pueblo evangélico.
P.- ¿Coincide con la de la mayoría de evangélicos, o hay división de opiniones?
GD.- Lamentablemente existe una marcada parcialización en el país que afecta a la Iglesia de Jesucristo también. Coincido con algunos, pero difiero de muchos.
Personalmente tengo un criterio bien formado desde mi condición de comunicador; tengo una lectura difícil de hacer pública por las implicaciones que traerá y por mi función de pastor de una congregación que tiene oficialistas, opositores y ni-ni (con ninguno de los anteriores). He ido publicando algunas cosas, pero en su tiempo publicaré un libro al respecto.
P.- ¿Qué está pasando actualmente en Venezuela, ante el conflicto de unas elecciones ganadas por un pequeño margen? ¿Es ese el problema de fondo?
GD.- Ese ha sido uno de los problemas, puesto que el margen fue muy cerrado y no hubo una revisión del escrutinio que se había prometido, eso ha generado un problema de gobernabilidad, sumado a la corrupción el despilfarro que hasta ha sido denunciado por parcialidades dentro del mismo gobierno, como es el sonado caso de los 25 mil millones de dólares otorgados a “empresas de maletín”, hecho público por personeros del alto gobierno sin que hasta la fecha haya ni un imputado y mucho menos un detenido.
Así como ese caso existen muchos más que han venido colmando el corazón de los venezolanos, de oficialistas y opositores al mismo tiempo, pues mientras el pueblo vive una aguda escasez, problemas con la inseguridad y la violencia, un férreo control cambiario, etc.; poco se ha hecho en materia de justicia. La justicia venezolana está en terapia intensiva, y nosotros que somos un pueblo que se mueve y promueve la justicia divina no podemos ser convidados de piedra ante este grave pecado; si no se respeta la Constitución Nacional y se violan las leyes el país va a un resbaladero que terminará en un profundo abismo, eso es lo que muestra Dios en las Sagradas Escrituras.
P.- ¿Qué postura o posturas tienen los evangélicos venezolanos en esta situación?
GD.- Unos deploran al gobierno, aunque oran por una salida pacífica y constitucional, no dejan de reclamar sus derechos. Por otro lado está el grupo afecto que vive chocando y rebotando entre los hechos y lo que dice Dios en la Biblia; pero finalmente terminarán aceptando la voluntad de Dios claramente establecida en su Palabra. Dios está por encima de cualquier gobierno y ley humana.
La Iglesia ora, clama, ayuna, usa las armas espirituales; por cierto las únicas válidas para el Señor. Muchos salen a la calle pero a expresar de una manera muy distinta a la del resto del pueblo no creyente. Nuestra lucha es espiritual y sólo con las armas del Espíritu de Dios lograremos el cambio y la paz en Venezuela.
No propugnamos nada inconstitucional, no alentamos salidas violentas, no creemos en un quítate tú para ponerme yo, pero de que es necesario un profundo cambio en la política del Gobierno nacional lo es; o el gobierno comienza a dar pasos de unidad y reconciliación nacional o Dios lo hará a su manera. El Señor no tolerará por mucho más tiempo la injusticia, opresión y escasez a la que estamos sometidos todos los venezolanos por igual, sean rojos, azules o del color político que sea.
P.- ¿Qué papel están jugando las instituciones evangélicas? Nos llamó la atención que al Consejo Evangélico Venezolano no se le dejase entrar en la Conferencia de paz.
GD.- Como lo dije anteriormente, eso debe cambiar de inmediato, porque no muestra buen síntoma nacional y menos para dentro de la Iglesia. El hecho de que algunos líderes tengan una postura personal no significa que se deba “castigar” a toda la Iglesia Evangélica, porque entonces ya hemos dejado de ser una República democrática; por eso mi llamado al Gobierno nacional al respecto; no somos enemigos de ellos, pero tenemos que ser imparciales como líderes de la Iglesia, así se lo he hecho saber a grandes amigos que tengo en el alto gobierno y lo hago público hoy en Protestante Digital.
P.- Algo más que quieras añadir
GD.- Sí. Seguimos orando y creyendo que la gracia y la misericordia de Dios sobrepasarán esta crisis coyuntural en la que se encuentra nuestra amada Venezuela. Si la mayoría de los gobiernos no han querido meterse y mediar políticamente, nosotros si lo estamos haciendo ante el verdadero Soberano de Venezuela: Jesucristo. Sólo en Cristo hay paz, unidad y prosperidad para Venezuela. Urge un arrepentimiento nacional y volvernos al Señor de la Biblia, no al Cristo de la religión; creo que 500 años de religión hueca y vacía sumado a esta grave crisis nacional han sido suficiente para darnos cuenta que Venezuela debe convertirse a Jesucristo de corazón y no por tradición.
Gracias por esta oportunidad… Que Dios nos ilumine en Venezuela, España y el resto del mundo.
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