Ángel Carromero llegó a Madrid el sábado 29 de diciembre procedente de La Habana, Cuba, donde estuvo cuatro meses encarcelado. Vino custodiado por dos agentes de la Interpol en un vuelo regular de la compañía Air Europa. Inmediatamente fue trasladado a la cárcel de Segovia, donde fue internado en el módulo de ingresos junto a otros 12 presos calificados de no peligrosos, que se encuentran en prisión preventiva.
Posteriormente pasó a una celda individual. La decisión sobre su futuro depende ahora de la Sala de lo penal de la Audiencia Nacional, que deberá determinar el cumplimiento de la pena pendiente. Lo más probable es que se le conceda pronto el tercer grado, que le permitirá salir del centro penitenciario entre las 7,30 de la mañana y las 8 de la noche. No obstante, es muy posible que se le otorgue la libertad condicional controlada a distancia para comprobar sus movimientos y que esté en casa antes de las diez de la noche.
Una lectora del diario EL PAÍS, Blanca Noarbe, de Las Rozas, Madrid, envió al diario una carta en la que, entre otras cosas, decía: “Se fue a Cuba, donde tuvo un accidente de tráfico en el que fallecieron dos personas. Fue condenado por ello. Hoy el Ayuntamiento de Madrid comunica que se le reserva la plaza y el PP intenta que le concedan la semi-libertad. ¿Quién entiende todo esto? Hace poco el ministro de Justicia hizo la reforma más dura del Código Penal,con la intención de proteger más a las víctimas y en respuesta a la repulsa social respecto a la justicia. Ahora, deprisa y corriendo, quieren que el dirigente de Nuevas Generaciones acceda al tercer grado sin apenas haber cumplido parte de la condena. En la reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial (LOPJ), Gallardón dijo “la justicia en España tiene que ser profesional”. ¿Cuál es la profesionalidad en este caso?”.
Ángel Carromero, 27 años, dirigente de Nuevas Generaciones del Partido Popular, que actualmente gobierna España, llegó a Cuba el 19 de julio con la intención de entrevistarse con líderes de la oposición. Entró en contacto con Oswaldo Payá, un conocido opositor al régimen cubano, apoyado por la jerarquía católica de la isla.
Con él iba Jens Aron Modig, presidente de la Liga Juvenil Demócrata Cristiana de Suecia. Este confesó que tanto él como Carromero llevaban cantidades de dinero para ser entregadas a los dirigentes opositores, entre los que se encontraba el ya citado Oswaldo Payá.
Llevar dinero a Cuba para apoyar a quienes coinciden con las creencias propias es algo normal. Lo hacen los católicos, los protestantes, los mormones, los testigos de Jehová, los judíos, los musulmanes y otros grupos religiosos que quieren ayudar a sus hermanos en la fe. También lo hacen, en mayor escala, los opositores al régimen cubano.
Es delito cuando la cantidad que se pasa por la aduana excede de 5.000 dólares. ¿Cuánto dinero llevaban entre el sueco y el español, dos hombres de la derecha política radical?
Carromero cometió otra infracción. Entró a Cuba con visado de turista. Un turista no puede inmiscuirse en actividades políticas consideradas subversivas. Cada país tiene sus leyes y han de ser respetadas. Cuando uno entra a Estados Unidos ha de firmar un formulario en el que, entre otras cosas, preguntan al viajero si tiene intención de atentar contra el presidente de los Estados Unidos. Puede parecer ridícula la pregunta, pero son normas, son sus leyes, han de ser obedecidas o no ir al país.
El Código penal de la isla establece penas de hasta 20 años de cárcel a quienes financien a la disidencia política. Carromero y su amigo sueco fueron a Cuba para colaborar con el católico Movimiento Cristiano de Liberación, liderado por Payá. Carromero estuvo cuatro meses en prisión. No por entrar como turista y rodearse de disidentes políticos, sino por el accidente de automóvil en el que se vieron involucrados él y su acompañante sueco. Tiempo atrás los dos hombres habrían pasado años encarcelados, porque el arsenal en manos del Código Penal Cubano para prolongar la detención de un condenado es enorme y trasciende la pena que pueda reclamar la fiscalía. Carromero fue conceptuado por las autoridades cubanas como “cercano a los connotados anticubanos” José María Aznar y Esperanza Aguirre.
En el aeropuerto de La Habana Carromero alquiló un coche marca Hyunday. En algún punto de la capital recogieron a Oswaldo Payá y a otro conocido disidente, Harold Cepero. Los cuatro enfilaron la autopista que se llama Ocho Vías camino de Santiago. En el coche, que conducía Carromero, iba en el asiento delantero el sueco Jens Aron. Los asientos traseros estaban ocupados por los dos importantes dirigentes de la oposición política, el veterano, internacionalmente conocido Oswaldo Payá y Harold Cepero.
En un tramo de la carretera Las Tunas-Bayamo tuvo lugar el accidente. El coche se salió de la carretera y chocó contra un árbol. Payá murió instantáneamente. Cepero falleció en un hospital de Bayamo, donde fue trasladado. Carromero y Modig resultaron levemente heridos.
En sus primeras declaraciones, Carromero dijo que la carretera carecía de señalización. No es verdad. El accidente ocurrió el domingo 22 de julio. El día anterior, sábado, yo pasé por esa misma carretera camino a Santiago. Cierto que hay unos dos kilómetros en reparación, con abundante gravilla en el pavimento. Pero con el debido cuidado se circula sin dificultades. No se diga que Cuba tiene malas carreteras. Lay hay peores. Cuento en mi curriculum haber conducido coches alquilados en 83 países de las dos Américas, la anglosajona y la hispana, en Europa, en Asia, en África, y he transitado por carreteras de muerte.
Ocurrió que Carromero entró en el tramo de gravilla a una velocidad entre 100 y 120 kilómetros, como quedó demostrado en el examen pericial, frenó de golpe y perdió el control del vehículo. Al parecer, no era la primera vez que el joven dirigente del Partido Popular tenía problemas de conducción, aunque nunca de tanta gravedad. El periodista Carlos Boyero escribió en EL PAÍS: “el dirigente de las nuevas generaciones peperas había perdido (en España) todos los puntos del carné de conducir, lo cual evidencia una contumaz y trasparente vocación transgresora”.
Se me ocurre que mal ejemplo da Carromero a sus nuevas generaciones.
La hija y la viuda de Oswaldo Payá sugirieron que el coche conducido por Carromero fue embestido por otro manejado por miembros de la seguridad del Estado. Lo que estas mujeres, en su comprensible dolor, apuntaron, lo propagó a la prensa internacional la periodista Yoaní Sánchez, contraria al régimen que impera en la isla.
Algunos periódicos en España lo dieron por hecho.
Puras especulaciones. De La Habana a Bayamo, donde ocurrió el accidente, hay 860 kilómetros. Desde el año 1987, fecha de mi primer viaje a Cuba, hasta el pasado mes de octubre, he transitado esa vía más de 50 veces. Quien lo haya hecho en alguna ocasión sabe que en las carreteras cubanas hay cada pocos kilómetros puntos de control que obligan reducir la velocidad a 40 kilómetros. Si la seguridad del Estado hubiera tenido interés en detener a los ocupantes del Hyunday lo habrían hecho en cualquier momento antes de pasar Las Tunas.
Sometido a juicio en Bayamo el 5 de Octubre, Carromero fue condenado a cuatro años de prisión “por homicidio culposo”. La Fiscalía había solicitado siete años. Estuvo cuatro meses recluido en la cárcel 100 y Aldabó de La Habana. Tras alcanzar un acuerdo entre el ministerio español de Asuntos Exteriores y autoridades cubanas, el joven político fue trasladado a España, donde llegó el 29 de diciembre último. Ahora es competencia de la Audiencia Nacional, según explican las fuentes jurídicas. Ingresado en la prisión de Segovia, Rocío Galán escribió en el diario EL MUNDO: “Estará en prisión sólo unos días”.
Carlos Boyero, a quien ya he citado, opinó en su periódico que “es altamente dudoso que hubieran sido igual de severos en su castigo si ese accidente lo hubiera protagonizado… un amigo de la causa”.
El señor Boyero no conoce la justicia cubana. En la ciudad de Matanzas tengo un amigo, cubano, funcionario del Estado, que conduciendo una noche por carreteras cercanas a la ciudad fue deslumbrado con las luces largas de un camión que circulaba de frente y atropelló a un borracho que caminaba dando tumbos. Pocas semanas después murió en un hospital. El abogado presentó argumentos demostrando que el conductor no fue culpable del atropello. Aún así, fue condenado a tres años de cárcel. Y conducía un coche al servicio del Estado.
Aclaro: Soy cristiano, de filosofía humanista y humano de condición. Jamás he deseado el sufrimiento, la cárcel o la muerte a nadie. Pero me duele que con el menor pretexto se ataque a Cuba, país que amo. Quiero que Carromero olvide la experiencia vivida en la isla, se reintegre a la vida civil y política que llevaba antes del viaje a Cuba. Y que la paz reine en su alma.
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