Hay interesantes datos que evidencian esta distorsión gnóstica en ámbitos cristianos.
Una parte nada desdeñable de la literatura evangélica hoy existente apenas aborda la sexualidad a no ser que sea bajo dos únicos énfasis: el del matrimonio por un lado y el peligro del sexo para los no casados por otro.
Podríamos añadir una tercera tipología de acercamiento, aquella de la súper-espiritualización que desprovee de su evidente erotismo a textos bíblicos.
Otro de los peligros de estos reduccionismos y tabúes es que a menudo se presenta la sexualidad como la aspiración vital del siempre incompleto soltero (¡si el apóstol Pablo los oyera!), el cual es persuadido desde púlpitos y estrados para que se case cuanto antes mediante una idealización del matrimonio y la sexualidad dentro del mismo.
No es éste el lugar para analizar ahora la literatura religiosa matrimonial, pero no es del todo difícil leer barbaridades como que el casamiento es el punto definitivo para acabar con toda tentación sexual Eso sí, ¡qué bonito quedan estas cosas!
El sexo es parte de la humanidad, y esto es mucho más que un peligro para jóvenes y pautas estereotipadas para casados. Afrontar la sexualidad con franqueza, alegría, naturalidad y plena información desde las iglesias es un gran medio de prevención contra el adulterio, la frigidez, el divorcio, la pornografía, el aborto o las relaciones sexuales prematrimoniales. El
mejor antídoto contra el morbo de adentrase en lo prohibido e
innombrable, es abordarlo y ponderarlo, no ignorarlo o simplificarlo.
Según concluye Mike Dannyen en su tesis universitaria sobre el tema: “
El erotismoy el placer suelen ser temas ausentes en los estudios bíblicos. Todavía menos frecuente es encontrar obras o estilos sobre aspectos estéticos”, algo que deriva en que
“ellector de la Biblia no dispone de herramientas heurísticas adecuadas para construir un discurso sobre el erotismo y el placer sin comenzar por un a priori moral que marque sucesivamente los diferentes nivelesde lectura y elaboración teológica”.
Fuera del silencio, la idealización, el legalismo, la cursilería y la irrealidad sexual, aunque dialécticamente suenen a canto angelical y pureza divina, no dejan de ser lo que son. Flotar como si no tuviésemos cuerpos de carne, hueso y conexiones neurológicas es billete de ida hacia la tierra de los fracasos y las frustraciones. Y si acaso hay algún libro profundamente realista y humano en la literatura universal ese es La Biblia.
El resultado de estas poderosas influencias extrabíblicas es que
hoy muchos creyentes se avergüenzan y se abochornan de lo que dice La Biblia. Esto hace que muchos tengan terribles problemas para asumir que el Cantar de los cantares ensalza públicamente una narrativa sensual y liberadora sin problema alguno. Apelar a esto, en parte perdido, ha sido nuestra intención al convocar el concurso literario.
Apuntando y entremezclando a continuación algunas de las ideas que el teólogo José de Segovia expuso en la ceremonia de este Certamen Delirante de relato erótico, es interesante destacar cómo en la historia de la interpretación bíblica
no han frecuentado los acercamientos alegóricos al erotismo del Cantar de los cantares hasta la era cristiana. A partir de aquí, y por poner sólo un ejemplo citado por el ponente, las alabanzas a los dos pechos femeninos del Cantar fueron interpretadas por algunos como una referencia Nuevo y Antiguo Testamento. Obviamente, y desde un contexto puramente literario, no hace falta ser un lince para deducir que tal pensamiento estaba más bien fuera de la pretensión original del autor de Cantares cuando se deslumbraba ante la belleza del busto de su amada. Es más,
el Cantar resulta incluso más erótico en su lengua original que lo que nuestras traducciones han vertido. Por ejemplo, el ombligo aparecido en algunos versículos, interpretado como la Ley de Dios por otros, no es siquiera tal ombligo, sino los genitales de la mujer.
Muchos creyentes se escandalizan hoy por esta expresión de gozo entre hombre y mujer con la realidad erótica de su atracción por medio. Dada la poderosa influencia de este arraigado maniqueísmo que enfrenta al cuerpo contra el alma y que hace del placer siempre pecado, tampoco es ninguna sorpresa que Cantares haya sido el texto más ignorado de la historia del cristianismo. Sin embargo, el Cantar se configura como uno de los relatos bíblicos más bellos y liberadores respecto a nuestra completa humanidad.
El verbo
conocer es usado en La Biblia para aludir directamente a las relaciones sexuales, una decisión gramatical que no es casual y que denota la intensidad y relevancia otorgada a la sexualidad y al cuerpo en sí. No olvidemos que la obra de Cristo en la cruz se realizó para redimir todo nuestro ser, cuerpo incluido. Por esto, nuestra esperanza es que
un día Dios restaurará la creación para ser habitada por cuerpos resucitados, algo que comenzó en Cristo cuando ascendió a los Cielos siendo un hombre con cuerpo y no otra cosa.
Continuará...
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