Este artículo resume las ideas que Emanuel Tundrea compartió en varias entrevistas en los medios de comunicación, mostrando apoyo a la familia Bodnariu.
Como rumanos, hemos pasado por numerosas batallas importantes contra nuestro gobierno, batallas por las leyes del Estado que iban en contra de la ley de Dios.
A lo largo de nuestra historia, el Imperio Otomano quería llevarse a nuestros hijos, tal como hicieron otros imperios.
“Dame un niño de siete años Y te devolveré un hombre” La tradición atribuye este lema al fundador jesuita Francisco Javier. Trata la idea de que la mejor oportunidad para adoctrinar a alguien con una serie de convicciones que dominarán toda su vida es cuando aún es un niño.
Lo que está pasando con los gobiernos europeos seculares y especialmente en el caso de Noruega no es “nada nuevo bajo el sol”. Los gobiernos seculares ya tienen en su agenda pública la destrucción de la familia y la fragmentación de todas las conexiones padre-hijo, lo que sodomiza la sociedad durante ese proceso, y adoctrina a los niños con esta visión del mundo que empieza en la guardería o etapa preescolar.
La Biblia registra varios ataques del gobierno contra los niños. Pensad en el plan del Faraón intentando controlar a los israelitas mediante el asesinato de todos los recién nacidos varones, o la estrategia de Nabucodonosor al intentar matar al padre de los hebreos, coger a sus hijos y cambiarles incluso los nombres, para finalmente educarles con una nueva cultura. En el Nuevo Testamento descubrimos que Herodes tenía miedo de un bebé y decide matar a todos los niños de la zona de Belén. Lo que vivió Raquel entonces es todo lo que está experimentando la familia Bodnariu ahora:
“Voz fue oída en Ramá, Grande lamentación, lloro y gemido; Raquel que llora a sus hijos, Y no quiso ser consolada, porque perecieron.” (Mateo 2:18 RVR1960)
Aun así, los hijos de la familia Bodnariu y cientos de familias que están viviendo la misma pesadilla siguen con vida. Por eso tenemos esperanza y vale la pena intentar provocar un cambio de inmediato.
Aprecio mucho lo que dijo el pastor Viorel Iuga en un discurso: quizás Noruega está esperando a ver si nos rendimos, pero nosotros también estamos aquí por nuestras propias convicciones. Convicciones que van en contra de causas destructivas para la sociedad por parte de muchos gobiernos de naciones estado “avanzadas”.
Hoy en día vemos en la UE muchas alteraciones terribles de los valores y actos normativos que acabarán transformando nuestra cultura y civilización en una forma abominable de secularismo: la desintegración de los lazos tradicionales del matrimonio y de la familia.
En este contexto se alza una cuestión que es insostenible, irracional y extremadamente enfermiza para los cristianos: ¿a quién le pertenecen los hijos?
En Occidente, la legislación afirma cada vez más que “los niños no le pertenecen necesariamente a sus padres biológicos, sino a aquellos que puedan asegurarles una vida mejor, un mayor ambiente material.” En la sociología y jurisprudencia, al cambio del modelo tradicional de la familia fundada sobre relaciones biológicas entre padres e hijos se le conoce como “parentesco social” o “parentesco psicológico”. El resultado de esta doctrina es que los hijos no pertenecen a sus padres biológicos, sino a aquellos que les educan o que tienen la capacidad económica necesaria para criarlos.
Sabemos que hay diferentes tipos de padres. Los hay más ricos y más pobres. Los hay con convicciones religiosas diferentes, pero Dios, que conoce esta diversidad de trasfondos parentales, ha decidido bendecir a los padres con hijos y les pide que no los abandonen, sino que los protejan y los críen. Esto mismo lo aplicó con todos Sus hijos, al enviar al Señor Jesucristo a la Tierra para salvarnos.
El mensaje de Dios para José siempre fue: ¡coge a tu hijo y a tu mujer! En otras palabras: permaneced unidos aquí en el pesebre, tal como los refugiados de Egipto hicieron al huir, volved a vuestro país y vivid en Nazaret juntos, id a Jerusalén y entrad al templo juntos.
Dios, que nos dio hijos, quiere que permanezcamos unidos.
Quizás miramos este caso y decimos: ¡no se puede hacer nada! ¡Así es la ley en Noruega!
La respuesta es simple: si la ley está equivocada, tiene que cambiarse. Ningún dador de la ley en la tierra tiene derecho a tener más autoridad que la Ley de Dios.
No es el tema de este discurso, pero quiero afirmar que el rol del gobierno consiste en apoyar a los padres, aconsejarles y cuando sea necesario “usar la espada” para equilibrar, con cuidado, las situaciones donde los padres no estén hechos para estar unidos con sus hijos.
Pero lo que le pasó a la familia Bodnariu se eleva a “asesinato de los hijos apoyado por el gobierno”[1].
Sí, educamos a nuestros hijos y queremos hacerlo bien. Pero a la vez nos damos cuenta de que no somos perfectos. Aceptamos ayuda, pero bajo ninguna circunstancia se nos tendrían que negar nuestros derechos y responsabilidades si necesitamos esa ayuda. Dejad que los hijos se queden con nosotros y ayudadnos/enseñadnos a criarlos bien si es necesario y cuando haga falta.
Aquí tenemos un caso donde nuestro principio entra en conflicto con otro que se encuentra en muchos gobiernos europeos seculares: ¡criar hijos y temer a Dios al mismo tiempo aunque sea un hogar amoroso, atento y enriquecedor equivale a maltrato infantil!
Nuestra decisión es simple: escuchamos a Dios a través de Su Palabra que nos fue revelada en vez de a corrientes seculares postmodernas que echan a padres e hijos de aquí para allá con olas de terror, desesperación e ira. No estamos abogando por ningún tipo de maltrato infantil, sino que no aceptamos que se permita que la gente que desprecia a las familias cristianas defina lo que es el maltrato. Creemos que la gente que desprecia el plan bueno y amoroso de Dios para la familia y la procreación no tiene derecho de definir lo que significa maltrato y enseñarnos cómo criar a nuestros hijos.
Como rumanos, hemos pasado por muchas grandes batallas contra nuestro gobierno, batallas en contra de las leyes del estado que van en contra de la ley de Dios. A lo largo de nuestra historia, el Imperio Otomano quiso llevarse nuestros hijos, tal como hicieron otros imperios.
Nuestros padres y abuelos tuvieron que luchar contra el sistema comunista, un sistema que quería robarnos a nuestros hijos y criarlos en otro lugar, con ideologías distintas. Damos gracias a Dios por la victoria de nuestros padres. Por aquél entonces, muchos de la generación de nuestros padres pagaron el precio de esta batalla, pero lucharon sus propias batallas y también cantaron victoria. Ahora entendemos que es el momento para que luchemos nosotros. Mis hijos no son perfectos, pero amo a Dios y disfrutamos de la increíble bendición de servir a Su iglesia juntos.
También estoy profundamente preocupado por los que luchan contra las doctrinas cristianas, ¡porque están combatiendo contra Dios mismo! Ningún estado ni civilización que haya luchado contra Dios ha tenido un futuro sano y próspero. La familia fue y siempre será creación de Dios, familias que son bendecidas y están protegidas por Él. Cualquiera que vuelve a intentar alterar o pervertir la sagrada naturaleza de la familia, declara la guerra a Dios mismo. Echad un vistazo a la historia: es cuestión de tiempo hasta que veamos la caída de cualquier sistema social que se ha alzado contra Dios (ejemplo de la historia bíblica: Sodoma y Gomorra; o de la historia moderna: el comunismo).
Dios será el juez final. Vivo en Europa (en Rumanía, para ser más exactos) y he terminado mi doctorado en Francia (en aquella época vivía con mi familia/hijos en Francia). Quiero respetar las leyes del gobierno en el que vivo, pero más aún quiero temer las leyes de Dios. Respetaré todo lo que pueda respetar, sin comprometer mi fe en las verdades absolutas de las Sagradas Escrituras y los valores cristianos. Creo lo que la Biblia dice sobre la familia. Creo que la Biblia debería cambiarnos en todas las áreas de nuestra vida.
Nuestro llamado es más para los cristianos de Europa. Es verdad que es mucho más fácil estar tranquilo y evitar involucrarse. Obviamente, para muchos, estos ataques solo se centran en las familias inmigrantes de la Europa del este. Es más fácil decir: “No te preocupes, Dios lo tiene todo controlado y si es su voluntad, ¡esto se solucionará!” Oramos para que estas manifestaciones recientes aviven el fuego en los corazones de todos los que ven cómo el testimonio cristiano va desapareciendo de casi todas las instituciones europeas y que buscan fervientemente un avivamiento espiritual por toda Europa.
Hacemos un llamado a todos para que estén más activos proclamando el Evangelio públicamente, hasta que en Europa los padres reciban apoyo en el derecho de criar a sus hijos con la enseñanza y reprimenda del Señor, además de servir a Dios en la iglesia y en la comunidad.
Nuestra forma de pensar estaba también muy influenciada por el secularismo y podemos ver sus frutos, “frutos” que producen cada vez más tragedias. Es hora de volver a la mentalidad de Aquél que nos creó con la capacidad de pensar y aprender de la sabiduría de lo alto. Es hora de creer que adoramos a un Dios todopoderoso, para que el temor y la obediencia a Él no se vea como algo que nos limita o roba nuestra libertad, sino todo lo contrario: como una bendición otorgada por Dios para nosotros y para las generaciones venideras.
CONCLUSIÓN
Estamos aquí por nuestra creencia de que solo hay un Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Un Dios soberano. Estamos aquí por la creencia de que en el cielo y en la tierra fuimos creados por Dios y le pertenecemos a Él.
Estamos aquí por nuestra creencia de que la familia fue establecida por Dios y que Él la protege. Estamos aquí para recordar a aquellos que piensan que son dueños de la tierra, no lo son en realidad. Les pedimos, en el nombre del Señor, que respeten a la familia cristiana y a la ley de Dios. Les pedimos a aquellos que rompen familias mediante el maltrato que dejen de luchar contra Dios, que dejen de defender que la familia está mejor separada, que para los hijos es mejor estar sin los padres biológicos y que el gobierno puede educar mejor a los hijos que sus propios padres.
Dios confirió hijos a los padres y le pedimos que nos proteja.
Pedimos al gobierno noruego que nos devuelva a los hijos que fueron sacados de sus familias de forma abusiva. Pedimos a las autoridades nacionales que se involucren y defiendan a las familias dondequiera que se encuentren sus ciudadanos.
Como cristianos, pedimos a nuestros hermanos y hermanas en la fe desde Noruega que no se queden callados ni cierren sus ojos ante este acto indignante. Pedimos a los cristianos de toda Europa que no se vuelvan cómplices de los que arruinan familias. Les pedimos que alcen sus voces en oración y que públicamente tengan el valor de pedir a sus gobiernos que respeten a la familia y que le devuelvan los hijos a sus padres.
Sobre todo lo demás pedimos a Dios, que se preocupa por nosotros, que nos protege y que nos guarda de todo lo que está pasando en el mundo, que redima a las familias que viven en esta tragedia de secuestro, así como por todos los padres que trabajan juntos por las generaciones venideras.
¡A Dios sea gloria por siempre! ¡Amén!
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