La partitura de mi vida

Tienes una canción escrita para mí y yo quiero aprender a interpretarla.

No quiero abandonarla en manos de otros para que realicen arreglos, afinen desajustes en mi voz o simplemente le cambien el ritmo.

Yo quiero que esa canción que tú has compuesto exclusivamente para mí la pueda ejecutar de la forma que deseas sea entonada.

En derredor a mí se funden muchas notas, sonidos variados que componen la banda sonora de quienes me rodean. Oigo la modulación de sus acordes, la armonía con la que suenan, cantos realmente grandiosos que me dejan asombrada. Pero, en lo que respecta a mí, si mi canto no es el sonido agradecido de un corazón humillado, la melodía no es válida, queda envuelta entre sones dispares, entre letras confusas que se disipan con las brumas de lo cotidiano.

Mi voz revestida de gracia ha de sonar distinta, produciendo en los oídos de quienes no conocen al Músico de los Músicos el deseo por descubrir a que se deben esos acordes tan distintos, ese sonido peculiar, diferente.

Cada día he de aprender a cantar e interpretar la canción de mi existencia con la cadencia y el son preciso para sonar entre la multitud y servir de melodía a quienes desprovistos de notas musicales no saben componer.

Quiero aprender a modelar mi voz y servir de estímulo a quienes me oyen y desean ser acariciados por repiques de amor.

Son muchas las veces en las que sueno discordante, desafinada, molesta.

Cada vez que me inclino a mirar con orgullo, envidia, con altivez dejando a un lado la humildad consigo que mi canto se vuelva hostil, sonando estridente mi voz.

Cuando de forma imprudente elijo el sendero de lo fácil sin pensar en cuanto me alejo de ti, hago que la canción que has compuesto para mí contenga la modulación inadecuada para hacer rasguear las cuerdas de mi alma.

Te ruego mi Dios que me enseñes a cantar, a dejar fluir mi voz y que ella porte el perfume grato de tu amor. Que al sonido de mi canto otros te oigan a ti y puedan conocer al autor de todas mis melodías, creador de la canción más sublime, del único cántico de liberación.