En varios artículos anteriores vimos las implicaciones y los desafíos, algunos muy importantes, que la genómica sintética, y la biología sintética en general, nos presentan. Un mundo en el que convergen biología, informática e ingeniería con un enfoque nanotecnológico. ¿Y cómo responder frente a todo a esto? En los dos artículos previos nos referirnos a tres grandes áreas de preocupación en este asunto: 1.- Cuestiones de bioseguridad y ambientales 2.- La amenaza bioarmamentista y bioterrorista y 3.- Cuestiones socio-económicas
A continuación veremos parte de la última área: las cuestiones filosófico-religiosas
1.- ¿SE PUEDE JUGAR A SER DIOS?
En primer lugar, es necesario salir al paso de algunos titulares sensacionalistas y alarmistas que usan de forma inadecuada el manido tópico de los científicos “jugando a ser Dios” y “creando” vida, que se ha usado muchas otras veces, como en el caso de la “clonación” de la oveja Dolly.(1) Hamilton Smith, uno de los colaboradores de Venter, respondió a esto lacónicamente con un “nosotros no jugamos”.(2) El experto en bioética, Arthur Caplan, comenta que los científicos son totalmente serios en lo que respecta a este tema, y “el grado en el que «juegan» en lo que respecta a crear nuevas formas de vida es insignificante.”(3) Sin embargo, el sentido de esa expresión no suele ser el de tomarse a broma aquello a lo que se aplica, sino que se usa para expresar rechazo por parte de aquellos que se escandalizan de que algo como la biología sintética sea posible, y del poder sin precedentes que esta tecnología da al biotecnólogo.
En cualquier caso, lo que no se podrá, ni siquiera soñar, será con aspirar
realmente (jugando o en serio) “a ser Dios” como Creador. La palabra “crear” es muy equívoca y tiene varios significados, por lo que cuando se dice que se ha “creado” vida en el laboratorio,(4) o que, “por vez primera, Dios tiene competencia”(5), no se está haciendo referencia a lo que se considera teológica y filosóficamente como “creación” en la tradición filosófica judeo-cristiana y que suele emplear el término técnico latino “creación
ex nihilo” (o de la nada).(6) Este tipo de creación se refiere al origen de la materia, mientras que en la biología sintética lo que estamos discutiendo es la creación de vida con una materia pre-existente.
El
Proyecto Sociedad, Religión y Tecnología (STR) de la
Iglesia Presbiteriana de Escocia(7), ha preparado en los últimos años un informe sobre este tema (pionero entre las iglesias cristianas), que contiene una reflexión muy apropiada en relación a este punto: “Crear nuevas formas de vida de la manera antes descrita no constituye una creación
ex nihilo. La humanidad no ha transcendido las limitaciones de su carácter de criatura para convertirse en un «Creador». Los seres humanos son parte de la naturaleza.”(8)
En efecto, es difícil incluso concebir que podamos crear materia ex nihilo; pero crear vida con materia pre-existente, que es lo que Dios hace en Gén. 1 y 2, no es, en principio, algo que esté fuera de los límites de la capacidad humana, o que le haya sido prohibido (no hay ningún límite “teológico” ahí). Otra cosa es que sea técnicamente posible o no, al menos, en el momento presente, y alguien afirme, apresuradamente, que es imposible (y así, de una imposibilidad técnica pasajera se deriva, erróneamente, una imposibilidad absoluta).
Esa perspectiva parece haber sido también comprendida por algunos de los más destacados investigadores en biología sintética, como George Church, que indica: “Las personas religiosas no pondrían a los humanos en la misma liga que el “Diseñador Inteligente”, o Dios. […]. Una vela no es una supernova; no está ni siquiera en la misma liga. Y nosotros, como diseñadores inteligentes, no estamos en la misma liga que las fuerzas del “Diseño Inteligente” que iniciaron todo este asunto. Nosotros no estamos diseñando partículas subatómicas de la nada; no estamos diseñando galaxias. No estamos ni siquiera diseñando la idea básica de la vida; simplemente estamos manipulándola.”(9)
Finalmente,
es necesario denunciar las peligrosas conexiones que la idea de “jugar a ser Dios” tiene con el nefasto concepto de “dios-tapa-agujeros”, que sitúa la acción de Dios en huecos de la ciencia y la tecnología, que éstas van poco a poco llenando con sus avances, a pesar de las protestas. La anestesia, los trasplantes, la fecundación in vitro o la ingeniería genética “clásica”, han seguido ese camino ya muy transitado. Y así, desgraciadamente, en cada caso, un trocito de credibilidad del cristianismo ha sido dilapidado.
2.- DOS MODELOS TEOLÓGICOS
Existen sos modelos teológicos, dos actitudes frente a la tecnología: el regreso a la situación previa al pecado o el avance continuo y dinámico.
El teólogo holandés Frits de Lange hace un análisis de la reacción ante la tecnología desde el protestantismo en función de dos diferentes posturas teológicas. Por un lado considera el modelo “restauracionista” del protestantismo conservador, que considera la redención como una vuelta, en el futuro, a la situación ideal previa al pecado. Por otro lado, plantea el “modelo de plenitud o perfección” de la Creación, que asocia a la idea de redención del protestantismo liberal, y en el que la creación se considera no como algo definido y terminado en el principio, sino como un proceso continuo y dinámico en la historia. En esta última perspectiva el ideal no está en el pasado, sino en el futuro.
¿Y qué implicaciones tienen estos dos modelos? Según de Lange, mientras que la postura conservadora enfatiza la inclinación humana al mal y desconfía de sus posibilidades, el enfoque liberal es más optimista respecto a las capacidades humanas y sus posibilidades para hacer el bien:
“Quienquiera que considere la Creación como creatio continua y el hombre en ese contexto como co-creador creado […] suscribirá la bioética liberal y progresista. Quienquiera que enfatice el peso de la pecaminosidad y acentúe la discontinuidad entre la historia humana y la culminación de Dios, defenderá una ética más restrictiva y apuntará más bien hacia los riesgos y los peligros implicados en la interferencia con las estructuras hereditarias.”(10)
Resulta interesante observar que en ciertos fundadores cristianos de la ciencia moderna hay un híbrido de ambas posturas, pues se visualiza la restauración a la perfección previa al pecado mediante el progreso, y en particular el progreso científico, que no se ve como opuesto a los designios de Dios (ni secularizado), sino como una bendición de Dios para el bien de la humanidad.
Un personaje clave en ese proceso fue Francis Bacon, el gran filósofo y propagandista de la ciencia de principios del siglo XVII que veía la ciencia como una actividad cuya finalidad era la gloria del Creador y la mejora del estado del ser humano.(11) Él imaginaba que la tecnología permitiría la restauración del estado edénico del ser humano a corto plazo(12), por lo que animaba a otros entusiastas de la ciencia y la tecnología a formar una sociedad científica (La Casa de Salomón).(13) Esto explica la “paradoja” de que los puritanos del siglo XVII (un movimiento protestante considerado “liberal” en su época, y “conservador” hoy día), que admiraban grandemente el pensamiento de Bacon, se lanzaran a la aventura científica con celo auténticamente religioso.(14) Andando el tiempo, la visión de La Casa de Salomón se hizo realidad con la participación de numerosos puritanos en la fundación de la Sociedad Real (Royal Society), que continúa hoy día como una de las más antiguas y prestigiosas sociedades científicas.(15)
3.- SECULARIZACIÓN DE LOS DOS MODELOS TEOLÓGICOS
La secularización de los dos modelos teológicos llevan al biotecnólogo como diseñador inteligente humano o como científico loco-ambicioso.
La secularización de la Ilustración, a finales del siglo XVII y principios del XVIII, dio lugar a dos modelos opuestos: el optimismo de la idea de progreso (científico y político-social, que culmina en los ideales del la Revolución Francesa) y el pesimismo de hombre como “lobo para el hombre” que ha de ser controlado (usando también la ciencia y el control político-social, como en el despotismo de los monarcas de la Ilustración). No resulta difícil ver ahí dos extremos que entroncan con las ideas teológicas antes mencionadas, y que perduran hasta nuestros días.
El filósofo Henk van den Belt señala que el ya citado biólogo sintético George Church adopta una postura optimista en la que la “Naturaleza ha diseñado al hombre para ser un diseñador, al igual que en los ojos de los teólogos liberales, el Creador ha creado al hombre para ser un co-creador.”(16)
Frente a ello se alza la postura opuesta, que Arthur Caplan describe así: “Algunos consideran que la ingeniería de la vida es una actividad que no debería realizarse porque no es apropiado que ningún poder que no sea la divinidad se ocupe de crear.” Y, sin embargo, observa certeramente, a continuación, que: “Ninguna gran religión se opone en principio a que la humanidad intente alterar el entorno natural. Son principalmente los críticos seculares de la biología sintética quienes invocan a lo divino al expresar una inquietud ética sobre la biología sintética.”(17)
¿Pero cómo es posible que los críticos seculares invoquen a Dios? ¿A qué tipo de Dios se refieren? Ahí está la clave que da van den Belt, que considera que las críticas que provienen desde esos círculos (no las que puedan provenir desde un cristianismo conservador), se deben a que la biología sintética “no ofende tanto al Dios de la Biblia sino a una Naturaleza deificada.”(18)
Y así es como cierto “ecologismo” entra en contacto con la “nueva era”, transformando la idea originalmente de tipo científico-ecológico de “gaia” en la “madre tierra”, que se conecta con ciertas ideas de antiguas culturas “paganas” para dar lugar a un “neopaganismo” moderno “anti-científico” de corte secularista y ateo (opuesto al “cientifismo”, también de corte secularista y ateo, de Dawkins y compañía). No en vano, el Grupo ETC y otras organizaciones promueven una campaña ecológica con el título de “No manipulen la madre tierra”.(19)
La próxima semana continuaremos tratando estas cuestiones filosófico-religiosas de la genómica sintética, respondiendo a ¿“Nada más” que materia? Y reflexionando sobre el fin de las fronteras vivo/inerte, organismo/máquina, etc. para concluir con la búsqueda de una postura cristiana positiva y crítica a la vez.
Autor: Pablo de Felipe es doctor en Bioquímica, investigador, escritor y profesor de Ciencia y Fe en el Seminario SEUT
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(1) Un libro con ese título fue publicado poco después de la aparición de la ingeniería genética a principios de los años setenta: J. Goodfield (1977). Playing God: genetic engineering and the manipulation of life. Hutchinson & Co., Londres. Numerosos artículos se han publicado utilizando la expresión “jugar a ser Dios” en relación con la ingeniería genética durante los últimos 40 años.
(2) R. Highfield. Ripped Genes. The Daily Telegraph (27/05/2006).
Disponible en: http://www.edge.org/3rd_culture/highfield06/highfield06_index.html.
(3) A. Caplan. Moving ahead but with greater controls. En: N. M. de S. Cameron y Arthur Caplan (2009). Our synthetic future. Nature Biotechnology 27:1103 – 1105.
(4) M. G. Corral (21/5/2010). El padre del genoma humano, Craig Venter, crea por primera vez una célula artificial. El Mundo,
disponible en: http://www.elmundo.es/elmundo/2010/05/19/ciencia/1274289593.html.
(5) P. Mooney (7/6/2006). Patenting Pandora´s Bug. Goodbye, Dolly... Hello, Synthia! J. Craig Venter Institute Seeks Monopoly Patents on the World´s First-Ever Human-Made Life Form. Disponible en: http://www.etcgroup.org/en/node/631.
(6) Es importante señalar que en la Biblia se usan para “creación” en Gén. 1 varios términos, el más destacado es la palabra hebrea bara. En cualquier caso, la idea de creación de la materia de la nada es algo que desborda la perspectiva del Génesis, y que aparece en el periodo helenístico (Macabeos), como reacción tal vez a la idea griega de una materia pre-existente y co-eterna con el “creador” (o demiurgo). Esta reflexión fue desarrollada después por los teólogos cristianos de los primeros siglos y medievales. La diferencia entre la “nada” o el “no ser” (conceptos filosóficos) y el “vacío” (concepto científico) es obvia. Los físicos pueden “crear” partículas a partir de la energía del espacio “vacío”. Pero las implicaciones de esto deben dejarse para un estudio específico más detallado y especializado.
(7) El Proyecto SRT fue iniciado en Mayo de 1970.
(8) Church of Scotland. Church and Society Council (2010). Synthetic Biology, p. 23.
Disponible en:
http://www.churchofscotland.org.uk/councils/churchsociety/downloads/cssynbiolongjul10.pdf.
(9) J. Brockman (26/6/2006). Constructive biology: George Church. Edge: The third culture.
Disponible en: http://www.edge.org/3rd_culture/church06/church06_index.html.
(10) F. de Lange (1998). Voor God spelen? Religie, ethiek en gentechnologie. Tijdschrift voor Theologie 4:394-410. Citado en: H. van den Belt (2009). Playing God in Frankenstein´s Footsteps: Synthetic Biology and the Meaning of Life. Nanoethics 3:257-268.
(11) Véase Advancement of Learning (1605).
(12) Véase Novum Organum (1620).
(13)Véase New Atlantis (1627).
(14) Este pensamiento tuvo una gran influencia en el entusiasmo por la ciencia que se propagó entre muchos británicos en el siglo XVII, y en una visión milenarista que fue especialmente popular entre los colonos británicos de América. Éstos imaginaban una cercana victoria sobre el anticristo, cuyo advenimiento era inminente (en sus circunstancias no es difícil de comprender que sintieran como la historia se “precipitaba” desde el siglo XV, con el advenimiento de la imprenta, los viajes de exploración por todo el mundo, el nacimiento del protestantismo, la aparición de la cosmología copernicana, el surgimiento de la ciencia moderna, etc.). Semejante victoria se concebía como un triunfo del puritanismo (como nuevo pueblo elegido) en el Nuevo Mundo-América, que se asociaba también con las imágenes bíblicas de la Tierra Prometida, la Nueva Jerusalén, etc. Estas ideas son todavía influyentes entre muchos estadounidenses, aunque sea en formas secularizadas (en los que no son creyentes). Este armazón histórico-teológico aquí descrito (generalmente ya sin el entusiasmo por la ciencia) ha sido un elemento fundamental, de una u otra manera, de numerosos grupos religiosos surgidos en los EE.UU. desde el siglo XIX.
(15) Las reuniones informales iniciales empezaron en 1645, y la Sociedad Real se fundó formalmente en 1660.
(16) H. van den Belt (2009). Playing God in Frankenstein’s footsteps: synthetic biology and the meaning of life. Nanoethics 3:257-268.
(17) A. Caplan (2009). Op. cit.
(18) H. van den Belt (2009). Op. cit. H. van den Belt cita, como denuncia de la paradoja del uso de Dios en este contexto por parte de los no creyentes, nada menos que al propio Craig Venter, diciendo: “Donde no hay Dios, uno tampoco puede jugar a ser Dios.” (J. Brockman (2006). Life: A gene-centric view. Craig Venter & Richard Dawkins. A conversation in Munich. Edge: the third culture. Disponible en: http://www.edge.org/documents/dawkins_venter_index.html).
(19) http://www.nomanipulenlamadretierra.org/.
Véase también: http://www.etcgroup.org/en/node/5131.
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