El futbolista brasileño Garrincha siempre fue admirado por su calidad como jugador y por sus famosas ocurrencias. Era una persona con gran sentido del humor.
Durante el mundial de 1958 celebrado en Suecia (en el que serían campeones), el seleccionador brasileño estaba explicando antes de comenzar un partido cómo debería jugar su equipo, y en un momento determinado
Garrincha le preguntó: «¿Usted se ha puesto de acuerdo con nuestros rivales para que podamos hacer todo eso?».
¡Buena pregunta!
Si la vida fuera tan sencilla como un encuentro deportivo, nos ahorraríamos muchos problemas. Desgraciadamente no es así. A pesar de todo, es curioso cómo algunas de las tácticas que se emplean en el deporte están profundamente arraigadas en nuestro carácter.
Una de ellas es la de vigilar a los otros, preocuparse por todo lo que dicen y hacen los demás.
Es curioso, porque no se trata de ganar a nadie, pero aún así muchas personas viven pendientes de lo que otros hacen, dónde están o lo que piensan. Lo hacen, sobre todo, cuando su conducta no es demasiado apropiada.
Nadie quiere ser descubierto, y mucho menos atrapado.
Muchos viven una ética de situación que les obliga a estar vigilantes, pero no porque lo que quieran hacer sea bueno o no, sino porque les preocupa que nadie sepa lo que están haciendo.
En nuestro llamado primer mundo las personas parecen ser más buenas, pero no es porque su corazón esté convencido de lo que es bueno o malo, sino
simplemente porque no quieren quedar mal delante de los demás.
Saben que les vigilan.
Si no lo crees, comienza a preguntar a tus amigos qué harían si supieran que nadie puede verlos. Qué se atreverían a hacer si no hubiera ninguna consecuencia de sus hechos, si nadie lo supiera: ¿engañar? ¿Robar? ¿Mentir? ¿Matar?
¿Qué haríamos cada uno de nosotros?
Si el miedo a que nos descubran es lo único que nos frena para no hacer ciertas cosas, es porque nuestro corazón está enfermo.
Un día todo saldrá a la luz, lo bueno y lo malo. Todo lo que hemos hecho, las razones por las que lo hicimos, las decisiones que tomamos... «Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono, y los libros fueron abiertos; y otro libro fue abierto, que es el libro de la vida, y los muertos fueron juzgados por lo que estaba escrito en los libros, según sus obras» (Apocalipsis 20:12).
Ese día no habrá vuelta atrás. Lo que haya sido, será. Nadie podrá inventarse excusas por haber sido descubierto. No podremos aplicar atenuantes a nuestra manera de vivir. No podremos decir que alguien nos obligó a hacer algo.
La Biblia dice que los libros serán abiertos y todo quedará al descubierto. No podremos esconder nada y no habrá posibilidad de escapar a ese día.
En ese momento solo tendremos dos opciones: o nuestro nombre está escrito en el libro de la vida porque hemosrecibido al Señor Jesús como Salvador o, de lo contrario, seremos juzgados por lo que hemos hecho. Y si queremos ser juzgados por lo que hemos hecho, recuerda que el nivel de aceptación en el cielo es ser tan bueno como lo es Dios ¿Estará tu nombre escrito en el libro de la vida?
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