Nuestras vidas no han sido iguales antes que después de las redes sociales. Han significado mucho en cuanto a la transmisión en tiempo real de la información, para compartir aficiones, pertenecer a comunidades o grupos, crear perfiles personales o profesionales, compartir aplicaciones, eventos, y un sin número de beneficios más.
Ahora bien, también han traído desventajas. Una de ellas es que hoy por hoy todo el mundo pretende ser teólogo o maestro bíblico (consciente de ello o no). Parece que ya el hecho de “
postear ideas”- un montón de ellas lejos de fundamentos bíblicos y, en ocasiones, con chistes los que pretenden guiar la discusión teológica o cualquier razonamiento. Veo gente que se esfuerza al lado del texto bíblico (no al margen), pero por otra parte parece que el “
ministerio de la aplanadora” está en las redes sociales y es la invitación al “
todo vale”.
Me sorprende que los falsos maestros que denunciaron nuestro Señor Jesucristo, Pablo, Pedro y Juan, se valen en estos medios del argumento del “
amor”, “
de no atacar”, etc. Cada día estoy más convencido -y no niego la parte pacificadora del querer estar bien con todos-, que implica una mezcla de temor y cobardía.
1ª Tesalonicenses 5:21 es un llamado urgente aún en las redes sociales:
“Examinadlo todo; retened lo bueno”,
Hoy prácticamente se retiene todo con poco o nada de examen. No creo que los teólogos Ryrie, Erickson, Chafer, Mac Arthur... estuvieran en esa misma línea. Mucho menos teniendo en cuenta que debe ser
“apto para enseñar” (1 Timoteo 3:2).
Conozco gente que se enfada si vas a la Biblia, y me refiero a ir a ella de una manera responsable, seria, sin interés de manipulación o pretender ser un dictador. Otros plantean cualquier idea pretendiendo que sea bíblica por el hecho de ser escrita por alguien cristiano. Tristemente me he encontrado con algunos que toman la Biblia de manera parcial. Otros cuestionan su inspiración para este tiempo y cultura
(2 Timoteo 3:15-17). Está muy de moda la deconstrucción del texto bíblico, la nueva hermenéutica o la nueva teología de Pablo, todo ello pretendiendo llegar a una “
nueva interpretación y significado del texto bíblico para esta cultura el día de hoy”.
Sé de iglesias que invitan ateos a sus púlpitos, otras hacen alianzas con el Papa y la iglesia católica; hasta sé de ministerios evangélicos imprimiendo Biblias con los libros apócrifos para la iglesia católica. Hace poco leí de una traducción bíblica con las variantes de versión para protestantes y otra para católicos. Muchos líderes cristianos se han sumado más a las enseñanzas de Gandhi o Teresa de Calcuta que a la fiabilidad de la Biblia.
Otros llaman “hermanos” a los mormones, y así nos va. Otros pretenden a toda costa denigrar lo seminarios bíblicos: los acusan de ser una estructura “jerárquico piramidal”. Me pregunto de dónde sacan sus conclusiones.
Puesto que la Biblia no los apoya, muchos van hoy a la internet y, de manera persistente, en cualquier reunión buscan “los no absolutos”. Así pueden vender su mercancía, porque los
no absolutos invitan a todas las ideas posibles, promueven el festival ecuménico y tratan de reinterpretar la Biblia de una manera más social.
Un ejemplo claro es Mateo 18 y la disciplina en la iglesia. Esto, para los postmodernos, es muy fuerte. Al eliminar la iglesia, quedan contentos porque eliminan la disciplina.
Las redes sociales han usurpado la palabra de Dios por la “opinión personal”. La gente está embobada con los “puntos de vista”, olvidando las palabras del apóstol Pedro en
2ª Pedro 1:20-21 respecto a que la Palabra de Dios no es de
“interpretación privada”.
Nos quieren vender por la internet nuevas revelaciones. Hay un montón de “apóstoles de la internet” (unos declarados, otros no) que pretenden luego de más de dos mil años decir lo que de verdad significa el texto bíblico.
A esto le sumamos el egoísmo de la psicología que ha enamorado a los cristianos para pensar en “sí mismos”, mientras que la Biblia manda a “negarnos a sí mismos”
(Lucas 9:23).
Otros cuestionan el discipulado y lo quieren remodernizar e interpretar través de las experiencias personales, que son las que interpretan el texto bíblico.
Debemos plantearnos si lo que circula por las redes sociales está por encima de la Biblia.¿Nuestro Señor Jesucristo las tenía en cuenta a la hora de la inspiración divina? ¿Hoy hay una nueva inspiración basada en
puntos de vista? ¿Por qué esos puntos de vista no salieron antes y sí ahora? ¿Es Dios un Dios injusto?
Afortunadamente ningún punto de vista interpreta la Palabra de Dios, ella es la Palabra viva de Dios
(Hebreos 4:12), sin la necesidad de tu punto de vista o el mío, opiniones particulares, gustos, acervo, cultura...
La teología del facebook y del twitter y de las redes sociales (RSS) se ha convertido en una teología liberal, de lo agradable, llamativo y novedoso, en la teología del “evangelio a la carta” o del “sírvase usted mismo”. Debemos estar alerta. Nuestro Dios, Salvador, Amo y Capitán debe ser honrado aun en la internet
(1 Corintios 10:31).
Me temo que los momentos actuales fueron los profetizados por el apóstol Pablo bajo la inspiración divina del Espíritu Santo cuando advirtió al joven Timoteo sobre la característica de los últimos tiempos en cuanto a la verdad
(2 Timoteo 4:3-4). No alimentemos tal
comezón de oír; ya hay suficiente de ello. No pretendamos entregar una nueva “revelación”, sino ser fieles a la verdad de Dios. No nos avergoncemos de Cristo y su inspirada Palabra, porque ella es la única que no pasará. Puede que incluso las redes sociales pasen, dejen de existir
(Mateo 24:35).
Hago un llamado urgente en el nombre del Señor ha retornar a las Escrituras: ellas son la guía que Dios ha dejado para mostrarnos Su voluntad. Seamos sabios y prestemos atención. Hace poco leí en las redes sociales que el Señor Jesucristo “puso en tela de juicio las Escrituras”. Sentí dolor y vergüenza al leerlo, y un compromiso grande de enarbolar la bandera de la fiabilidad e inerrancia de la Escrituras, que son la Palabra de Dios.
Ante tal realidad urge una nueva reforma para levantar el texto bíblico frente a las voces de la oscuridad. Amén.
Jairo Rolando Mendoza – Pastor y Misionero – Sevilla (España)
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