Esta entrevista al conocido actor español Fernando Guillén, recientemente fallecido, la realizó José de Segovia para Radio Nacional, en el camerino de lo que era entonces el Centro Cultural de la Villa de Colón, ahora Teatro Fernando Fernán Gómez, mientras se quitaba el maquillaje... salió publicada en la revista Panorama Evangélico (nº 62 /II) en 1987... Como De Segovia expone “Es mejor el título que aparece en la portada (Un Lutero llamado Guillén), que el de la primera página (Lutero o la libertad esclava)...”, así que ese es el que ponemos.
Bajo el título “Lutero o la libertad esclava” se reunían esta primavera en Madrid el reformador alemán del siglo XVI y el actor Fernando Guillén en una misma persona. El escenario era la obra del reciente premio teatral Calderón de la Barca 1985, una joven autora sevillana, María Manuel Reina, que ha dado vida a un hipotético encuentro entre Martín Lutero y Erasmo de Rotterdam, en un nuevo enfrentamiento entre Reforma y Humanismo.
Nosotros estuvimos allí, y tuvimos también la oportunidad de hablar con Fernando Guillén que nos confiesa en esta entrevista su devoción por el fraile agustino alemán y la fuerza de la fe reformada en una Palabra de Dios capaz de transformar la historia.
“Lutero es un personaje que en España es bastante desconocido – dice Guillén, al tiempo que lucha con la peluca grisácea que cubre toda su cabeza -, porque siempre ha sido considerado por la Iglesia (Romana) como una especie de anticristo. Pero a partir de la lectura de este texto, y mi enfrentamiento con Lutero, indudablemente, le he conocido mucho mejor. He leído biografías, y le he conocido con mayor profundidad. Ya que durante los años de la dictadura, en los cuales yo podría haber tenido acceso a Lutero, estaba prácticamente prohibido”.
La función ha acabado hace escasamente unos minutos, y el pasillo está poblado de vestiduras renacentistas, púrpuras vaticanas y ruidos de risas, a voz en grito. Dentro del camerino espacioso del centro Cultural de la Villa de Madrid se pasea el actor, a la vez que el aparato en el que grabo estas palabras persigue su boca, tras sus movimientos.
“
Creo que no sólo yo, sino todos los españoles, tenemos un conocimiento escaso de lo que fue y significó Martín Lutero, un personaje absolutamente clave en la Historia contemporánea”.
Pero ese mito
se representa en la obra pelando judías, junto a su mujer Catalina, en su casa en Wittenberg. Es un personaje humano, que se enfrenta a otro hombre, para muchos su mayor antagonista: Erasmo. Fernando Delgado es el encargado de encarnarse en el sabio agnóstico holandés, que confesará sus dudas delante de Lutero, su principal enemigo, en un encuentro imaginario que nunca llegó a producirse.
EL ESPÍRITU DE LA REFORMA
A medida que esta discusión va cobrando vida y violencia, van desfilando alrededor de la larga mesa en que están sentados el reformador y el humanista, uno a cada extremo, el Papa, el vendedor de indulgencias Tetzell, obispos, prostitutas y monjas, en diferentes cuadros de la época y biografía personal de los protagonistas.
“Lutero es un hombre, efectivamente, visceral, colérico, sanguíneo, sensual e impulsivo, pero la mismo tiempo lleno de fe y talento. Porque el motor en él fue la fe. Creo que era un hombre honesto, y a nosotros se nos ha impuesto una idea absolutamente falsa de lo que fue y significó- Entonces yo he intentado acercarme a todo esto, e intento expresar estas cosas en el escenario”.
Para Guillén no hay duda que el espíritu de aquel monje agustino era la fe en la Biblia, como Palabra de Dios. Ése fue el motor de la Reforma: la certeza en la obra de Gracia de un Dios soberano de justificación por medio de la fe, y no de ninguna obra humana, en la Palabra eterna, y no en ninguna tradición religiosa, que nunca puede producir vida.
Sin embargo,
el actor, a pesar de su comprensión del mensaje espiritual de la Reforma, se reconoce como agnóstico. “
No soy un hombre creyente, pero intento entender la fe de Lutero, para interpretar el personaje. Creo que es mucho más hermoso tener fe. La posición incómoda es la de Erasmo, la actitud agnóstica de la duda, que realmente lo que nos atormenta, y nos deja solos y vacíos en el universo. La fe resuelve muchísimos problemas. Me gustaría ser un hombre de fe, como Lutero sobre todo, con una fe tan poderosa y tan auténtica”.
Guillén, sentado delante del espejo, se frota una y otra vez con un algodón impregnado en alcohol las gasas que sujetan todavía su melena postiza. Habla pausado y, en estos momentos, con auténtica emoción.
Algo del espíritu de la Reforma parece haber turbado su agnosticismo; quién sabe si será el mismo Espíritu de Dios...
LA BIBLIA EN ESPAÑA
“Para España fue realmente una catástrofe que coincidieran Lutero y Carlos V”. Y ese desastre significó, en primer lugar, no poder conocer la Biblia, y leerla “libremente” hasta muchos siglos después. Todos aquellos españoles que abrazaron la fe de la Reforma, acabaron en las llamas de los autos de fe o en el exilio europeo.
No fue hasta el siglo pasado, en la llamada Segunda Reforma, que se pudo tener las Escrituras al alcance del pueblo español, con la obra de colportores como
Jorge Borrow, que recorrían aldeas y ciudades de nuestra geografía con la Palabra de Vida.
A lo largo de toda la obra se suceden conversaciones casi teológicas en torno al estudio de la Biblia, que tanto desconocemos los españoles. Se habla de la elección divina, del libre albedrío, el sacerdocio universal de los creyentes, la salvación por fe o por obras, y tantos otros temas de la doctrina cristiana. Esto provocó una reacción bastante negativa por parte de la crítica, que consideró, a partir de sus prejuicios, que estos temas carecían de interés para la sociedad actual.
“Si la crítica ha pensado –
dice Guillén – que una cuestión teológica no debe tratarse en un escenario, o que es inútil – como concretamente decía un crítico -,
creo que está absolutamente equivocada. Pienso que no hay tema más importante y apasionante para el hombre, no de hoy, sino de cualquier época, que el tema de Dios, la muerte, la existencia, la nada, el infinito. Son todas las claves. Entonces si realmente no nos interesa eso, es que no nos interesa nada”.
“Yo creo que para el público español este primer acercamiento a Lutero – hay otra obra de John Osborne, que no se ha presentado en España -, que durante tantos años han estado diciendo que era un demonio, creo que descubre que no, sino que era un hombre sincero, auténtico, honesto, con defectos, que no ocultaba, y que incluso se preocupaba de publicar”.
Comenta divertido el actor cómo “el hecho de casarse en aquella época, incluso en ésta, con una monja, para un fraile tenía que ser un auténtico reto. Me parece un hombre lleno de valentía”.
Esa pasión lleva a la autora hasta ignorar el controvertido episodio de la guerra de los campesinos y el papel político de los príncipes, que no recibe la menor atención de toda la obra.
“Creo que es un texto que en definitiva, le defiende. Pienso que para el público español va a ser una auténtica revelación conocer al auténtico Lutero, que más o menos es el que vive en esta obra de Manuela Reina”.
Nosotros esperamos que se conozca mucho más que a un hombre, la verdad de su mensaje, que apela a la Revelación de Dios, y esas Buenas Nuevas, que siguen hablando al hombre de hoy, como al de todos los tiempos. ¡Si quiere conocer la Reforma, lea la Biblia, y descubrirá el poder que transformó la vida de aquellos hombres!
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