Uno de los elementos que distinguió a la Reforma protestante (que en realidad es un conjunto de reformas de distintos grupos evangélicos del siglo XVI) de la Contrarreforma católica fue el énfasis de aquella en la traducción de la Biblia y su difusión a los pueblos. La única traducción autorizada por el Concilio de Trento (1545-1563) fue la usada desde el siglo IV, la conocida como Vulgata Latina, vertida de las lenguas originales al latín por San Jerónimo (c. 345-c. 419). Se le conoce como Vulgata por ser el latín el idioma vernáculo de los intercambios culturales en los inicios del siglo V.(2)
Casiodoro de Reina (1520-1594) ingresa al convento de San Isidoro del Campo, Sevilla. Allí tiene lugar, entre los monjes, un movimiento que simpatiza secretamente con las ideas de Martín Lutero. Mediante un vendedor de libros prohibidos, Julianillo, los internos en el monasterio se adentran en las propuestas de diversos autores protestantes. Un pariente del también partidario de la Reforma Antonio del Corro, “les comunicará (a Casiodoro y sus condiscípulos) en secreto que la Inquisición iniciaba una investigación de sus actividades y, en 1557, junto con unos doce compañeros, Casiodoro logró escapar de las manos amenazadoras, fugándose al extranjero”.(3) Es factible que llevara consigo sus avances en la traducción de Las Escrituras.
Permanece poco tiempo en Ginebra, gobernada por el sistema teológico/político de Juan Calvino, y sale de la ciudad porque la considera “otra Roma”.(4) Tiene una breve estancia en Francfort, y hacia fines de 1558, ya con la reina Isabel I en el trono, se instala en Inglaterra, donde queda al frente de una iglesia de habla española orientada por los principios de la Reforma. Le siguen a Londres tres de los fugitivos de San Isidoro del Campo: Francisco Farías, prior del convento; Juan de Molina, vicario, y Cipriano de Valera.(5) Sus adversarios calvinistas lo acusan, falsamente de “sodomía”, y para evitar castigos en enero de 1564 se refugia en Amberes.(6) Lleva una vida azarosa, a causa de sus perseguidores inquisitoriales, quienes al no poderlo ejecutar en persona, lo queman en efigie en el Auto de Fe de Sevilla, el 26 de abril de 1562. Con todo, persiste en su ardua labor traductora en medio de las adversidades.
Casiodoro erró durante más de tres años entre Francfort, Heidelberg, el sur de Francia, Basilea y Estrasburgo buscando un lugar donde establecerse como pastor de la iglesia o como simple artesano, y poder dar término así a su traducción.
El primer contrato para la edición de 1100 ejemplares de la Biblia, fue firmado en el verano de 1567 con el famoso editor Oporino. Por desgracia para Casiodoro, en el mes de julio de 1568 y antes de poder dar comienzo a la impresión de la Biblia, Oporino murió, ocasionando un retraso en la impresión… En el verano de 1568 la Suprema ordenó a los inquisidores de los puertos de la península estar vigilantes sobre los libros que entran, pues “Casiodoro ha impreso en Ginebra la Biblia en lengua española”. Difícilmente podían entrar, pues aún no se habían comenzado a imprimir. Marcos Pérez presta a Casiodoro, a fondo perdido, la suma de 300 florines (equivalente al sueldo de tres años de un profesor de la Universidad) que sirvieron para cerrar un nuevo contrato con el impresor Thomas Guarin, quien imprimió en sus talleres 2600 ejemplares de la Biblia in Hispanicam traducta, terminada el 24 de junio de 1569, día en que Casiodoro notificó a un amigo la entrega inmediata del último cuaderno: postremum folium totius texti biblici tam Veteris quam Novi Testamenti.(7)
Poco más de tres décadas después de haber escrito lo que llama “el momento culminante de mi niñez”, consistente en recitar el orden de los libros que componen la Biblia “ida y vuelta y a contrarreloj… en un tiempo récord”, Monsiváis evoca la función que tuvo para él la lectura bíblica y aprender de memoria muchos versículos en la versión de sus siempre admirados Reina y Valera: “…la memorización me divertía, al ser un entrenamiento trasladable al plano escolar. Aún retengo muchísimos versículos de memoria y eso, en mi caso es parte de la formación literaria; una parte estricta, porque la versión de Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera es soberbia, el
Nuevo catecismo para indios remisos viene de allí directamente, toda proporción guardada”.(8)
En su Autobiografía, después de citar a Casiodoro de Reina, Monsiváis ofrece una cascada de personajes y hechos en extremo relevantes en la historia del protestantismo. Un análisis detenido del desfile provee material de sobra para todo un libro.
Los héroes de Monsiváis son muy distintos a los reconocidos por el
main stream mexicano. La suya es una galería
sui generis (donde está ausente la morenita del Tepeyac, la virgen de Guadalupe), a contracorriente de las influencias formativas de la inmensa mayoría de los intelectuales mexicanos.
(*) La Merced es un barrio de la ciudad de México cuya existencia se remonta a la llegada de los conquistadores españoles en el siglo XVI. El moderno barrio (colonia) Portales es resultado, en 1914, de lo que fue la Hacienda de Nuestra Señora de la Soledad.
1) La edición facsimilar más reciente de ambas biblias es la realizada por la Sociedad Bíblica de España, en el 2002, en conmemoración de los 400 años de la primera revisión hecha por Casiodoro de Reina. El autor de este ensayo tiene en su poder el ejemplar número 143 de la Biblia de Casiodoro de Reina; y el ejemplar número 104 de la Biblia de Cipriano de Valera.
2) San Jerónimo realiza su traducción y es con el tiempo que la misma trasciende con el nombre de Vulgata, “which of course, does not mean ´vulgar´ at all but something closer to our term ´vernacular´, Latin being the vernacular lenguage of international communications across medieval Europe in commerce and Law, scholarship and worship”, Jaroslav Pelikan, Whose Bible Is It? A History of the Scriptures Through the Ages, Viking-Penguin Group, USA, 2005, p. 124.
3) A. Gordon Kinder, La Biblia del Oso, estudio introductorio. Casiodoro de Reina y la compilación de la Biblia del Oso, Basilea, 1569, Sociedad Bíblica de España, Madrid, 2002, p. 4.
4) Wilton M. Nelson, et. al., Diccionario de historia de la Iglesia, Editorial Caribe, Miami, Florida, 1989, p. 899. En adelante, al citar la obra, nos referiremos a ella como DHI.
5) Ibid.
6) Miguel Ángel Pascual Ariste, Serveto en la vida de Casiodoro de Reina, Servetus International Society, s/l, s/f, p. 3.
7) Ibid., p. 4.
8) Se refiere a su obra con ese título, por primera vez publicada en 1982, por Siglo XXI Editores, y cuya tercera edición, ilustrada por Francisco Toledo, y revisada por el autor es de Ediciones Era; entrevista de Elena Poniatowska, “Los pecados de Carlos Monsiváis”, La Jornada Semanal, 23 de febrero de 1997,
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