Disminuyeron las aguas

Y Dios hizo pasar un viento sobre la tierra y disminuyeron las aguas.

Génesis 8:1

El desasosiego me inunda.

Pierdo el rumbo y sin sentido vago mar a dentro.

Tengo miedo a retroceder y retornar a la casilla de salida. Me ha costado tanto llegar hasta aquí que me entristece la idea de volver atrás.

Todas las lágrimas derramadas, todas ellas están guardadas en tu redoma. No quiero traerlas a este presente y sentirme de nuevo salpicada por una lluvia de dolor. Sentir esa sacudida desoladora de espíritu sesgado que no quiero rememorar.

Estas aguas me ahogan y yo no soy diestra en el arte de navegar.

Confío en ti. Tú llevas el control de todo este desvarío.

Tú conoces mi ineptitud y nunca me abandonas.

Confío en ti.

Todo lo que me rodea está impregnado de ti, sólo he de enjugar mis ojos y aprender a ver lo que tú me quieres mostrar.

No siempre te encuentro dónde espero hallarte, a veces habitas en un lugar hostil, en un sendero poco transitado y nada hermoso. Me haces permanecer entre la maleza, asentada en lugares sombríos, en ocasos de incertidumbre, en amaneceres inciertos.

Sé que al sonido de tu voz disminuirán las aguas, dejarán de azotarme.

Dibujarás un precioso arcoíris que confortará mi alma haciéndome comprender que siempre cumples tus promesas.

A ellas me aferro, palabras que alientan mi vida, que me sustentan y animan.

Palabras que acarician mis temores cuando éstos intentan hacerme flaquear y caer.

Al sonido de tu voz caerán los muros, cesará la lluvia, la tempestad será calmada.

Una sólo palabra tuya sanará mi herida, doblegará esta desidia y me hará verdaderamente Libre.

Tengo que saber esperar con la paciencia precisa, con el corazón enarbolado de fe, calladamente, sorteando pensamientos que me alcanzan con el único propósito de hacerme tambalear.

Al sonido de tu voz mi corazón volverá a danzar.

Tú pondrás en mí un cántico nuevo.