El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
La batalla contra la secularización es una lucha constante que requiere vigilancia, disciplina y una profunda dependencia de Dios. No podemos bajar la guardia ni ceder a la presión de conformarnos al mundo.
Frente al desafío del secularismo es tentador pensar que las religiones pueden ser un frente común. Pero el Nuevo Testamento enseña que la religión oscurece y daña el evangelio.
Lo cristiano muere en muchas de las vidas de las personas que pueblan el mundo. Sin ningún tipo de pena ni aspavientos. Un fenómeno silencioso que debiera atronar los oídos de los creyentes.
La Alianza Evangélica Española publica sus aportaciones al proyecto propuesto por el gobierno, al mismo tiempo que lamenta que un planteamiento con “poca fe”.
La separación y distinción que hoy se hace entre lo secular y lo religioso, no se corresponde con la separación que nuestros antepasados hacían entre lo sagrado y lo profano.
Somos “usuarios” de la fe cristiana y, por tanto, podemos recomendar el Evangelio a las personas que han llegado a confiar en nosotros al vernos vivir como cristianos de forma visible y tangible. Por David Brown.
Un granjero que conocí acababa de dejar la Iglesia Luterana y se había unido a una comunidad neopagana. “A diferencia del cristianismo, aquí la gente vive en armonía con la naturaleza”, me dijo. “Aquí, el hombre sigue siendo hombre y la mujer, mujer”.
El argumento definitivo e irrebatible contra todos aquellos que dudan o niegan la existencia de Dios es que “Yo era ciego y ahora veo”. La razón topa con el sentimiento.
Algunos aspectos de la ley antiseparatismo de 2021 “socavan la libertad de religión”, afirma la Alianza Evangélica Mundial en el Consejo de Derechos Humanos de Ginebra.
El alcalde de Grenoble quiere elaborar un calendario “más plural” suprimiendo algunas fiestas religiosas en favor de celebraciones laicas.
Vivimos a un paso de la locura. Nuestro mundo diario parece caótico, inconexo y confuso. Se nos han derrumbado los más consistentes sistemas de valores.
Lo sagrado ya no es el ámbito, el sustrato, el magma que impregnaba la vida.
La delincuencia, los precios de la energía y el papel de los inmigrantes son temas candentes para las elecciones generales del 11 de septiembre en el país.
Los movimientos neo-paganos y humanistas encuentran su lugar como reacción al cristianismo. Los inmigrantes han cambiado el panorama de un país en el que la mayoría todavía están registrados como luteranos.
En el país, una controversia prolongada parecía estar llegando a su fin después de que una iglesia intentara mantener su cruz iluminada. Hasta que un vecino ha apelado la decisión.
Los cristianos evangélicos animan al reelegido presidente de Francia a “construir una sociedad auténticamente humana”. Los protestantes le recuerdan que “la República es secular pero la sociedad francesa no”.
El hecho de que Al Mohler diga que el catolicismo romano es una “tentación” es una señal de vigilancia espiritual que se agradece.
Desde 2018, esta norma preocupa a los cristianos evangélicos, ya que limita las actividades religiosas al aire libre y las expresiones de fe de los funcionarios públicos.
Los datos reflejan que el número de personas que no se identifican con ninguna religión ha crecido en el país a razón de un 1% cada año desde 2007.
Los símbolos despiertan fuertes emociones en una sociedad con una creciente diversidad religiosa.
Tras la aprobación de la ley ‘antiseparatismo’, el laicismo fuerte ha ganado relevancia en el discurso político de cara a las elecciones de 2022. Mientras, una despersonalizada festividad navideña sigue celebrándose en las calles.
“Deberíamos considerar lo que está sucediendo realmente en nuestro país, región o ciudad, antes de sacar conclusiones precipitadas”, reflexiona Jaime Memory, experto en misión en Europa.
La creciente diversidad cultural va en contra de las creencias tradicionales. El factor crítico es el grado de implicación religiosa que se transmite a la generación más joven.
La apologética dirigida al ateísmo sólo llega a una pequeña proporción de la población europea. El reto mucho mayor es llegar al enorme número de europeos no creyentes que son indiferentes al cristianismo y consideran que la religión es irrelevante en la vida moderna.
La segunda encuesta de la Oficina Federal de Estadística sobre idioma, religión y cultura muestra unos resultados diferentes respecto a la primera edición, en 2014.
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