“Por su conjunción genial de Humanismo, Renacimiento y Reforma y por sus amplios horizontes abarcadores de múltiples saberes, desde el escrutinio de las estrellas hasta los latidos del corazón, todo subsumido en esencialidad religiosa, Servet es, sin exageración ninguna, el máximo pensador aragonés y, muerto a sus 42, hubiera sido, si no lo es ya, el máximo de España, y no sólo de su tiempo. Una de las pocas personalidades aragonesas de renombre auténticamente universal.”
“(Villanueva de Sijena, H., 29-IX-1509 ó 1511 - Ginebra, 27-X-1553). Sabio renacentista de merecido renombre universal por sus saberes, descubrimientos y escritos en campos tan diversos como las lenguas clásicas, la filología bíblica, la astronomía, la geografía, las matemáticas, la medicina, la psicología, la filosofía, la historia y la teología, así como por sus teorías radicales de reforma de la sociedad y del cristianismo, por las cuales, tras resonante proceso, dio la vida, convertido así en símbolo mundial de los perseguidos y aplastados por sus ideas originales e inconformistas.”
“El padre de Miguel, Antón, natural de Villanueva («huius oriundi loci», dice de sí en uno de sus protocolos aún conservados), era notario real con sede en ella, y atendía sobre todo los conflictos jurídicos de su monasterio. Su madre, Catalina Conesa, era de Barbastro. Tenía un hermano, Juan, que fue cura de Poleñino, y el mayor, Pedro, heredó la notaría, y fue padre de su sucesor, también Antón, y de dos clérigos de rango: Pedro Antonio, obispo de Albarracín, y Marco Antonio, abad de Montearagón. Es probable que antes residiera como estudiante clérigo en Montearagón, de donde le sacó Juan de Quintana en 1525, recién nombrado confesor del emperador. De hecho, cuatro son los hombres que más influjo han tenido en su vida, en tal forma que cabe estructurar ésta a base de estos ciclos de influencias: Quintana, Champier, Pagnini y Palmier. El primero le sacó del chato ambiente rural de Sijena y de Aragón, y lo proyectó en el centro de la Corte, poniéndolo en contacto con los aires frescos del Renacimiento y de la Reforma. Con él recorrió, sin duda, España y participó en las inquietudes espirituales del momento: alumbrados, moriscos, judeoconversos, erasmitas, protestantes, en el marco de los nuevos ideales humanistas. Año y medio en Toulouse estudiando Derecho, parte del 28 y 29, pero dedicado ya a la Teología por su cuenta. Viaja a fines de 1529 a Italia y asiste a la coronación imperial en Bolonia, experiencia tremenda, de escándalo, que relata en frases inolvidables. Testigo en la Dieta de Augsburgo, de la imposibilidad de entendimiento aun entre las alas moderadas del catolicismo y luteranismo. Crisis total.
Huye primero a Basilea en busca de Erasmo, quien acaba de salir, por lo que se queda diez meses con el hebraísta reformador «Ecolampadio», Johan Häusgen. Luego, unos meses en Estrasburgo, estudiando y viviendo con otros dos sabios reformadores, W. Capito y Martin Buzer. La publicación cerca, en Hagenau, de sus dos primeros violentos libritos, a sus veinte años, le enemista con todos ellos, que le persiguen a muerte, así como la Inquisición española, la cual solicita a la de Zaragoza que envíe a su hermano Juan por él y le tiente a volver «combidándole con partidos o otras offertas y que quando por esta vía no se pudiera reduzir que se use del rigor». Se encontró con él, pero no lo pudo «reducir». Miguel se había refugiado en Lyon, donde se conoció con el médico platonizante S. Champier, su segundo mentor decisivo.Del 32 al 38 va a estar a temporadas entre Lyon y París, estudiando y enseñando matemáticas, astrología, medicina, y ganándose la vida con lecciones particulares y con eruditas ediciones de obras; publicará también algunos folletos propios. Va usando ya el pseudónimo «Michel de Villeneuve» para despistar, eficazmente, a sus perseguidores. El dominico Sante Pagnini, discípulo de Savonarola y consumado hebraísta, le nombra heredero y le lega su traducción de la Biblia de las lenguas originales y todas sus notas, que Servet publicará, corrigiendo la Vulgata. Tras breve paso por la facultad médica de Montpellier, ejerce casi tres años en Charlieu, una aldea cercana a Cluny, donde tuvo novia, con la que no se casó «por creerse impotente», y un lío pendenciero por envidias de un colega. Entre 1541 y abril del 53 vivió en Vienne del Delfinado, Francia, compaginando su práctica con el estudio asiduo, la colaboración con el municipio (a él se debe en gran parte el puente nuevo), sus escritos y la atención al obispo, Pierre Palmier, en cuyo palacio vivió desde la Navidad del 48. Se hizo ciudadano de Vienne el 49. Delatado por Calvino, por medio de un viennés protestante huido a Ginebra, de ser el real autor de la gran obra publicada anónima, le encarceló la Inquisición francesa y tras breve proceso huyó, ayudado quizá por Palmier. Cuatro meses errante, rellenados por servetistas imaginativos que operan en el vacío. Reaparece incomprensiblemente en Ginebra, donde reconocido y delatado a Calvino, con quien había discutido ya en París y luego epistolarmente, se le instruyó un proceso de dos meses, uno de los más famosos de la historia, objeto de numerosos estudios, dramas y aun películas. Miguel murió a mediodía del 27-X-1553, quemado vivo a fuego lento de madera húmeda, en Champel, barrio extramuros de Ginebra. Aún está en el lugar, casi olvidada, una inscripción en piedra que lo recuerda.”
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