Ese concierto, en el que participaron entre otros Eric Clapton y Bob Dylan, se convertiría en prototipo de los conciertos benéficos que a partir de ese momento se llevarían a cabo cada vez que alguna emergencia internacional humanitaria se produjera.
Aunque aparentemente la idea de George Harrison parecía innovadora, al usar la música pop como vehículo para movilizar a cierto sector de la opinión pública como eran los jóvenes, en realidad su propuesta seguía los mismos patrones que otras iniciativas tradicionales de ayuda humanitaria, esto es, un llamamiento ante la emergencia producida, un levantamiento de fondos y una canalización de los mismos para socorrer a los afectados. Es decir, iniciativas ocasionales para atenuar desastres ocasionales.
Pero
Muhammad Yunus se dio cuenta de que hacía falta algo más que grandes movilizaciones momentáneas esporádicas para sacar a la gente de la miseria económica. De esa manera percibió que el gran impedimento para que mucha gente saliera de la pobreza era no tener la posibilidad de acceder al dinero que les permitiera la puesta en marcha de un medio de vida. Aunque había prestamistas que concedían créditos, los tipos de interés eran tan elevados que hacían imposible la viabilidad de la devolución del préstamo. Así fue como Yunus ideó los microcréditos, consistentes en pequeñas cantidades de dinero con el que los prestatarios pueden comprar ganado o comenzar sus propios negocios.
Para ello creó el Grameen Bank o Banco Rural, cuyo patrón de trabajo consiste en la creación de grupos de cinco posibles prestatarios que se reúnen regularmente con los prestamistas, los representantes del Banco. A dos de esos potenciales cinco prestatarios se les concede un crédito. Si tras un periodo de tiempo probatorio esos dos primeros prestatarios devuelven el crédito, entonces se extiende a los restantes miembros del grupo, actuando así la presión del grupo como factor de estímulo para que el crédito sea devuelto en el tiempo estipulado. Más del 97 % de los créditos concedidos por el Grameen Bank tienen como destinatarias a mujeres, las cuales han experimentado un beneficioso cambio en su situación personal y familiar.
La idea de Yunus, pues, se aparta de la tradicional perspectiva caritativa y paternalista que contempla al pobre como objeto receptor de la ayuda a fondo perdido que el desahogado quiera proporcionarle. No se trata de actuar movido por los impulsos sentimentales del corazón sino de equilibrar el corazón con la cabeza. Es decir, de ayudar con inteligencia. Una ayuda que busca, por encima de todo, que el necesitado sea autónomo y responsable.
Es sabido que
la caridad paternalista hace del necesitado un ser dependiente, fomentando una relación interesada, que se puede convertir en perversa, entre donante y receptor. Además, ese tipo de caridad se presta a toda clase de malversaciones, como ocurre con la reventa, acaparamiento o desvío de los bienes recibidos, siendo éste, precisamente, el gran problema que ha puesto en guardia al público en general respecto a las grandes campañas dedicadas a paliar catástrofes humanitarias. Y es que, tal como Buñuel mostró en su película Viridiana, también entre los pobres hay mafias, siendo una de las maneras más eficaces de sostenerlas ese paternalismo caritativo.
La admirable solución de Yunus, que con sus microcréditos aúna ayuda y responsabilidad, es precisamente la que José siguió hace 3.700 años cuando el ciclo de escasez ya había comenzado. En lugar de regalar el trigo almacenado, cosa que fácilmente se prestaría a todo tipo de abusos y a la instalación de una mentalidad de irresponsabilidad en la gente, lo que José va a hacer es venderlo(1). Que las cosas tienen un coste genera un sentido de valoración de las mismas y potencia el esfuerzo. Que las cosas no cuestan nada genera un sentido de falsa confianza y en última instancia de no apreciación de las mismas.
Esta actuación de José, de vender el grano, va a ser consistente todo el tiempo que dure el ciclo de escasez. De manera que cuando a los egipcios se les acabe el dinero se lo venderá por ganado(2) y cuando se les acabe el ganado se lo venderá por sus tierras(3). Finalmente, ese grano preservará la vida del pueblo, del ganado y a la tierra misma, que en caso de no ser labrada se echa a perder(4). Así es como el pueblo se salvó de una catástrofe que de otra forma habría estado asegurada, gracias a la tarea de un hombre que entendió la ayuda de forma inteligente, por lo que no es extraño que ese pueblo le correspondiera con gratitud(5).
Hay algo más en esta actuación de José vendiendo el grano, y es que no hay en ella atisbo de especulación.
Es sabido que en tiempos de crisis los especuladores proliferan como las setas en otoño, aprovechándose para elevar el precio de los artículos esenciales para su ganancia personal. La especulación es la madre de la explotación y de la injusticia, al no buscar el bien general sino el particular. Los especuladores son una de las peores desgracias que un pueblo ha de soportar en tiempos de necesidad, tal como dice la Biblia(6). José mirará por los intereses de su señor, Faraón, a la vez que buscará la supervivencia del pueblo. Todo un ejemplo de equilibrio económico en tiempos de crisis aguda y todo un ejemplo de funcionario público justo.
1) Génesis 41:56
2) Génesis 47:16
3) Génesis 47:20
4) Génesis 47:19
5) Génesis 47:25
6) Proverbios 11:26
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