Todos los amantes del cine recuerdan a Charlton Heston como protagonista de la película "Ben-Hur" dirigida por William Wyler (1959). Una de las últimas escenas que se rodaron fue un primer plano del actor mirando al crucificado (a Jesús).
El protagonista, Judá Ben Hur, había visto morir a cientos de personas diferentes, incluso conocía perfectamente el sufrimiento de la crucifixión, porque había estado con muchos que habían sido ajusticiados de esa manera, así que en ese primer plano, debía permanecer insensible al ver al Mesías en la cruz, eso era lo que decía el guión.
Cuando comenzó el rodaje, Charlton recordó al verdadero Señor muriendo en la cruz y se emocionó. No podía dejar de llorar. El pensamiento de que Jesús realmente había muerto en una cruz conmovió su corazón. Tuvieron que dejar esa toma como definitiva, con el actor llorando. Charlton Heston ganó el Oscar al mejor actor por esa película, pero muchas personas que vieron "Ben Hur" comprendieron que es imposible mirar a la cruz sin emocionarse.
No podemos acercarnos al Señor de una manera insensible o desapasionada.
Recordar al Mesías clavado en la cruz es volver a vivir en cierta manera, el momento en el que la historia se partió en dos. La cruz expresa al mismo tiempo el amor de Dios y nuestra indignidad; la gracia del Eterno y nuestra más absoluta miseria. Personalmente no puedo explicarlo, y dudo que alguien pueda hacerlo, pero el Señor Jesús soportó por nosotros mucho más de lo que jamás podremos conocer y ni siquiera imaginar.
Siempre me impresiona la frase que Jesús le dice a sus amigos, los discípulos, cuando está en el huerto del Getsemaní. Es de noche. Sabe que le espera la cruz, y camina hacia el sufrimiento de una manera voluntaria, decidida y amorosa. Pero eso no le impide cargar con nuestra culpa y saber que en pocas horas va a ser desamparado por quién más ama, su propio Padre. Así que esa frase, siempre me "rompe" el alma:
"Quedaos aquí y orad conmigo" (Mateo 26:38) Por si fuera poco que le pidiera a sus discípulos que orasen con él (¡Era Dios mismo!)
algunos expertos en la lengua original dicen que también podría haberse traducido "Orad por mi". La lucha era tan intensa que "necesitaba" a los suyos.
¡Si Jesús necesitaba que orasen con Él, cuanto más lo necesito yo!
A veces no nos damos cuenta de las luchas que tenemos en la vida. Somos tan fuertes que pensamos que podemos hacerle frente a todo. Somos santos, llenos de sabiduría, conocemos las razones de todo lo que ocurre, nuestro corazón no desmaya nunca y caminamos firmes hacia los objetivos que nos hemos marcado. O al menos nuestro orgullo nos hace vivir con esa apariencia, al fin y al cabo somos héroes que tenemos que defender nuestra autoridad espiritual.
Lo siento si desilusiono a alguien, pero he aprendido que si el Señor necesitó que orasen por Él ¡Cuanto más lo necesito yo! A veces no sé qué decisiones tomar, en otras ocasiones la lucha espiritual es tan fuerte que sólo tengo ganas de esconderme debajo de algún lugar; en muchas más situaciones de lo que quisiera, intento decir algo que ayude y lo único que hago es causarle daño a otros.... Me enfado más veces de lo que nadie aguantaría y cada día que pasa comprendo menos que Dios siga derrochando tanta gracia conmigo.
Necesito que ores por mí. Si la Biblia dice que tenemos que orar por nuestros enemigos, ¡Cómo no vamos a hacerlo por los amigos!Muchas veces aún sin saber lo qué está pasando, Dios pone en nuestro corazón el deseo de orar por alguien, y debemos hacerlo.
Nos necesitamos: necesitamos comprender que somos débiles. Necesitamos orar unos por otros.
Además, el que ora, jamás juzga, porque es consciente de sus propias debilidades.
Los que juzgan, jamás oran sinceramente por otros, porque creen que ellos están en un nivel superior a los demás.
Necesitamos vivir en la presencia de Dios, hablando con Él, conociéndole y expresándole lo que hay en lo profundo de nuestro corazón. No debemos dejar pasar un sólo momento sin saber que Él está ahí y nos escucha, que nos cuida siempre.
Necesito que ores por mí, hermana, hermano; si nos amas, cada vez que pienses en mí o a mi familia, ora. Si cada vez que nos recuerdas, le dices a Dios que ponga su mano sobre nosotros, seremos las personas más afortunadas del mundo.
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