Sustancialmente,
éstos se podrían encuadrar en dos grupos. Por un lado, nos encontraríamos con el mismo relato presuntamente narrado dos veces porque aparece de manera diferente en dos documentos
o bien con una historia que también aparece duplicada aunque los protagonistas varían porque en un documento eran unos y en otro, otros.
Al primer grupo, correspondería, según la HP, por ejemplo, los relatos de la creación y, al segundo, las referencias a los intentos de seducir a las esposas de Abraham e Isaac.
Aunque este argumento se sigue utilizando con fruición, la verdad es que resulta muy endeble cuando se examinan atentamente los datos.
Comencemos por los supuestos relatos contradictorios de la Creación.
Según la HD, tendríamos un primer relato E en el capítulo 1 y otro J en el capítulo 2. La realidad es que más bien nos hallamos ante un relato único de la creación que, primero, hace referencia al cosmos y que luego se centra en el hombre.
En el curso de ese relato –como ya indicamos en una entrega anterior– el uso de distintos nombres de Dios está más que justificado. Por si lo anterior fuera poco, el relato –que no relatos- de la creación sigue un patrón típico del Antiguo Oriente en el que a una exposición general y concreta le sigue otra más amplia y detallada. Por ejemplo, en la estela poética de Karnak donde el dios Amón se dirige al faraón Tutmosis III –que, seguramente, es el faraón que no conoció a José y se dedicó a hacer la vida imposible a los hijos de Israel– encontramos, primero, una descripción general y esquemática de su supremacía para luego dar con una descripción más detallada y concreta. Por supuesto, no existe ningún egiptólogo loco que pretenda que la primera parte de la estela se originó con un documento, la segunda con otro y luego vino un redactor que los unió. Semejante dislate queda reservado, al parecer, a los que se acercan al texto de la Biblia para aplicar unas reglas que ningún historiador de la Antigüedad aplicaría a César, Tácito o Diodoro.
En otros casos, por ejemplo, los supuestos dobletes pretenden algo tan absurdo como que determinados acontecimientos sólo se producen una vez en la vida o incluso en la Historia. Tomemos como ejemplo la risa de Abraham y Sara al saber que nacería Isaac. Según la HP, Gn 17, 17 pertenece a P; 18, 12 a J y 21, 6 a E y se refieren al mismo hecho. ¿Seguro? ¿De verdad es imposible creer que Sara rió incrédula al escuchar que tendría un hijo y luego lo hizo de felicidad cuando nació… o es más imposible la posición de la HD insistiendo en que, como decía el bolero, “solamente una vez se ríe en la vida”?
Otro ejemplo aducido por los partidarios de la HD es que el intento de un potentado por acostarse con Sara (Gn 20) y con Rebeca (Gn 26:6-11) pertenece a una sola historia, mal entendida por los autores de los distintos documentos y convertida en dos.
Pero ¿de verdad alguien cree que Abraham e Isaac fueron los únicos nómadas cuyas esposas codiciaron hombres poderosos? O, por ir más lejos, si Dios salvó a Abraham, ¿es imposible pensar que también lo hizo con Isaac que era el hijo de la promesa?
A decir verdad, pretender que los supuestos dobletes indican distintos documentos narrando sólo un hecho es un disparate tan considerable como si un historiador señalara que la ruptura del frente francés por Sedán que llevó a cabo el ejército alemán en 1870 y en 1940 sólo fue un solo episodio y que ese solo episodio fue confundido por dos redactores diferentes que consideraron que se trataba de hechos distintos. Por supuesto, ese historiador –verdadero trastornado– es imposible de encontrar.
En este como en otros aspectos, la HD aparece una vez más como fruto de prejuicios en lugar de como resultado de una investigación seria.
Sobre ello volveremos en la próxima entrega:
La hipótesis documentaria ó JEDP (X): conclusión
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