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José de Segovia
8
 

Lutero en el cine

Muchos creemos que la Reforma fue la obra de un gran Dios, no la historia de un gran hombre.

MARTES AUTOR José de Segovia 31 DE OCTUBRE DE 2014 12:30 h
Lutero Lutero, en la versión protagonizada por Joseph Fiennes (2003).

La víspera del Día de Todos los Santos –hoy más conocida como Halloween, que no es ningún invento ocultista, sino una fiesta católica–, el 31 de octubre de 1517, un joven monje agustino clavaba un largo papel con noventa y cinco tesis, en la puerta de la iglesia de Wittenberg. La lucha de este hombre contra el poder religioso inicia una Reforma, que continúa hasta el día de hoy. El cine nos muestra su figura, a lo largo de los años, con distintos resultados, pero una misma fascinación.



Hans Kyser era un guionista alemán que trabajó con directores como Murnau o Pabst. Como escritor, tenía una particular inclinación por la adaptación de sucesos y personajes históricos. La única película que dirigió era Lutero (1928). El reformador aparece así en el cine mudo con una obra de cierto presupuesto y gran dirección artística. Los decorados, el vestuario y los efectos especiales son espectaculares. No así la dirección de actores, que en general tienden a la sobreactuación o a ser tan inexpresivos como una figura de cera. La atmósfera está bien lograda y es correcta técnicamente, pero el resultado es algo monótono. La copia que se puede ver actualmente tiene subtítulos y una voz americana de fondo, que comenta aspectos de la vida de Lutero, ¡así que ya no es cine mudo!



En la época sonora, Lutero es un personaje de una película alemana de 1939, que se conoce en inglés como El corazón inmortal. La hizo el director Veit Harlan con Bernhard Minetti en el papel del reformador, pero no será hasta 1953 que se hace realmente la mejor película sobre Lutero. Es una coproducción americana con Alemania, dirigida por Irving Pichel, que se rueda en el país del reformador con el actor irlandés Niall MacGinnis como protagonista. Los amantes del cine de terror recuerdan siempre a MacGinnis por su papel del ocultista Karswell, en el clásico de Jacques Tourneur, La noche del demonio (1957).En la edición que se ha hecho en DVD por el cincuenta aniversario, Robert Lee cuenta la historia completa del film.



UN CLÁSICO NOMINADO A LOS OSCAR



Irving Pichel era actor y director desde los años treinta. Había comenzado en el teatro, pero llega a California con el comienzo del sonoro, a finales de los años veinte. Había sido guionista para la Metro, pero pronto destacó en papeles como Fagin de Oliver Twist o el mayordomo de La hija de Drácula. Su primera película es un film de terror para la RKO, El malvado Zaroff, en 1932.



 





Debido a su asociación con varios sospechosos de comunismo durante los años cuarenta –como Abraham Polonsky–, en la revista The Hollywood Quarterly, es llamado a declarar por McCarthy en la caza de brujas. Se logra librar de la lista negra y puede así trabajar en todo tipo de películas, desde musicales (Dance Hall) a filmes de aventuras (O.S.S.), cine negro (Ellos no creen en mí), ciencia-ficción (Con destino a la luna) o adaptaciones de Steinbeck (Donde nacen los héroes). Es también el narrador de míticas películas de John Ford, como La legión Invencible o ¡Qué verde era mi valle!



Pichel hace la película de Martin Luterojusto después de rodar un western con Randolph Scott, Santa Fe. Fue la penúltima película antes de morir de un ataque al corazón el año siguiente. Pichel ya tenía experiencia en otros proyectos cristianos, puesto que había colaborado con el pastor episcopal Friedrich y sus Cathedral Films para escuelas dominicales, en dos grandes producciones que llegaron a los cines: El gran mandamiento (1939) y Día de triunfo (1954). Esta segunda fue de hecho la última que dirigió, para la que contó con actores de la talla de Lee J. Cobb y Joanne Dru.



 



 Lutero tiene dos nominaciones para el Oscar por la excelente dirección artística de dos alemanes (Fritz Maurischat y Paul Makwitz) y la impresionante fotografía en blanco y negro del francés Joseph Brun. Es una buena película, que merece la pena revisar, en cierto sentido superior a la versión actual. Un auténtico clásico, que debería tener una mejor distribución en DVD, accesible a un público general. 



El año 74, vuelve Lutero al cine, interpretado por Stacey Keach, veterano actor de televisión, conocido sobre todo por su papel protagonista en series tan populares como la del detective Mike Hammer en los años ochenta o Prison Break (donde interpreta el papel del alcaide). La obra de teatro de John Osborne nos muestra a un sorprendente Lutero, casado aquí con Judy Dench, que hace el papel de Catalina de Bora. La obra del autor de Mirando hacia atrás con ira, que llevó al escenario Albert Finney, resulta en la versión de Guy Green demasiado teatral. No hay nada del asombro y la alegría que despierta el redescubrimiento del Evangelio, tan poderosamente capturado en la última película que se ha hecho sobre Lutero.



EL JOVEN REFORMADOR



La película más fácil de encontrar ahora en DVD, es la última versión que se ha hecho en el cine sobre la vida de Lutero (2003). Muchos tienen así la oportunidad de ver esta producción de habla inglesa, en la que el reformador aparece ante el gran público con el atractivo de un joven asombrado por el poder liberador de la Palabra de Dios.



 





El protagonista de Shakespeare In Love, Joseph Fiennes, resalta su fragilidad con una humanidad lejos de la figura monstruosa que ha fabricado de él la leyenda negra. Por eso, quien piense que la Reforma no es más que cuestión de política y crea que Lutero no fue sino un mero instrumento de los príncipes alemanes contra los campesinos, no reconocerá al personaje que tiene delante en la pantalla. Ya que en esta historia hay más Evangelio que en toda La Pasión entera de Mel Gibson. Porque el tema de esta película es en realidad la gracia de Dios, que nos revela a un Padre amante y lleno de misericordia.



La película arranca con la ya mítica tormenta por la que Lutero decide hacerse monje en Erfurt en 1505, a pesar de la oposición de su padre. Es allí donde conoce al vicario general de los agustinos en Alemania, Staupitz, magistralmente interpretado por el actor suizo Bruno Ganz, que tantas grandes películas hizo en el nuevo cine alemán con directores como Wim Wenders.



Su habitual papel contenido adquiere aquí un singular dramatismo en este interesante personaje, que ha venido a ser prototipo del catolicismo-romano más filo-protestante, siempre tan cerca, pero a la vez tan lejos de la Reforma. Para él, como para tantos católicos hoy, el problema del protestantismo es que no ve lo positivo que todavía hay en la Iglesia de Roma, aunque le recomienda a Lutero leer la Biblia cada día, mandándole a Wittenberg para estudiar.



La famosa visita de Lutero a Roma ha sido rodada en Italia misma por Eric Hill –director británico, afincado en América, que ha hecho hace poco una película sobre Bonhoeffer–. Se detiene allí en el inmenso circo, en que se ha convertido la religión papista. Esta experiencia deja a Lutero escandalizado ante semejante espectáculo de manipulación, superstición e inmoralidad por parte del clero.



Es esa pompa y lujo vaticano la que lleva a León X a hacer una venta masiva de indulgencias, que es mostrada en la película con todo detalle y exactitud histórica. Pero esta denuncia de la corrupción, lejos de verse como algo anacrónico, muestra una actualidad singular por su enfrentamiento contra toda tiranía y opresión espiritual. En ese sentido las noventa y cinco tesis de Lutero contra el comercio vaticano, no sólo inician un proceso de Reforma de la Iglesia el 31 de octubre de 1517, sino que siguen siendo una denuncia contra todo tipo de corrupción religiosa.



LA PALABRA LIBERADORA



 



 El mensaje de Lutero va más allá que una mera declaración del valor de la libertad de conciencia. Pocas veces en el cine se ha visto un tratamiento tal de la Biblia como algo emancipador para el hombre. Cuando tantos identifican hoy el cristianismo bíblico con fundamentalismos e integrismos religiosos, basados en un fanatismo peligroso, Lutero nos presenta la Palabra de Dios como una realidad liberadora.



Ya que entender que la autoridad del Papa no está por encima de las Escrituras, ni que los Evangelios pueden ser negados por las palabras de los hombres, lleva a una fe que ya no está basada en el consuelo, sino en la verdad misma. Es por eso que Lutero se niega a arrodillarse ante la autoridad de Roma, que representa el cardenal Cayetano, porque su conciencia está ahora “cautiva de la Palabra de Dios”.



Es interesante también el papel que tiene la política en la Reforma. El apoyo del príncipe Federico el Sabio –interpretado aquí por un Peter Ustinov a punto ya de fallecer, pero lleno de una sabiduría e inteligencia que ya quisieran tener muchos actores jóvenes– hace posible la traducción de la Biblia. Es esta obra la que realmente produce la Reforma, pero también el redescubrimiento de la experiencia de gracia de Lutero.



Aunque ese apoyo de los príncipes en Augsburgo, con el que se cierra la película, se convierte en “el abrazo del oso” con la guerra contra los campesinos. Es ahí donde vemos las consecuencias prácticas de la visión de Lutero sobre los dos reinos, que divorcia en cierto sentido la realidad espiritual de la temporal.



GRACIA ASOMBROSA



Lutero es presentado aquí también como alguien entrañable por su relación con el personaje de una niña minusválida llamada Greta, que aparece a lo largo de toda la película. Es como la afirmación de Jesús de que el Reino pertenece a los niños.



Esa compasión de Dios por una criatura indefensa es la que resalta una y otra vez, como cuando entierra al enfermo mental que se ha suicidado en “campo santo”. Es en ese sentido que esta es una historia sobre la gracia de Dios, aunque no se mencione nunca la palabra. Tampoco se habla por cierto de justificación, pero no hay mejor explicación que la que da Lutero en su emotivo sermón, cuando predica entusiasmado por el pasillo de la iglesia de Wittenberg. Ya que una de las virtudes de esta obra es precisamente su lenguaje, capaz de hacer entender las ideas centrales de la Reforma de una forma clara y sencilla, perfectamente comprensible para cualquier espectador.



Ese amor activo es el que destaca al final de la película en el relato evangélico conocido como del hijo pródigo, cuando le explica a los niños que el Padre corre en busca de su hijo. Es la asombrosa gracia de Dios, que se muestra en un hombre como Lutero, con todas sus debilidades, capaz de confesar a su esposa Catalina que hay días que se siente tan deprimido, que ni siquiera se puede levantar de la cama. Es por eso que muchos creemos que la Reforma fue una obra de Dios. Ya que esta no es la historia de un gran hombre, sino de un gran Dios, que ama profundamente a criaturas tan miserables y atormentadas como aquel monje.



 





Artículo originalmente publicado en la sección mARTES, el 30 de octubre de 2012.


 

 


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COMENTARIOS

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Esclavo
05/11/2014
13:51 h
7
 
"haré la guerra sin descanso, secreta y abiertamente, contra todos los herejes, protestantes y liberales(...)los extirparé y exterminaré de la faz de la tierra entera,(...) no dejaré en pie a nadie, sea cual sea su sexo, edad o condición,(...) colgaré, mataré de hambre, herviré, desollaré, estrangularé y enterraré vivos a esos infames herejes; desgarraré los estómagos y los úteros de sus mujeres y aplastaré las cabezas de sus niños contra la pared..."(PabloIII). Gracias a Dios por la Reforma.
 
Respondiendo a Esclavo

Alfredo
31/10/2014
16:47 h
4
 
Disculpe Paco, me gustaría añadir que los católicos invocan a los santos para que rueguen a Cristo como en Stg5:16: la oración fervorosa del justo tiene mucho poder o Job 42,8:"Mi siervo Job intercederá por vosotros y yo atenderé su petición para no trataros duramente como merecéis". En las catacumbas romanas de los cristianos de los primeros siglos se encuentran inscripciones, por ej. "Pedro y Pablo, rogad por nosotros".
 
Respondiendo a Alfredo

Esclavo
05/11/2014
14:00 h
8
 
D.Alfredo: Ayudarnos unos a otros en la tierra es una cosa, invocar a alguien en el Cielo aparte de Cristo (1Cor1:2), es otra. 1Tim2:5: "Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre".
 
Respondiendo a Esclavo

sergio de lis
02/11/2014
10:03 h
6
 
Me hace gracia el contraste de dos personajes, interpretados por el mismo actor, Joseph Fiennes: el de Shakepeare in love y el de Lutero. En ambos está convincente, pero la época y el dramatismo que afronta el segundo tienen mayor atractivo para mí. Y la implicación que tuvo en la Historia su rebelión ante la iglesia católica -bien sustentada por el 'muy católico' Carlos V- trasciende la importancia del personaje (así es, José) para, nada menos, desvelarnos a un Dios que la ICR mantenía oculto.
 
Respondiendo a sergio de lis

flash
01/11/2014
18:01 h
5
 
. “Pero gracias a Dios hubieron hombres como Lutero..” dice el hermano Jesús. Gracias a Dios que en su nombre se mataron muchos católicos en los tiempos del Doctor. Hoy, en nombre de Dios, se llenan los bolsillos de dólares miles de predicadores a través de los diezmos que le “quitan” a gente incauta. ¿Se menciona el diezmo en la Iglesia primitiva? No dudo que también en nombre de Dios, se enviaron a mucha gente a las hogueras.
 
Respondiendo a flash

jesús
02/11/2012
10:09 h
3
 
Gracias una vez más José. Es verdad que las verdades más fundamentales del evangelio están implícitas en el desarrollo de la película, además de una forma inteligente y con rigor histórico. La iglesia católica era una cueva de ladrones, tal y como ocurrió con el templo cuando Jesús expulsó a los mercaderes. La superstición y el miedo al infierno se convirtieron en un negocio muy lucrativo. Pero gracias a Dios hubieron hombres como Lutero que quisieron luchar por defender la Gracia gratuita de Dios en Cristo Jesús
 
Respondiendo a jesús

Paco
31/10/2012
23:02 h
2
 
Aunque no soy católico, debo matizar para que no haya perjuicios con los católicos. Mercedes, el 1 de noviembre se celebra el dia de todos los santos, no de los muertos. Sencillamente, porque los cristianos fallecidos no están muertos sino vivos, pues tienen vida eterna por la gracia de Dios. Por ello, tampoco podemos tachar la invocación de los santos y de la Virgen María como consultar con muertos, pues ellos viven. ¿Por qué entonces los evangelicos nos negamos a invocar santos?. Pues porque ni hay en la Biblia ejemplo alguno, ni lo encontramos en los padres de la Iglesia de los primeros siglos. Mañana es un día para honrar a nuestros hermanos que están ya con Cristo, en Su Presencia. N
 
Respondiendo a Paco

mercedes farpon
31/10/2012
11:19 h
1
 
El 1 de noviembre se celebra el dia de todos los santos en las iglesias catolicas , un homenaje a los muertos. Como Halloween 31 de octubre dia de la muerte fiesta celta. Es una fiesta de transfondo ocultista que hoy se celebra de diferentes formas dando honor a la muerte. Si festejar la muerte no es oculto ¿que es entonces?
 



 
 
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