En los campos universitario, judicial, político, empresarial, periodístico o de investigación, por poner unos ejemplos, la desigualdad es patente superando los varones en muchos puntos a las mujeres. Por ejemplo, España sólo cuenta con doce embajadoras frente a ciento treinta y dos embajadores y ninguna que presida un consejo de administración de las empresas que cotizan en Bolsa. No obstante, la composición del actual Gobierno de la nación rectifica estas injusticias al ser paritario el número de mujeres y el de hombres, ocho ministras y ocho ministros, estando el Congreso español entre los más avanzados de Europa al contar con un treinta y seis por ciento de representación femenina.
Un par de días antes al 8 de marzo, el mismo diario ya preparaba a sus lectores para la efemérides anunciando la emisión en sus páginas de TV de un documental especial en el Canal de Historia titulado
La historia en femenino en el que se profundizaría en el papel desempeñado por ciertas mujeres en el terreno político, social o científico. La primera entrega versaría sobre Jezabel, quien ha pasado a la Historia como prototipo de mujer perversa, pero que en el documental se analizaría si efectivamente fue tal cosa o más bien una adelantada a su tiempo. Flaco favor le hacen los defensores del feminismo a su causa si recurren a este tipo de revisionismo histórico para preconizar sus tesis. Está claro que en los tiempos que vivimos todo aquello que vaya en la dirección de denostar a la Biblia es lo correcto, incluso si para eso hace falta presentar lo negro como blanco y lo blanco como negro. Y así
es factible mostrar al profeta Elías como a un varón intolerante, retrógrado y fundamentalista frente a una Jezabel que es mujer liberal, pluralista y progresista. De esta manera se matan dos pájaros de un tiro: el pensamiento judeo-cristiano (según expresión favorita de algunos) y el machista patriarcal. El problema es que el revisionismo histórico, cuando está motivado por prejuicios ideológicos, tiene muy poco de histórico y nada de científico.
Aunque en realidad hay que darles la razón a los defensores de un determinado tipo de feminismo cuando dicen que Jezabel fue una adelantada a su tiempo, porque eso significa que algunas mujeres actuales son réplicas exactas de aquella princesa fenicia, lo cual no es precisamente ningún halago.
Volviendo a la edición de El País del 8 de marzo en la que de tantas maneras se defiende a la mujer y sus derechos, si seguimos avanzando por sus páginas llegaremos a otras en las que las protagonistas son también mujeres.
Y si había cuatro páginas dedicadas exclusivamente a conmemorar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora hay también cuatro páginas dedicadas a éstas otras (
pido perdón de antemano por tener que reproducir estas frases). Por ejemplo, en una de esas páginas se dice:
‘Vanesa, 21 años. Rubia, ojos verdes, piel de seda, muy guapa, elegante, morbosa. Me gusta entregarme totalmente. 125 €. Apartamento lujoso.’ En otra se lee:
‘Belén 18. Muñequita rubia guapísima. Viciosa auténtica. Si estás harto de falsas promesas y sexo mecánico, ven a verme. Mis besos con lengua te pondrán a 100, seguido de penetración salvaje por delante y por detrás. Francés tragando (garantizado), beso negro, 69. ¡Si te apetece repetimos!’ Y así hasta llenar cuatro páginas completas del periódico defensor de los derechos de la mujer.
Claro que como vivimos en tiempos en los que todos los conceptos cambian, tal vez a estas mujeres hay que considerarlas trabajadoras (del sexo) con lo cual entrarían de lleno en la celebración del 8 de marzo. Y si en otros campos el porcentaje de hombres aventaja en mucho al de mujeres, aquí sí que se llevan la palma las mujeres frente a los hombres, porque por cada trabajador del sexo anunciado en las páginas de El País hay cincuenta trabajadoras del sexo.
Así que
el periódico progresista, que no pierde ocasión de echar pestes del machismo y del servilismo al que somete a la mujer, brinda a los hombres (especialmente a los muy machos) todos los días del año y no solamente el 8 de marzo, un amplio catálogo de mujeres trabajadoras ofreciendo sus servicios. Servicios que, por lo visto, deben promover mucho la liberación de la mujer y su dignidad, a tenor del espacio que les proporciona el prestigioso periódico. Claro que como la idea de este periódico es que la mujer tenga más y más presencia en la vida pública ¿qué mujeres pueden ser más públicas que éstas?
Uno de los libros de la Biblia, el de Proverbios, está lleno de realismo, apareciendo en sus páginas lo mejor y lo peor de la condición humana, tanto del hombre como de la mujer. Hay una especie de galería de retratos en este libro en la que ciertos perfiles humanos son prototipo de los hombres y mujeres de cualquier tiempo.
Concretamente los perfiles femeninos se pueden agrupar en dos categorías: una, de mujeres a las que sin ambages se alaba y ensalza, otra, de las que lo mejor que se puede hacer es huir de ellas. Y así, Proverbios habla de la mujer fuerte, de la mujer sabia, de la mujer prudente y de la mujer temerosa de Dios, por un lado, y por otro de la mujer insensata, de la mujer rencillosa, de la mujer ramera y de la mujer mala.
A este libro no se le puede acusar de misógino, cosa que a muchos les gustaría, por dos razones: porque habla de los hombres clasificándolos en dos grandes grupos, igual que hace con las mujeres, y porque al evaluar a las mujeres lo hace de acuerdo a juicios y no prejuicios. Por eso me quedo con el pensamiento de Proverbios, que es equilibrado, en vez de con una ideología prejuiciada y acrítica respecto a sí misma que es lo que se lleva hoy en día. Sí,
definitivamente prefiero el enfoque sabio y coherente que hay en las páginas de Proverbios sobre la mujer que el incoherente y contradictorio que hay en las páginas de El País.
‘…abismo profundo es la ramera, y pozo angosto la extraña.’
(Proverbios 23:27)
‘La mujer que teme al Señor, ésa será alabada.’
(Proverbios 31:30)
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