Como España es diferente, resulta que esa misma definición se la hemos adjudicado (vía Tele 5) a una especie de verdulera con corona, a una barriobajera con diadema de diamantes. Sí amigos, hablo de la Esteban, de la mujer que, tal como la define Ángel Martín (
Sé lo que hicisteis, en La Sexta) se hizo famosa por tocarle algo muy íntimo a un torero (bueno, él utiliza otros términos, pero me da cosa).
Los defensores de la basura televisiva dicen que la demanda existe, que es lo que quiere la gente. Y, la verdad, algo de razón deben tener, mal que me pese. ¿Qué no? Ojo al dato, que diría el histórico Butanito: resulta que
el diario británico The Independent (que nada tiene que ver con los tabloides sensacionalistas que corren por esos lares) realizó un análisis sobre tendencias en internet y concluyó que Belén Esteban fue uno de los personajes más rastreados en ese buscador en la semana anterior a la Navidad de 2009. ¿En España? Sería una sorpresa relativa. ¡Pues no, a nivel internacional, en el mismo planeta de Paris Hilton, Angelina Jolie o Cristiano Ronaldo!
Resulta que ese período coincidió con la salida a la luz pública de la…no sé cómo definirla…de la ¿presentadora? ¿bailarina?...tras su operación estética (la enésima, vaya) en la que apareció al mundo con un nuevo rostro. Cara, la misma, pero con otro rostro. Según el mismo rotativo, su nombre fue el segundo término que experimentó una mayor subida a nivel mundial, con un ¡1.350%! de aumento. Que ni el Dow Jones con tres revoluciones en países africanos o asiáticos juntas.
La de San Blas, según recoge su propia web (que la tiene), es “quizá, el máximo exponente de la nueva generación de rostros de la calle que, por su naturalidad, conectan con la gente de una manera diferente y que la hace única”. Una definición niquelada, pero no exenta de razón. Acierta en lo de “nueva generación de rostros” (literalmente), en lo de “la calle” (sus habituales entradas en su bloque de pisos la acerca más al pueblo, que no las de su ex Jesulín en la fina Ambiciones) y en lo de “única” (¿alguien imagina otra Esteban? Si surge, es para plantearse un destierro voluntario a Islandia, que tendrán volcanes ceniceros, pero igual no la conocen demasiado).
El gran misterio de este país, por eso, es hablar con la gente y, a modo de cutre encuesta casera, intentar encontrar a seguidores de la muchacha de la cara planchada. Se lo puedo asegurar: nada, un desierto, una calle de esas de western con algún rastrojo por ahí rodando entre el silbido del viento. Nadie la sigue. Nadie la ve en televisión (el programa
Sálvame ha llegado a congregar más de 3 millones de espectadores) ni en las revistas (
Lecturas, por poner un ejemplo, agotó los 400.000 ejemplares que lanzó tras la operación facial de la muchacha), pero la cadena de Berlusconi (¿a que el primer ministro italiano y la princesa del pueblo forman una más que extraña pareja?) está arrasando con una programación cada vez más basada en la vida de la señora, en sus peleas con el clan Janeiro (a pesar de llevar una década divorciada del torero que se metió durante un rato a cantante) y con la Campanario (la actual esposa de Jesulín, vaya), en el uso (poco ético) de la vida de su hija y hasta con su participación en
Más que baile (o
MQB, que ahora se llevan las siglas), un supuesto concurso de baile. Y digo supuesto porque la Esteban ganó el concurso a pesar de sus malos modales y de bailar peor que un pato mareado. ¿Pucherazo? Eso es lo de menos, que tampoco se trata de un referéndum o de unas elecciones al Congreso, pero sí que es la demostración que el programa mantenía semana tras semana a la mujer de los chándales imposibles por un tema de audiencia.
Lo peor es que consiguió crear toda una polémica por esa cuestión, algo que ha engordado más las arcas de la cadena amiga. Hagan la prueba: pregunten a amigos y conocidos y comprobarán como nadie ha visto nunca a esa señora en la tele, a no ser que sea “bueno, la he visto haciendo zapping” o “bueno, la he visto en los programas de zapping”. Para marcar más distancia hay quien incluso suelta aquello de “sí, la chica esa que sale en los programas de cotilleo, la Belén no se qué más”. Confirmado entonces: los audímetros en España no funcionan, ya que nadie ve a la Esteban (¡esos 26% de share son un engaño!) y, en cambio, arrasan emisiones como la de Eduard Punset o el
Telediario de TVE, pero el de La 2, que queda más serio. Hagan, hagan la prueba.
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