Sin embargo, esa moda – herejía más bien - no es nueva. El judío Pablo ya tuvo que enfrentarse con ella en el s. I en pleno proceso de expansión del cristianismo. En las siguientes semanas veremos cómo se defendió de ese peligro espiritual a través de su carta a los gálatas.
LA REACCIÓN JUDEO-CRISTIANA
La expansión del movimiento cristiano por Asia Menor - y, muy especialmente, su crecimiento entre los gentiles gracias a la labor de Bernabé y de Pablo – tuvo consecuencias inmediatas sobre el judeo-cristianismo.
Con seguridad, durante la década de los años cuarenta del s. I d. de C., el número de seguidores de Jesús que procedían de estirpe judía era muy superior al de los de ascendencia gentil. Con todo, la posibilidad de que el crecimiento de los conversos acabara desnaturalizando, siquiera en parte, a un movimiento por su propia naturaleza judío constituía una posibilidad nada descabellada. Pedro ya había estado conectado con la obra entre la Diáspora (Gál 1, 18; 2, 11-14; 1 Cor 1, 10 ss; 3, 4 ss) y los gentiles por esta fecha (aunque no sepamos exactamente los detalles) y, quizá, cabría señalar lo mismo de Juan. Por lo que sabemos, su ministerio tuvo éxito. A menos pues que la situación mencionada fuera abordada de manera prudente, los resultados podrían resultar fatales para el movimiento.
EL SINCRETISMO
El peligro mayor, obviamente, era el presentado por el sincretismo. Para los gentiles desconocedores del trasfondo judío, la nueva fe carecía de significado comprensible. No podemos olvidar, por ejemplo, la manera en que interpretaron la presencia de Bernabé y Pablo en Listra asociándola con su propia mitología y la dificultad que tuvieron los apóstoles para disuadirles del error en que se hallaban. Lamentablemente, aquel episodio distaba mucho de reducirse a lo excepcional.
Jesús podía ser presentado como el Mesías de Israel, pero resulta dudoso que semejante enunciado pudiera ser atractivo para alguien que ni era judío ni sabía qué o quién era el Mesías. La misma traducción de esta palabra al griego como "Jristós" - el término del que procede el castellano Cristo -no resultaba tampoco especialmente clarificadora porque carecía de connotación religiosa en un ámbito gentil. No tardaría, por lo tanto, en identificarse con un nombre personal - y así sigue siendo hasta el día de hoy - e incluso con el nombre Jrestos, típico de los esclavos.
Otros títulos utilizados por los cristianos de origen judío, del tipo de Señor o Hijo de Dios podían ser comprendidos por los gentiles, pero con un contenido semántico radicalmente distinto. Y, por si todo lo anterior fuera poco, las dificultades de comprensión en el terreno teológico no se limitaban a lo que podríamos denominar cristología. Términos como los de "reino de Dios" o "reino de los cielos" de nuevo carecín prácticamente de significado para un gentil. Otros, como "vida eterna", eran susceptibles de ser interpretados en un sentido diferente al judío.
El choque resultaba aún mayor cuando se abordaba la cuestión ética. Los judíos que habían recibido a Jesús como Mesías y Señor partían de una fe dotada de una carga ética muy elevada – la más noble de la Historia antigua hasta esa fecha - que les proporcionaba patrones de conducta moral y digna. De hecho, muchos de los gentiles que se integraban en la asistencia a las sinagogas en calidad de "temerosos de Dios", lo hacían, en multitud de ocasiones, obedeciendo al nivel del comportamiento moral de los judíos. Para éstos, caso de convertirse a Jesús el Mesías, el mensaje de los discípulos era sólo una reinterpretación de esa ética a la luz de las enseñanzas e interpretaciones del Maestro.
Todo esto hacía presagiar que el nuevo movimiento mantendría un envidiable nivel moral y seguramente así hubiera sido de no verse tal posibilidad en situación de peligro a causa de la perspectiva de entrada masiva de conversos procedentes de la obra misionera entre los gentiles.
Este peligro llevó a una preocupación por la relajación moral que supondría el primer intento serio de judaización del Evangelio en Antioquía, tal y como explica el Nuevo Testamento. Pero eso lo veremos en el próximo artículo
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