La pregunta que se hacen estos días los gobernantes occidentales es qué va a ocurrir ahora en Cuba. Ha muerto Castro, pero continúa el castrismo.
Fidel Castro, líder de la revolución cubana, murió el viernes 25 de noviembre a las diez y media de la noche. Había cumplido 90 años.
Prácticamente toda la prensa, radio y televisión del mundo han informado sobre su muerte.
Llevaba diez años enfermo. El 31 de julio de 2006 una grave crisis intestinal lo puso al borde de la muerte.
Fue entonces cuando dejó a su hermano Raúl como presidente de Cuba.
Exiliado a Méjico por el entonces presidente cubano Fulgencio Batista, Fidel desembarcó en playas cubanas a bordo de un viejo yate, el Granma, el 2 de diciembre de 1956, con un grupo de 86 hombres. En la expedición figuraban su hermano Raúl y el Che Guevara.
La guerra de guerrillas duró tres años. En la madrugada del 1 de enero de 1959 los revolucionarios entraron en la Habana. Fidel Castro llegó a la capital de la isla siete días después, vitoreado por miles de cubanos como un héroe.
El periódico francés Le Monde, al escribir sobre la muerte del líder de la revolución cubana, decía que Estados Unidos hizo a Fidel Castro.
En febrero de 1957 el periodista Herbert Mattews publicó un largo reportaje sobre Fidel Castro en el importante The New York Times. Castro estaba entonces en las montañas peleando contra las tropas del presidente Batista. Aquel reportaje supuso que el mundo conociera la existencia de Fidel y su lucha guerrillera.
Sin la ayuda norteamericana Castro no habría sido Presidente de Cuba. Cuando luchaba contra Batista en Sierra Maestra, Estados Unidos le mandaba dinero y armamento para que derrotara a Batista. El primer año de Castro en el poder se acercó a Washington. Pero la obsesión anticomunista del presidente Eisenhower motivó que Castro se aliara con la Unión Soviética.
El 20 de octubre de 1960 Estados Unidos imponen embargo total a Cuba y el 3 de enero de 1961, pocos días antes de que Kennedy tomara posesión como presidente, rompe las relaciones diplomáticas con el gobierno de la isla.
Meses después Cuba establece relaciones diplomáticas con la Unión Soviética y Castro se declara oficialmente marxista-leninista.
En treinta años de relaciones Cuba recibió de la entonces Unión Soviética 65.000 millones de dólares. Con el derrumbe de la Unión Soviética el régimen de Fidel Castro pasó por su momento más crítico, viéndose obligado a declarar una política de austeridad extrema. Los cubanos lo pasaron muy mal.
Venezuela acudió en su ayuda con una subvención de 13.000 millones de dólares anuales y la venta de petróleo a precio por debajo del mercado. Fue el llamado período especial.
Aunque la economía cubana ha mejorado algo, todavía no es autosuficiente. Carmelo Mesa-Lago, el experto economista cubano residente en Estados Unidos afirma que “Fidel Castro es responsable del desastre económico que vive la isla”.
Castro tuvo, entre otros muchos, dos graves enfrentamientos con Estados Unidos. Uno fue el 17 de abril de 1961, cuando unos mil quinientos hombres divididos en siete batallones procedentes de Estados Unidos se propusieron invadir la isla, entrando por playa Girón. Fueron derrotados por las tropas cubanas.
El otro enfrentamiento fue más grave y puso al mundo al borde de una guerra atómica. El 16 de octubre de 1962 un avión espía de Estados Unidos detectó la existencia en Cuba de misiles soviéticos apuntando hacia territorio norteamericano. Las tensas conversaciones entre el presidente Kennedy y el presidente soviético Jrushchov tuvieron un final de paz y las potencias occidentales respiraron aliviadas.
En realidad, Castro tuvo enfrentamientos con diez presidentes de Estados Unidos: Eisenhower, Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter, Reagan, Bush padre, Clinton, Bush hijo.
Barack Obama se ha mostrado amigo de Cuba. Estableció relaciones diplomáticas con el gobierno de la isla, inició una apertura comercial hasta donde pudo, permitió que compañías aéreas de Estados Unidos volaran a Cuba y aumentó lacantidad de dólares que los cubanos allí residentes podían mandar a sus familiares en la isla.
Por su parte, el presidente electo, Donald Trump, no parece dispuesto a seguir la política de Obama. Cuando conoció la muerte de Castro emitió un comunicado en el que calificaba a Fidel de “dictador brutal que oprimió a su propio pueblo durante casi seis décadas, tras las que ha dejado un legado de pelotones de fusilamiento, robo, sufrimiento inimaginable, pobreza y negación de los Derechos Humanos fundamentales”.
La pregunta que se hacen estos días los gobernantes occidentales es qué va a ocurrir ahora en Cuba. Es la pregunta del millón, para la que nadie tiene respuesta.
Ha muerto Castro, pero continúa el castrismo. Su hermano Raúl, de 85 años, actual presidente, ha dicho que dejará el cargo el año 2018. No se sabe quién le sucederá.
El que cuenta con más posibilidades es Miguel Díaz Canel. Tiene 53 años. No es producto de la revolución. Fue ministro de Educación. Desde 2013 ocupa el cargo de Vicepresidente del Consejo de Estado. Está bien visto en el aparato del Partido Comunista. Es hombre reformador, abierto a cambios.
Pero nada hay seguro. Puede haber sorpresas. El pueblo pide una pronta transición hacia la democracia.
El hombre que llenó cada minuto de Cuba durante 50 años ha muerto sin nombrar un sucesor. El pueblo cubano tiene derecho a elegir su futuro democráticamente.
La Unión Europea firmará antes de un mes un acuerdo político y comercial con Cuba que pondrá fin a 20 años de distanciamiento. Políticos europeos ven su oportunidad de avance hacia un tiempo de libertad.
Mucho dependerá del cambio de Estados Unidos hacia Cuba con el presidente Trump. El periodista español residente en Francia, Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique, cree que la revolución sobrevivirá a Fidel.
Pase lo que pase, oremos para que no se derrame ni una sola gota de sangre y los nuevos gobernantes pongan el reloj de Cuba en la hora del siglo XXI.
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