En primer lugar, es necesario precisar la división geográfica que el judaísmo experimentó entre los judíos que vivían en Judea, descendientes de los que regresaron de Babilonia con Esdras y Nehemías, y entre los que se dispersaron por las naciones, como Egipto, Mesopotamia, Siria, norte de África, Asia Menor, Italia, etc.
Aunque la aparición del helenismo va a poner a prueba al judaísmo en su conjunto, será el judaísmo de Judea el que tenga que enfrentar la corriente helenista más extremista de todas: la liderada por Antíoco IV Epífanes, que tendrá como resultado la revuelta Macabea. El tipo de helenismo que los sectores del judaísmo disperso por las naciones tendrán que enfrentar, nunca será tan virulento como el que sus hermanos en Judea conocieron.
Es por ello que la convivencia con el helenismo les resultará más fácil a los de la Diáspora que a los de Judea. De ahí también las posibilidades que se les abren a los judíos de Alejandría para acomodarse a las nuevas circunstancias, e incluso aprovecharse de las mismas con el fin de extender su fe. Pero todo esto era impensable e imposible en un ambiente tan enrarecido como el que respiraban los judíos palestinienses, para los que solo cabían dos opciones: plegarse o rebelarse.
Mirando el diagrama y viendo sus últimas ramificaciones, llegamos a las siguientes conclusiones:
- Los zelotas, herederos ideológicos y militares de los Macabeos, intentaron el establecimiento del reino teocrático mediante las armas. Su experiencia resultó en fracaso, ante la nueva potencia hegemónica que era Roma. Pero aunque su intento hubiera tenido éxito, ya la experiencia Macabea había demostrado que incluso los mejores ideales humanos se degradan y corrompen. También esa experiencia había mostrado la inviabilidad de construir el Reino de Dios mediante el esfuerzo y el empuje humano. Todo lo más que se consigue con eso es una caricatura de ese Reino.
Una de las grandes lecciones que el libro de Daniel nos deja, referente al Reino de Dios en la tierra, es que su origen no es de aquí abajo sino celestial: ´Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano…´(1) Esa piedra que hiere mortalmente a la gran imagen y que, finalmente, se va a convertir en un gran monte, no es de origen terrenal, lo cual está gráficamente descrito en la expresión ´cortada, no con mano.´ El olvido de esta gran verdad, de que el Reino de Dios no se establece ni se culmina por iniciativa humana, es la raíz de todos los fracasos teocráticos de la Historia, sean de naturaleza judía o cristiana. Pero no solamente el origen y la consumación de ese Reino no proceden de aquí abajo; tampoco los medios para impulsarlo son humanos. Ya se lo dijo Dios a Zorobabel, el gobernador judío que regresó del exilio: ´No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu.´(2) Los medios coactivos para defender o imponer el Reino de Dios también fueron descalificados por Jesús, cuando ordenó a su discípulo que metiera su espada en la vaina(3).
- Pero la inviabilidad de establecer el Reino de Dios con nuestros medios o esfuerzos, no significa que debemos quedarnos de brazos cruzados ante el avance del reino de las tinieblas. Porque es Dios mismo quien suscita y levanta instrumentos de entre su pueblo para presentar batalla al enemigo. En el mismo libro de Zacarías, donde se le amonesta a Zorobabel a resistir la tentación de apoyarse en el brazo humano, se lee esta bélica declaración de Dios: ´Porque he entesado para mí a Judá como arco, e hice a Efraín su flecha, y despertaré a tus hijos, oh Sion, contra tus hijos, oh Grecia, y te pondré como espada de valiente.´(4) Es interesante la alusión a dos bandos bien definidos en ese conflicto, Sion (judaísmo) y Grecia (helenismo), que preludian la batalla espiritual, moral e intelectual que perdurará durante siglos. Como el término Sion se puede entender del Israel espiritual, compuesto de judíos y gentiles, es factible aplicar esa palabra a los cristianos en su conflicto con el paganismo antiguo y moderno. Un conflicto en el que no hay cabida para el abstencionismo, la neutralidad ni las concesiones, desempeñando la predicación de la Palabra un papel de primera magnitud, al ser el arma por excelencia que Dios nos ha entregado.
- Ya hemos visto la experiencia del aislamiento esenio y del separatismo fariseo. Los saduceos, asociados con los asmoneos aunque tal vez en su origen fueran asideos, se quedaron enquistados en su obsesión por la legitimidad sacerdotal y el templo. Finalmente, la destrucción del templo en el año 70 d. C. y la disolución del sacerdocio que estaba íntimamente ligado al mismo, llevó aparejada la desaparición de los propios saduceos, al extinguirse la razón de su existencia.
1) Daniel 2:34
2) Zacarías 4:6
3) Juan 18:11
4) Zacarías 9:13
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