Fue curioso poder entrevistarle la semana pasada, hacerle algunas preguntas que él, con inseguridad temerosa, ha contestado para nosotros, los que creemos en Cristo Jesús y en su Nacimiento en Belén.
IP: ¿Su nombre, por favor?
PN: Sinterklaas, Santa Claus o Papá Noel, como usted prefiera. Mi nombre ha sufrido tantos cambios que me da igual como quieran llamarme.
IP: ¿Es cierto que reconoce usted crear falsas expectativas en las mentes infantiles y no tan infantiles?
PN: Pues sí. No debí entrar cuando de tan buen agrado me abrieron las fronteras de España, donde todo el mundo parece que tiene cabida. Me sentí halagado, aquí estoy y pienso quedarme. No crea que porque reconozca su planteamiento pienso marcharme.
IP: ¿Cómo empezó todo?
PN: Fueron los propios españoles que vivían en el extranjero los que me trajeron en sus vacaciones. Tenían tantas necesidades que no se conformaron con las tradiciones españolas. Con tal de llenar el vacío de sus almas y obtener regalos... No obstante ya le digo que entre vosotros sé que no pinto nada.
IP: En los últimos años se le ve a usted por todas partes, asaltando balcones y entrando por las ventanas. No hay más que mirar hacia arriba para toparse con su figura. ¿Por qué ha decidido entrar a hurtadillas en nuestros hogares?
PN: Es la crisis. La demanda de regalos está bajando debido a la escasez económica y tengo que introducirme en sus casas como sea. Antes lo hacía sólo el 24 de diciembre, pero ahora tengo que hacerme notar mucho antes, entrar en sus salones, dejar mi tarjeta de visita, mi catálogo de regalos... para que no se olviden de mí. La cosa va mal. Mucha gente cree que estoy contento con mi aspecto, sin embargo, hace tiempo que quiero hacerme una liposucción y mire, mire como estoy. Entre una cosa y otra, ni para afeitarme tengo. Los gastos son enormes, los renos comen sin hartura, los duendes no trabajan si no cobran el salario mínimo interprofesional. Aquello de currar por amor al arte desapareció hace siglos. Nadie es tonto, amigo mío.
IP: Desearía hacerle una pregunta comprometida si usted me lo permite.
PN: Dígame.
IP: ¿Conoce usted el verdadero sentido de la Navidad?
PN: ¡Pues claro que sí!, pero tengo que ganarme la vida, sabe, en estas fiestas, el que pestañea pierde. De todos modos le digo que cada cual cree en lo que más le interesa y yo le intereso a mucha gente.
IP: ¿En qué coinciden usted y los Reyes Magos?
PN: Ni a ellos ni a mí nos motiva entrar en los países pobres. No podemos y hacemos la vista gorda. Esos niños no nos interesan. Perdón, quiero decir los padres. Los padres de esos niños no nos interesan.
IP: ¿Hay alguna otra razón por la que usted consienta esta mentira sobre la Navidad basada en el consumo?
PN: Los progenitores, en su ignorancia, quieren tapar todas sus faltas colmando a sus vástagos de regalos, así se lavan las conciencias. Simplemente les dejo hacer.
IP: Hablando de conciencia, ¿le dice algo la suya?
PN: Sí, que soy un intruso.
IP: Pues con esta última respuesta damos por finalizada la entrevista. Muchas gracias y mis mejores deseos de reflexión para usted en esta Navidad.
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